Pequeña Miss Sunshine

Siempre le saco pegas a todo pero con esta película no puedo, me parece sencillamente perfecta. La he visto como cinco veces (y las que me quedan) y no me deja de gustar, incluso nuevos detalles que había pasado por alto me hacen reír. Es una peli divertida (muy divertida), realista, inteligente, irónica, profunda pero sin dramatismo ni moralina (lo que siempre se agradece) y con una banda sonora buenísima que encaja perfectamente con el tono de la película. Tiene además una actitud productiva, no te deja esa sensación de "bueno, ¿y que?" o de "este tío me quiere vender la moto", no, trata de temas muy delicados como el suicidio, las drogas o las familias desestructuradas con una actitud muy acertada, viendo las cosas como son, sin dramatismos pero tampoco quedándose corta.

Los personajes de la familia son todos buenísimos, me encantan. Y el combo que forman es mortal. Ha conseguido que incluso el padre de familia, con su horrorosa y ridícula filosofía de "hay que ser un ganador", me caiga bien.

Un canto a la sencillez y al realismo, todo ello contado con inteligencia y humor. Una película perfecta para cualquier momento pero, si estás de bajón, viene al pelo.

"Pequeña Miss Sunshine", posiblemente la mejor película del mundo

Pequeña Miss Sunshine, el deseado galardón por toda niña norteamericana que quiera llegar a ser un modelo de belleza para el resto. Con ritmo inmarcesible y un guión espectacular, esta comedia dramática nos relata de manera magistral que el éxito entendido por la sociedad americana (y acólitas) está muy cerca de la infelicidad.
Una divertidísima sátira social donde la originalidad e inteligencia brillan con luz propia en cada una de sus escenas, gags y situaciones, con la garantia de las interpretaciones de talentos como Greg Kinnear y Toni Collette en el papel de los padres de la futura concursante. Si a ello añadimos el pleno acierto del casting en la elección del resto de esta bizarra y aventurera familia, el resultado es una película inolvidable, que sin duda se convertirá en un clásico si no lo es ya actualmente.

He de reconocer que me ha gustado la película más de lo que esperaba. Me ha hecho reir en varios momentos y me ha hecho pensar y emocionarme en otros. Es verdad que en ocasiones la película resulta algo ingenua y previsible. Pero entre broma y broma, y entre situación previsible y situación previsible, plantea diversas cuestiones de importancia: ¿Qué siginifica ganar y perder? ¿ Cuándo alguien es un ganador y cuándo un perdedor? ¿En qué consiste querer a alguien? El film propone esas cuestiones, y tal vez lo malo es que las contesta él mismo de manera un tanto sectaria y simple. Digamos que el mensaje, tal vez ,es demasiado explícito. No obstante, valoro el planteamiento en sí. Y además, existe la posibilidad de no estar de acuerdo con alguna de las respuestas. Y es que yo no lo estoy con la de que ganar signifique simplemente esforzarse por conseguir algo. En un momento de la película, el abuelo le dice a la niña: "Un perdedor es alguien que tiene tanto miedo a perder que ni lo intenta". Es verdad que la única forma de ganar es intentándolo y que vale más la pena ver la oportunidad y arriesgarse, aunque te salga mal que quedarte con la duda de ¿cómo habría salido? Esa duda es horrible. Y es que “de la insensata prudencia se burla hoy cada oportunidad perdida”. Pero si intentas algo y no lo consigues, en mi opinión, se puede decir que has perdido. No pasa nada, la mayoría de las personas perdemos muchas veces. Muchos genios han sido toda la vida unos perdedores a pesar de su talento y esfuerzo. Y es que ganar, muchas veces, depende también de otros factores. Y a veces gana quien menos lo merece. De hecho yo, en general, siento mucha más simpatía por los perdedores que por los ganadores. Ya lo decía J. Wayne en “El ángel y el pistolero”: “Me gustan los perdedores. Prefiero a cualquier perdedor antes que a un ganador”.
Sí estoy más de acuerdo con el mensaje que transmite la película de que querer a alguien tiene que significar necesariamente aceptación y comprensión. En la película todos los personajes son bastante raros, pero se aceptan los unos a los otros tal y como son, aunque sepan que se equivocan. De hecho el padre acepta perfectamente la decisión del hijo de no querer hablar nunca más. Todo este planteamiento es aplicable a cualquier relación afectiva, también a la amistad (“Los amigos son para cuando no tienes razón”, en “El gran miércoles”). Esto me recuerda a un diálogo que aparece en “Las amargas lágrimas de Petra Von Kant”, de Fassbinder. En ese diálogo, la protagonista viene a destacar que lo importante cuando quieres a alguien es comprenderle y no compadecerte de él. Pues para mí también, eso es esencial.

“Nadie tiene derecho a intentar cambiar a otra persona” (“Forajidos de Leyenda”).

Málaga, ya a 25 de Agosto, de 2012

Tengo una hija de 11 años y creo que, la mejor forma de conseguir entenderla, es procurar introducirme en su mundo, en vez de esperar o reclamar que ella se introduzca en el mío. Debo tratar de comprender lo que ella siente, lo que la atrae y molesta; debo acercarme a sus gustos y a sus disgustos; y debo procurar que ella sienta que sé casi siempre de lo que me habla, porque compartimos la música, las películas, el teatro, las experiencias relevantes de cada día… y las salidas a los parques o centros comerciales que aprovechamos para conversar como dos buenos amigos.

Tenemos una sociedad embarazosa y ampulosa, en la que nos enseñan a diario que, los triunfadores son los que consiguen mucho dinero sin importar cómo; los que se hacen a un título y deciden ejercerlo sin importar si es con poca o suficiente ética; los que vencen a otros en las competencias, los que publican un libro o graban una canción… o incluso, los que consiguen salir en la prensa donde se les hace reconocimiento por una labor cualquiera, aunque sea por aparecer en una telenovela o hacer un largo salto.

<<PEQUEÑA MISS SUNSHINE>>, nos recrea con jocosidad, sutileza y encanto, algo de éste enrevesado mundo; y con cuidados detalles, va hilvanando una cotidiana, comprensible y fácilmente identificable historia, en la que se va descorriendo ese grueso y sombrío velo que, en algún momento quizás nos permita ver que, la verdadera diferencia entre los triunfadores y los fracasados es algo más sutil que no procura fama, títulos, dinero, ni publicaciones, pero permite conquistar otras cosas maravillosas que tienen que ver con la Unión y la Fraternidad.

Olive, es una suerte de ángel grueso -en todos los sentidos- que, sabiendo del afecto profundo que despierta en todos sus parientes, recurre a un manido y absurdo concurso de chiquillas, que tendrá lugar en California, para convertirse en el perfecto instrumento que acaso permitirá que, el caos moral y emocional en que vive su familia, se sienta confrontado y reformado en el esfuerzo que comenzará a exigir la cada vez más estrecha esperanza de que la niña llegue a participar.

En el hogar de los Hoover -como observará Dwayne, el joven que lleva 9 meses sin decir una palabra en protesta por no poder iniciar sus estudios de aviación-, pareciera que sólo anidan la separación, la bancarrota, el fracaso, el afán suicida, la drogadicción… y otras atracciones, pero el destino sabrá entablar el juego del Objetivo Común, como la oportunidad que les brinda para ver si, los miembros de la familia Hoover, son capaces de aflorar lo mejor que tienen en beneficio del bien común.

Encantadoras actuaciones de, Abigail Breslin (Olive), una prometedora niña que ha demostrado que tiene talento para rato y que aquí desborda una gracia, una voluntad y ternura, que te atrapa irremisiblemente. Alan Arkin -el memorable y polifacético actor a quien recordamos en sus más tempranos tiempos cinematográficos: “Wait until Dark”, “The Heart is a Lonely Hunter” o “Little Murders”, que también dirigió- es aquí un pícaro abuelo en plena crisis moral, pero capaz de conservarse íntegro y afectuoso con su hijo y su adorada nieta; y necesaria mención de, Greg Kinnear, Toni Collette y Steve Carell, quienes redondean un conjunto actoral de primera línea.

Un guion perfecto de Michael Arndt, con agudeza, vitalidad, estupendos altos de comedia y mucho calor humano; y una aplicadísima dirección conjunta entre, Jonathan Dayton y Valerie Faris, hacen que, <<PEQUEÑA MISS SUNSHINE>>, se nos clave en la memoria como un filme perdurable por sus muchos significados.

"Pequeña Miss Sunshine" fue una de las sorpresas más agradables que trajeron las pantallas de Estados Unidos en 2006. Una película que está revista de una frescura tonificante, con una serie de actores, no muchos de ellos conocidos (Greg Kinnear si sonará a muchos por su, entre otros buenos trabajos, espléndido personaje en "Mejor imposible"), pero que una vez los vean, serán apellidos sinónimos de calidad en los ejercicios de casting.

Con un humor negro y socarrón, pero no exento de elegancia, a través de los ojos de esta singular niña, esta comedia logra el difícil listón que muy en ocasiones hemos visto en este género cuando viene con acento estadounidense. La dosis justa de crítica social y esencia, sin caer en la moralina. Junto con los mejores momentos de "Los Simpson" y "American Beauty", esta little Miss logra poner muchas cosas en entredicho.

Asimismo, destacar entre el excelente nivel general, el personaje del abuelo y la verdadera aparición que supuso Steve Carell en esta producción, cuajando una excelente interpretación. Si esto es una road movie, ha supuesto una auténtica dignificación del género.

Recomendable sin lugar a dudas.

Y así nos explicamos como llegamos a la generación de Gran Hermano...