Pequeña Miss Sunshine, el deseado galardón por toda niña norteamericana que quiera llegar a ser un modelo de belleza para el resto. Con ritmo inmarcesible y un guión espectacular, esta comedia dramática nos relata de manera magistral que el éxito entendido por la sociedad americana (y acólitas) está muy cerca de la infelicidad.
Una divertidísima sátira social donde la originalidad e inteligencia brillan con luz propia en cada una de sus escenas, gags y situaciones, con la garantia de las interpretaciones de talentos como Greg Kinnear y Toni Collette en el papel de los padres de la futura concursante. Si a ello añadimos el pleno acierto del casting en la elección del resto de esta bizarra y aventurera familia, el resultado es una película inolvidable, que sin duda se convertirá en un clásico si no lo es ya actualmente.

Disney nos presenta la historia de un soldado americano (por lo tanto como en la vida misma, valiente, justo y salvador de inocentes...) que se va a Marte sin querer para convertirse en un superhéroe saltarín entre bichos verdes mientras a una princesa cañón la quieren casar con un malo. Los guionistas debían tener las ideas más congeladas que el propio fundador de su compañia para deslumbrarnos con tanta originalidad. Si al menos el protagonista tuviera una pizca de carisma...

Historia tipo Apocalipto, pero donde en lugar de perseguir al simpático “garra de jaguar”, las toman con una chavala, maja ella, pero a años luz del carisma de aquel Ronaldinho maya que nos cautivó en el 2006 en su lucha trepidante por sobrevivir. Un film que aspira a tener de todo y que no consigue mucho más que descubrirnos que Lenny Kravitz es mejor modista que músico.

Steven Spielberg, aquel oportunista que triunfó invitando a la humanidad a acabar con los escualos de nuestros océanos, continúa profanando, destruyendo e idiotizando lo que han sido o podrían llegar a ser buenas historias que transmitan algo más que el paternalismo insufrible al que, para desgracia del cine, nos tiene acostumbrados. Con visionar los primeros 20 minutos ya es obligada una primera dosis de insulina en vena para contrarestar el pastiche de glucosa con triple de sirope y cubierta de dulce de leche que nos espeta en plena cara sin contemplación alguna. El coma diabético está pues asegurado para cualquier persona con un mínimo de sentido común que intente proseguir con el calvario del visionado del caballito bueno que se va a la guerra. Y encima se cree director de algo...