Cita en Sundown

Un extraño western, de muy poco presupuesto, que Boetticher filmó con Randolph Scott y al que hay que conceder la enorme complejidad psicológica y ambigua con la que logra dotar a los personajes en un film de 77 minutos.
Porque no estamos hablando de un western al uso.
Aunque, aparentemente, el tema principal se haya utilizado mucho en los westerns ( la búsqueda de la venganza por una cuestión de honor)., el tratamiento ( Boetticher dosifica magistralmente la información que suministra en cuentagotas, haciendo que el espectador siga con la mayor intriga la trama) y, sobre todo, la ausencia de maniqueísmo y cierto realismo pesimista, convierten la película en algo más complejo y, ciertamente, incómodo para el espectador que se enfrente a ella.
Scott, con la ayuda de un amigo, se presenta en una ciudad buscando a un hombre para matarle. Lo encuentra, convertido en el cacique de la ciudad, a punto de casarse con una mujer en el día de su boda. Se planta en la iglesia y,,,! adiós boda!.
Creo que de este argumento no se debería contar nada más ya que, en mi opinión, gran parte de la intriga y la comprensión de los matices de los personajes se encuentra en la dosificación de la información que el director nos da.
Siendo, como es, un film completamente masculino, con sólo dos mujeres en el reparto, más una ausente y por la que pivota la trama central, me parece muy interesante el indudable protagonismo que toman éstas en la influencia y devenir de los hombres.( spoiler)
Una cinta de perdedores que luchan por su dignidad pero no ganan. Un pueblo cobarde que había perdido su libertad y gana. Un héroe sin causa y un villano con premio. La verdad frente al honor y cierta misoginia, fruto de la época, en el tratamiento del tema que describen sumado al tono pesimista que subyace en la cinta hacen de esta película algo muy singular que la hace destacar.

De la mano de un clásico del género que toma el pulso a un moderno western donde los roles se tiñen de psicología para conformar una sencilla pero realista y profunda trama sobre el modo de vivir, fundamentado en el hecho que discute el relato, con sobrios caracteres, de si vivir es sólo eso o es indispensable para ello, la dignidad de vivir. Scott es el eterno sufridor, el eterno incansable y su rostro pétreo lo dice todo sin expresar demasiado. Un buen Boetticher. Saludos.

Bonito western, que si bien no es de las mejores de las de Boetticher, sí que es de las más comprensibles en cuanto a la trama se refiere. Y es que el guión de Charles Lang Jr., adaptación de una historia de Vernon L. Fluharty es claro.
Sin embargo (y esto es lo hace particularmente interesante), el personaje de Scott no es del montón, de una línea, sino complejo y rico en matices.
Hay bastante acción, lo que se agradece en este tipo de películas, y está bien rodada.

http://filmsencajatonta.blogspot.com.es

En cada país, en cada ciudad, y a veces hasta en los barrios, es bien común que surja uno de esos tipos prepotentes que se creen intocables y a quienes todo el mundo teme por la maldad de sus acciones; lo elogian y/o respetan de frente para evitar resquemores; y abominan de él a sus espaldas para desahogar la impotencia. Lo quieren muy lejos para librarse del miedo, la zozobra y los abusos… y si es necesario, ¡bien muerto!, porque creen que así volvería la paz.

Pero, ante el poder y las alianzas que maneja el maloso de turno, el pueblo se siente impotente y hasta teme plantear una unión de combate porque, imagina que algún soplón puede surgir y ponerlos en grave peligro. Tampoco confían en las autoridades, porque, con frecuencia, están aliadas a los facinerosos y denunciar ante ellas, puede ser como ponerse una soga al cuello.

Pero, el Universo siempre se juega sus cartas, y cuando menos se piensa, surge ese gran hombre que, protegido por el cielo, abrirá el sendero para que el pueblo se una, y entonces, el mandamás será enfrentado como se debe… y como todo ídolo de barro, caerá de su pedestal.

La literatura y el cine se han ocupado de plasmar la vida de muchos de esos siniestros personajes, y con frecuencia, lo que sucede es fácil adivinarlo: El tirano hace de las suyas… El pueblo se une a su líder… y el malo-malote recibe garrote.

En cambio, lo que sucede en, <<CITA EN SUNDOWN>>, a menos que te lo cuenten… no podrás adivinarlo. Los filmes dirigidos por, Budd Boetticher, tienen un toque de originalidad que nos hace sentirlo como uno de los más brillantes directores que haya tenido el Hollywood de 1950-60 y se ubica también entre los más calificados en el estupendo género western. Lo más especial en él, es que hizo sus películas con austeros presupuestos que las agrupaban dentro de la llamada serie B., y los planes de rodaje duraban apenas unas pocas semanas. Pero, ¡por Dios!, muchos de los que trabajaron en el Hollywood Grande, le quedan chiquitos a este lúcido y creativo realizador.

Sus logros argumentales… sus eficientes puestas en escena… su construcción de personajes con Vida propia… y su eficaz disección de la historia que llegó a conocer o a estudiar, llevan a, Boetticher, a un punto bien alto del arte cinematográfico... y mientras más lo conozco más me encanta ver lo que ha hecho.

El guion, escrito por Charles Lang Jr., basado en la novela, “Decision at Sundown”, que, Vernon L. Fluharty, publicara en 1955, transforma, con suma valía, una historia simple en un estudio de caracteres muy significativo y, Boetticher, impone su sello logrando un desenlace muy original que nos deja bastante sacudidos.

Aquella frase que dice, Bart Allison, en cierto momento: “Cuando un hombre llega muy alto, el suelo lo golpea con más fuerza cuando cae”, es importante tener muy claro a quién o a quiénes hay que aplicársela”… y si de pronto nos toca mirarnos en el espejo… ¡ánimo! que hay mucho que ganar y muy poco que perder.

Randolph Scott (Allison), John Carroll (Tate Kimbrough), Valerie French (Ruby) y Noah Beery Jr. (Sam), entre otros, logran convencernos de que, los personajes que recrean están claramente extraídos de la realidad y son muy dignos de recordar.

Título para Latinoamérica: DÍA DE JUSTICIA

La historia es intensa, está llena de acción y su trama va mas allá que una simple referencia a la ley del revólver. Pero es inevitable no advertir cierta ingenuidad argumental y un indudable tufillo maniqueo que no le favorece.
La película está rodada con solvencia y posee un estilo narrativo correcto que proporciona vibración al relato.
Su planteamiento se encuentra perfectamente ajustado a una graduación de los detalles que redunda en un mayor atractivo.
La caracterización de los personajes describe bien el tenor de las situaciones y la de R. Scott resulta particularmente austera como corresponde a su personaje.
Entretenida e interesante.