El americano impasible

El americano impasible no es un film antiamericano, pero sí antibelicista.
En 1958 Joseph L. Mankiewicz (Eva al desnudo) adaptó una novela de Graham Greene de la que éste no quedó demasiado satisfecho. Lástima que ya no sobreviva, porque seguramente habría salido más contento de esta segunda incursión. A falta de ideas, Hollywood nos sigue bombardeando con remakes. Nada nuevo bajo el sol, salvo que en esta revisión se mejora notablemente lo anterior, proyecto que se quedó anclado en un simple pesimismo vital y moral. La literatura de Graham Greene, a consecuencia de sus innumerables viajes y estancias en lugares exóticos, se nutre mucho de la lucha que sus protagonistas mantienen con el medio, un entorno generalmente conflictivo por el que se mueven a base de impulsos internos y externos, no siempre encaminados a un mismo fin.
Phillip Noyce (El Santo, El coleccionista de huesos) es un director que mantiene apego por las adaptaciones literarias como ya demostrara en Juego de patriotas y Peligro inminente, extensiones si cabe mejoradas de las novelas de Tom Clancy. Esta vez demuestra que es un director con personalidad cuando se enfrenta a una obra más compleja de lo que en él es habitual. Como en la mayoría de los casos, recurre a un sucedáneo de thriller, pero aquí lo reviste de una historia de amor acompañada de un fondo político muy concreto (Saigón, Vietnam, 1952), con lo que dota a sus dos protagonistas de un gran arco de transformación, lleno de matices gracias a la carga emotiva que soportan y las verdaderas intenciones que ocultan.
Dilemas morales
El retrato del exagerado sentido de responsabilidad que los norteamericanos siempre han prestado hacia el resto del mundo se pone de manifiesto al tratar de mostrar la lógica histórica. A este respecto se le aplica un ajuste de cuentas, y lo que queda es el reflejo de un intervencionismo que un día respondió a creencias ideológicas, y hoy se esconde bajo intereses comerciales.
Thomas Fowler es un cínico periodista británico que sólo piensa en la mejor manera de llevar a su amante a Londres. Cuando el idealista empresario Alden Pyle se cruce en su camino, ambos tratarán de resolver sus cometidos y deseos en medio del vacío ético y apocalíptico que los rodea. Las escenas de acción no consiguen exprimir todo su potencial dramático (torreón), pero el buen trata miento de la escena clave (atentado), junto al duelo dialéctico sentimental que Michael Cane y Brendan Fraser bordan (sin duda, lo mejor de la película), consiguen componer un culpabilizador cuadro de remordimientos, expiación y últimas oportunidades que antaño habría conseguido los halagos de la Academia por su logrado aroma clásico.

Una interesante adaptación de la novela de Graham Greene. Como siempre, entre la literatura y el cine hay diferencias para agilizar y explicar algunos procesos. Algunas cosas se pierden; por ejemplo, en el libro la bella Phuong no habla inglés, y como Pyle (Fraser) no habla francés, los intercambios se realizan con la traducción de Fowler (Caine), lo que da lugar a situaciones por momentos tensas y por momentos casi delirantes, imperdibles. Además, la película pierde frente al libro algunos rasgos de humor e ironía que Greene plasma aquí y allá.
Pero más allá de eso la película aprovecha la fuerza visual que puede proveer una situación de guerra: la miseria, la violencia, la muerte absurda; el absurdo mismo de ese acto humano.
Como en toda obra de Graham Greene, los protagonistas ponen aquí en juego los dilemas morales que los empujan internamente. No puedo menos que dejar de trazar un paralelismo con otra gran obra (literaria y luego cinematográfica) como es Sostiene Pereira; también allí vemos la figura de un intelectual que debe dejar de lado su ascéptica observación del mundo que lo rodea para tomar partido.
Una película que, más que por sus méritos técnicos o artísticos, debe ser vista como una toma de posición de un hombre frente a las circunstancias.

Interesante película del, hasta ahora, mediocre director australiano Philip Noyce, que retrata personal e inteligentemente la novela homónima de Graham Greene.
Michael Caine está brillante y Brendan Fraser, dejando sus Momias y Junglas, aporta notablemente su faceta más dramática. La joven vietnamita Do Thi Hai también está estupenda en su papel.
Lo mejor, dentro de los aspectos técnicos, es la fotografía de Christopher Doyle. Como ya es normal, el director fotográfico aporta mucho realismo y enorme belleza a las imágenes, cosa que hace que la película resulte más personal.
Muy buena.

Gran fotografía, buena ambientación. En algunos momento, el espectador se siente transportado a Indochina, con su calor, la humedad del ambiente, el bullicio, etc. Michael Caine - que probablemente sea actualmente mi actor favorito - hace una interpretación propia de su nivel, aunque sinceramente en algunos momentos esperaba un poco más. El doblaje al español en algunos momentos hace estragos. La interpretación de Fraser - criticada bastante - a mí me parece buena. Lo mismo que la principal protagonista vietnamita.

La película tiene dos componentes diferentes: una historia de amor y el trasfondo político social de la Indochina anterior a la guerra de Vietnam. De ambas, me quedo claramente con la primera donde creo que radica el éxito de la cinta.

Es una de esas películas que cuando la ves te dejan un poso de sensación, un sabor a gran película, todos los actores perfectos, sobre todo Caine y una ambientación digna de mencionar.

Brendan Fraser vuelve a demostrar que es un gran actor (ya lo hizo en la imprescindible "Dioses y Monstruos") cuando se deja de Momias y Looney Tunes.

No te la debes perder.