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Kiseki (Milagro)

Drama. Comedia El dúo cómico infantil Maeda Maeda lo componen dos niños que viven separados porque sus padres están divorciados: uno vive con su madre en Fukuoka, y el otro con el padre en Kagoshima. Los dos sueñan con la reconciliación de sus progenitores. Cuando conocen la noticia de la inauguración de una línea de tren que unirá ambas ciudades, se aferran a una superstición, según la cual cuando los primeros trenes se crucen, ocurrirá un milagro. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
5 de noviembre de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra buena obra del hombre que pinta encima de la realidad. Con pulso y maestría, Koreeda ha vuelto a demostrar, como ya hizo en "Nadie sabe", que los niños no son un material imposible para el cine.
Kiseki es una historia hecha por seres inocentes para ser vista por los adultos (que no sabios), para que aprendan y se empapen de lo que han perdido, de cuanto ha desaparecido para siempre bajo el rodillo apisonador de la edad.

Alguien podría pensar que no existen pequeños tan responsables, tan despiertos, tan imaginativos y tan solidarios; yo no soy de esa opinión, más bien creo que hace tiempo que dejamos de mirar y escuchar a quienes tienen mucho que decirnos.

La calidad poética de los tiempos y las imágenes son otra baza que agranda el resultado del creador japonés, componiendo un esperanzador cuadro del porvenir, siempre que a las criaturas no las de por imitar las tristes y estancadas vidas de sus mayores; pero esa ya sería otra película de un género menos amable, hoy nos toca hablar de los milagros.
Sinhué
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14 de abril de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando los padres de, Koichi, deciden separarse quedándose, cada quien, a cargo de uno de los hijos, el primer propósito del pequeño -quien ha quedado con su madre- es reunir de nuevo a la familia… y cuando un compañero de colegio le habla de un deseo que se cumple, un milagro que se produce cuando alguien ve al tren bala cruzarse con el tren que viene en dirección contraria, Koichi, se lo toma tan a pecho que, tal propósito, lo asumirá desde entonces. Pero, su deseo es, en principio, macabro: Como el volcán Fujiyama viene desde hace días arrojando ceniza, él aspira a que haga erupción para que obliguen a desalojar la región, y así, su madre y él tengan que reunirse con su padre y su hermano.

De esta manera, y como ya ocurriera en el filme, “Nadie sabe” (2004), la responsabilidad del hogar vuelve a ser asumida en, <<MILAGRO>>, por el hijo mayor, quien dará un gran ejemplo de convivencia a los progenitores. Pero, el aroma a drama y tragedia que abundaba en aquella impactante película, se convierte aquí en un tono de comedia donde la luz se ve brillar en el mundo exterior. Ya, aquí, los niños serán más afortunados; los abuelos demostrarán que el respeto que se han ganado es el resultado de su entrega y buen ejemplo; y la comunidad (profesores, vigilantes, amigos…) se desempeñarán con la altura necesaria… y entonces, volveremos a congraciarnos con esa sociedad japonesa que tan mal parada había quedado en, “Nadie sabe”, donde nadie quiso enterarse del terrible abandono que padeció un grupo de chiquillos.

<<MILAGRO>>, se nutre de cotidianidad, y procura recuperar esos felices días cuando, el compartir, se hacía frente a frente y en grupos de la misma generación; cuando la calle, el café o el parque servían para departir y gozarse la vida… y cuando pensábamos en el bien común y no tanto en el individual.

Con una agradable banda sonora y una luminosa ambientación, el filme acompaña la vida de los abuelos -y, ¡claro!, la de los chicos-, y cuando es necesario, los junta para demostrar que estos cuentan con aquellos y que, así unidos, es como la vida adquiere su más alto sentido.

"No es un filme de aventuras juveniles -declaraba el director Hirokazu Koreeda-, es un viaje iniciático que sirve a los niños para comprender que, en la vida, hay cosas mucho más relevantes que aquellas que tanto nos preocupan. Se darán cuenta de que, el milagro no está en la aventura sino en su vida cotidiana”. (1) Y, creo yo, también se darán cuenta de que, cuando los demás creen en nosotros, también nosotros aprendemos a creer en nosotros mismos.

Como es habitual en, Koreeda, gran trabajo el que logra con los pequeños adecuando la historia y los diálogos a su propia personalidad, y por esto, necesario es resaltar la labor de Kôki Maeda (Koichi), Kyara Uchita (Megumi) y Oshirô Maeda (Ryu), entre otros.

(1) Joan Sala. Filmin 20/04/2012
Luis Guillermo Cardona
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22 de abril de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como un cuento de niños: inocente, esperanzador y, principalmente, ilusionado. Así es el último largometraje del director japonés Hirokazu Kore-eda. Después de aquella sorprendente e inigualable Air Doll (2009), el oriental excava en lo más profundo del espectador para, con simpleza y sinceridad, extraer al alter ego más niño y lo sienta en la butaca del cine.

Unos padres que se separan, dos hermanos que se distancian y una ilusión que se convierte en deseo más allá del pensamiento: volver a juntar a la familia. Alrededor de esta cumbre escalan los dos protagonistas del film, a pasos cortos y pausados, mientras confían en que si piden su sueño cuando se cruzan dos trenes de alta velocidad, éste no podrá resistirse y se hará realidad.

Kore-eda guía al espectador por los caminos cotidianos que recorren los dos jóvenes mientras en su cabeza no hace más que repetirse el mismo ideal de unión. Más que el viaje físico que llevan a cabo los dos, el éxodo que queda resaltado es el que realiza la infancia hacia la madurez (en pequeña escala). He aquí un buen ejemplo de esa indispensable evolución de los protagonistas en el transcurso de un guión para que éste parta con buena base.

Tras la recomendable muñeca hinchable que rompió los esquemas de muchos cinéfilos, se echa en falta esa fotografía atractiva e imantada que acompañaba a la lentitud de la obra; esa compañera que aligeraba las horas de los personajes que esta vez se hacen, por momentos, demasiado largas.

Con dos actores principales que son hermanos en la vida real y que chapotean en chispa tanto cómica como interpretativa, Kiseki no logra ser un milagro en sí misma pero saca a la luz esa faceta de aquel soñador entusiasta que espera ver una buena película. Y este deseo sí se cumple.
alegar373
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18 de enero de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El prestigioso director japonés Kore-eda nos trae su último trabajo, una película familiar (casi infantil) cuyo argumento no puede ser más sencillo.

Dos hermanos viven separados tras el divorcio de sus padres. El hermano mayor vive con la madre (Nene Otsuka, Hero) en Kagoshima (en la isla de Kyushu), mientras que el pequeño lo hace con su padre (Joe Odagiri, Air doll) en Osaka. Aunque hablan por teléfono casi a diario, los hermanos llevan meses sin verse y ambos echan de menos vivir juntos con sus padres.

Está a punto de inaugurarse una nueva línea de tren bala (shinkansen) y corre el rumor de que, durante el primer viaje, en el preciso instante en que ambos trenes se crucen, se liberará energía suficiente para producir un milagro y cumplir los deseos de quienes presencien el acontecimiento. Ambos hermanos comienzan a idear un plan para calcular el lugar exacto y viajar a ese punto para pedir que sus padres vuelvan a vivir juntos.

El planteamiento me ha parecido original, pero la idea no está todo lo bien aprovechada que se podría. Por momentos resulta pesada y sus más de horas se hacen largas, sobre todo por las muchas escenas de relleno que inundan la primera parte de la cinta. En cambio, el último tercio se hace mucho más ameno.

No es exactamente un título infantil, pero a veces lo parece. El hecho de que los protagonistas sean niños y las aventuras que corren en la parte final son elementos propios de una película de televisión en horario infantil. Por cierto, los hermanos están interpretados por los también hermanos Maeda, miembros del dúo de cómicos Maeda-Maeda, muy conocidos en Japón.

Además de los hermanos, varios amigos de cada uno de ellos se unen a la aventura, cada uno con su deseo. Esa parte me ha gustado bastante, aunque en sí la película es floja para lo que nos tiene acostumbrados Kore-eda.

Es más, yo he caído en la trampa de dejarme engañar por la idea argumental (interesante) y por un reparto con muchos rostros conocidos. A los mencionados Otsuka Nene y Joe Odagiri, hay que añadir a Hiroshi Abe (Still walking) , que hace de profesor de uno de los niños. Sin embargo, los protagonistas son los niños, quedando padres y profesor en un plano muy (pero que muy) secundario. A eso le llamo yo aprovecharse de unos nombres para promocionar una peli...
Roberto_
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3 de junio de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una película en la que conviene estar muy atento pues está llena de detalles que acaban por dar forma a las pequeñas historias que conforman el global del relato. Todas ellas bajo el denominador común de estar narradas bajo un punto de vista infantil lo que le da el encanto y la ternura que empapa cada fotograma. Hirokazu Koreeda se sirve de la naturalidad y el desparpajo de sus jóvenes protagonistas para hacer un retrato en el que la inocencia acaba dejando paso al desencanto, reflejado perfectamente en la evolución del personaje de Osako,el mayor de los dos hermanos. Pese a ello estamos ante una película que desprende optimismo, un ejercicio de memoria hacia épocas en las que los sueños parecían destinados a hacerse realidad. En este aspecto el contraste entre la vitalidad y el coraje de los niños frente a la resignación de los adultos es evidente, con la excepción del abuelo y su obstinación en volver a hacer los mismos dulces de antaño. Pero antes que nada “Kiseki (Milagro)” se erige como una apasionada oda a los lazos familiares. La escena en la que ambos hermanos se ceden las migajas de las patatas fritas es una de las muestras de amor fraternal más conmovedor vistas en el cine en los últimos años.

Lo mejor: el encanto de los dos hermanos protagonistas.

Lo peor: un metraje excesivo.
AMQE
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