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Kiseki (Milagro)

Drama. Comedia El dúo cómico infantil Maeda Maeda lo componen dos niños que viven separados porque sus padres están divorciados: uno vive con su madre en Fukuoka, y el otro con el padre en Kagoshima. Los dos sueñan con la reconciliación de sus progenitores. Cuando conocen la noticia de la inauguración de una línea de tren que unirá ambas ciudades, se aferran a una superstición, según la cual cuando los primeros trenes se crucen, ocurrirá un milagro. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
20 de septiembre de 2011
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hirokazu Koreeda es sin duda alguna uno de los grandes nombres propios del cine japonés reciente, un cineasta reputado que se ha paseado por los festivales más importantes del globo (obteniendo además premios en ellos, como el León de Plata con su debut en Venecia) y que a pesar de su corta carrera ya ha ofrecido obras mayores que le acreditan como una apuesta prácticamente segura. En esta ocasión ha dirigido "Kiseki" (Milagro), película protagonizada por el dúo cómico japonés "Maeda Maeda" formado por dos hermanos y que compite este año en la sección oficial del festival de San Sebastián. Con un tono mucho más amable que el resto de su cine (incluso más que "Hane", que ya era bastante ligera), lo que encontramos aqui no es tanto una exploración sobre el mundo de la infancia sino una pequeña aventura con elementos de cine familiar que se destapa como la película más insustancial de su director a pesar de tener algún momento bien llevado.

Reduciéndola, dejándola en una simple idea, poniéndole una etiqueta, podríamos hablar de "Kiseki" como una película de Disney Channel a la que le han extirpado las canciones (no así la intrusiva música en algún momento). A cambio ganamos una buena dirección del japonés y un grupo de actores que funciona casi en todo momento, a pesar de la estridencia de alguno de los niños. No lo hacen mal, ni ellos ni los mayores, aunque tampoco podamos hablar de grandes papeles ni nada similar. Tampoco se busca pues como se ha dicho, no deja de ser una película familiar dirigida a todos los públicos, que eso sí tiene algún problema de ritmo (dura más de dos horas y cuenta una anécdota), amable, sencilla, pero rara vez emocionante. La historia de dos niños de padres separados que deciden pedir un deseo (cada uno tiene uno, aunque el que les lleva a tomar la decisión es el "estar juntos") funcionaría mucho mejor en otro formato, con menos duración, un poco más de introspección en sus vidas y menos relleno que no lleva a nada. "Kiseki" no es una mala película pero a su realizador hay que exigirle más. Correcta pero insustancial; para pasar el rato.
Caith_Sith
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7 de mayo de 2012
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas nos conmueven por motivos que desconocemos. De hecho, una de las frases más usadas por cineastas y maestros del cine es “no existe la fórmula definitiva”. Por supuesto, esto no impide que sí existan ciertos métodos, teorías e incluso pequeñas fórmulas para facilitar el entendimiento e incluso garantizar cierto entretenimiento. Pero rara vez podremos hablar de métodos universales.

Uno de los mayores hechizos del cine reside en su flexibilidad. Ciertas fórmulas pueden desagradarnos profundamente en ocasiones y hacernos llorar de emoción en otras.
Pero paradójicamente, en la mayoría de las grandes obras el mismo autor desconoce el secreto de su logro (véase como ejemplo la respuesta que Raymond Chandler dio a Howard Hawks cuando éste le preguntó cómo funcionaban los incontables giros de su novela: “no tengo ni idea.”).

Vaya por delante, es cierto que Hirokazu Koreeda es un excelente director de actores que domina la planificación. Es cierto también que conoce el secreto de los encuadres y que descubre en cada plano el rincón adecuado donde colocar la cámara para proporcionarnos el mejor punto de vista. Es cierto incluso que Koreeda posee un don para dar a sus filmes el tempo perfecto, sin el cual estos carecerían de encanto.
Pero a decir verdad, no creo que exista explicación alguna sobre porqué su cine posee tal magia, como tampoco creo poder explicar en palabras que su última película me conmoviera tan profundamente.

Kiseki es una película sencilla y profunda. Logra plantear situaciones familiares complejas sin caer en el almibarado ni tampoco en el catastrofismo. Para Koreeda la infancia puede ser hermosa a pesar de contar con un padre irresponsable o una madre que cuestione nuestros sueños. La infancia, de hecho, es algo abstracto que solo los niños ven; algo capaz de traer, a modo de antídoto, magia y fantasía en las situaciones tristes. También es el motor de la diversión y de las aventuras, que funciona a modo de enlace irrompible entre los dos protagonistas combatiendo la distancia que los separa.

Podemos encontrar explicaciones estructurales y estilísticas que nos ayuden a descifrar parte del encanto de Kiseki, pero lo mejor de la película es su facilidad para convertirnos en parte de la historia, algo que hace de una forma casi imposible de describir. No existe formula alguna para conseguir la poesía que rodea el cine de Koreeda, ni tampoco existen palabras para expressar porqué Kiseki fue capaz de convertirse en una de estas películas que cada vez más me cuestan encontrar: una de aquellas que, sin explicaciones complejas, llega al corazón con facilidad pero de forma profunda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Martí
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23 de abril de 2012
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sencillez siempre ha formado el círculo de lo infravalorado, de aquellas que han calificado como obras menores de grandes cineastas. Hirokazu Kore-eda no ha sido una excepción con una cinta compuesta por la ingenuidad, inocencia y deseos de dos hermanos separados por la distancia y unos padres divorciados. Un volcán que no para de escupir cenizas, un abuelo obsesionado con los dulces tradicionales, una abuela que quiere aprender a bailar el hula y una madre que busca rehacer su vida suponen los contrates con otro hermano menor, que vive con su infantil padre que intenta meter la cabeza en el mundo de la música. Mientras el primero es inconformista con su situación y busca el ‘milagro’ para revocarla, el segundo es feliz con sus amigos y ayudando a su padre tanto en la casa como en los conciertos que da su grupo. “Kiseki (Milagro)” pretende explorar el milagro de la simpleza tanto dentro y fuera de la pantalla. Conseguir que de las pequeñas cosas ocurran otras mayores e irreales en los marcos de la realidad.

Algo sencillo puede ser un milagro, como trenes, destinos, raíles y mundos que chocan y se cruzan para formar otros. Con un argumento compuesto de la premisa anterior se establece que dos trenes de alta velocidad, que inaugurarán una nueva línea, se cruzarán en un hipotético punto. Cuando los trenes bala se encuentren bastará estar presente allí para formular un deseo. Las metáforas entre trenes, destinos, niños e intersecciones son obvias. Se respalda en canciones de Quruli, secuencias de montaje y la universalidad de la historia, que se entrelaza desde el sentido y germen más precoz, la infancia. Es momento de aprender de los viajes y de las experiencias. Los deseos tal vez no cambien el mundo pero sí a nosotros mismos y nuestra perspectiva de la vida. Crecer, madurar y continuar el camino de esas vidas, que forman un agradecido milagro, para los que presenciamos ese cruce de ‘niños bala’. No se olvide de pedir su deseo antes de que finalicen los títulos de crédito.
Maldito Bastardo
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5 de junio de 2012
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra hermosa fábula de amistad, amor y compromiso made in Japón.
Es que tal cual vengo destacando ultimamente, los nipones se encuentran en un momento espléndido de su historia cinematográfica, con films que se vuelven clásicos instantáneos.

Nuevamente el director de Air doll, Hana, Nadie Sabe y Still Walking nos enternece con protagonistas que no superan los 11 años de edad.
Tal cual ocurrió con El verano de Kikujiro o Nadie Sabe, los protagonistas son niños y lo hacen, seamos justos, mucho mejor que varios adultos.

Es la historia de dos hermanos que viven separados por distancias, ya que al divorciarse sus padres el más pequeño se quedó con su padre y el mayor con su madre.
Se hablan por teléfono a diario para contarse sus anécdotas (ambos tiene celulares), cada uno tiene sus amigos pero en silencio parecen extrañarse.

Un día anuncian que el tren bala llegará a Japón.

El hermano mayor (quien además es el que más sufre la separación de sus padres) escucha en el colegio que en una ciudad particular del recorrido del tren bala, se cruzarán por primera vez el tren que va hacia un lado con el tren que va hacia el otro.
Escucha, además, que en ese preciso instante en que ambos trenes se crucen se puede pedir un deseo que será concedido.
Entonces el hermano mayor decide pactar un encuentro en esa estación intermedia con sus amigos y con su distante hermano para poder pedir que su familia vuelva a estar junta.

Hermosa, bella, tierna, sensible. Así es Kiseki (Milagro), que nos deja un mensaje invaluable a los adultos, impregnados de tanta sociedad que da asco.
En este caso, los niños (y obviamente Hirokazu Koreeda) nos dan una lección que queda en la memoria.
Recomendadísima. Nota: 8.5
Serginhio
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25 de julio de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director Hirokazu Koreeda, conocido por sus numerosas obras como “Still Walking”, “Hana”, “Nadie Sabe”…etc. Firma esta obra entrañable protagonizada por el dúo cómico infantil Maeda Maeda. Presentó su buen hacer en la 59 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, en cuya sección oficial a concurso fue esta película una de las favoritas, sobre todo para el premio a su director, pero finalmente tuvo que conformarse con el premio a su guión.

La mágica historia de la película gira en torno a los dos niños protagonistas, dos hermanos que sufren la separación debido al divorcio de sus hacedores y ven cómo la distancia se abre entre ellos al ir uno a vivir a Fukuoka con la madre y el otro a Kagoshima con el padre. La comunicación entre ellos es continua y la voluntad de reunirse y conseguir que su familia vuelva a ser una única unidad es enorme. La solución a sus anhelos parece materializarse con la inminente apertura de la línea férrea que unirá las ciudades donde ambos habitan, pues una leyenda versa que, cuando los trenes en ambas direcciones se crucen un milagro puede ocurrir y los deseos verse cumplidos. Pronto comenzarán a urdir planes para hacer de este mito, una realidad.

“Kiseki” es una dulce fábula sobre la familia y los lazos que la unen, sobre la amistad, sobre los sueños. Una película cargada de sensibilidad pero alejada del melodrama y la lágrima fácil, libre de sentimentalismos inútiles y de moralejas ni valoraciones morales, pero más que capaz de conmover y emocionar, mas sin perder la sonrisa.

Un valor destacable de la película es su íntegro reparto (Ohshirô Maeda, Koki Maeda, Hiroshi Abe, Jô Odagiri, Yoshio Harada, Masami Nagasawa, Yui Natsukawa, Kirin Kiki, Isao Hashizume, Nene Ohtsuka) que realiza unas actuaciones dotadas de una naturalidad que traspasa la pantalla, que añade un plus de “verdad” a esta historia. Por supuesto, sobre todos ellos, los dos niños protagonistas y motor de la historia, consiguen una galería de matices en sus actuaciones que despiertan la empatía y complicidad del público desde la primera escena.

Si algo se puede decir en su contra es que el desarrollo, así como el desenlace, del film está alargado en exceso, y no siendo una historia demasiado compleja implica un ritmo tan pausado que puede llevar al espectador al tedio. Bajo mi opinión personal, y pese a valorarla, en su conjunto, como una buena película, opino que debiera ser más ágil y que contar lo mismo en un espacio de tiempo más reducido hubiera generado una mayor sensación de satisfacción a un espectro mucho más amplio de público. De cualquiera de las maneras, Koreeda vuelve a firmar un producto de calidad y demostrar su buen hacer para el cine. Interesante.

-Enoch-
RavenHeart
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