Kiseki (Milagro)

Lo que hoy llamamos familia se aleja mucho de lo que nuestros padres y abuelos conocieron como tal. Precisamente ha cambiado tanto que, incluso, lo que más llama la atención es que sea un fenómeno tan universal. La familia de hoy no está compuesta por padre, madre e hijos, sino por individuos aparte que se realizan al margen y se desarrollan en la soledad de sus caprichos. Esta es una película que retrata este fenómeno, pero lo hace desde la perspectiva de los niños. Gracias a ellos y a esas impecables actuaciones se va yendo esta historia.
Es un filme que podríamos denominar cándido, noble, hasta tierno, tiene ese marcado paso por los deseos de los niños de revivir la familia que ya no puede ser. Lo que tal vez engola la historia es que se alarga innecesariamente y se pierde en reiteraciones que ya estaban más que marcadas desde el comienzo.

Le pongo un 5 por la última hora, que es lo más destacable de la película. A punto he estado de quitar la película tras la primera media hora, porque la verdad es que el ritmo es muy lento y esta llena de detalles totalmente prescindibles que alargan el film más de lo necesario.

Lo mejor: La historia es original, tierna y bonita. Los niños protagonistas, sobretodo el hermano pequeño, hacen que sigas viendo la película, le llegas a coger incluso cariño. La moraleja final del film.

Lo peor: Es excesivamente larga. Hay situaciones y reacciones de algunos personajes que se me escapan, no sé si serán diferencias culturales, pero me han sacado un poco de la historia.

El director nipón Hirokazu Kore-eda se ha convertido en el Ozu del siglo XXI; gracias a una consolidada trayectoria compuesta por acertadas disecciones familiares en el país del sol naciente.Ya logró cautivarme con “Aruitemo Aruitemo”, pero esta vez supera mis expectativas con esta historia, parecida a la de la película anterior en temática pero muy diferente en enfoque.

Koichi y Ryu son dos niños hermanos, fruto de un joven matrimonio roto. El mayor vive con su madre en la casa de sus abuelas, en una ciudad que reposa en la ladera de un volcán sobre la cual cae ceniza día tras día. Ryu vive con el padre en otra ciudad. La madre trabaja de asistenta y el padre es un músico de rock fracasado, de modo que Koichi y Ryu se han visto forzados a madurar antes de tiempo para tirar de su conflictiva situación familiar. A ninguno les convence su nueva situación, y Koichi en particular desea que el volcán entre en erupción para que arrase la ciudad y todos vuelvan a Osaka. Así que cuando descubre que, si pides un deseo en el momento en que dos trenes balas se cruzan, este se cumple, decide lo que debe hacer. Ryu y Koichi acuden a la cita con sus respectivos amigos , donde viviran una aventura en la que, aunque no se cumplan sus deseos, les demostrará que hay luz al final del túnel.

Kore-eda realiza un filme costumbrista, donde una vez más se retrata una familia descompuesta (donde los personajes, como en Aruitemo aruitemo, no paran de comer). Pero en esta ocasión el drama es sustituido por una película terriblemente optimista con geniales detalles cómicos. Además nos encontramos con tipo de película muy particular; la historia se nos narra desde la perspectiva de los niños , absolutos protagonistas (un grupo con miembros bien definidos y un carisma que nada tiene que envidiar a los chicos de Cuenta conmigo y Los goonies). Además esta es una de las películas que he visto en las que se “occidentaliza” a los japoneses, pues acostumbrados a contemplar a seres radicalmente distintos nos encontramos con unas personas que se diferencian de nosotros básicamente en la alimentación.

También es cierto que el film coge fuerza cuándo empieza a confeccionarse el plan de escapada, tras una primera hora realmente lenta (el metraje es demasiado largo para una película de estas características). El filme adolece además de un exceso de planos silenciosos con música “buenrollista”, un recurso muy manido. El montaje es simple (algunas escenas podrían retirarse) y chirriante en ocasiones (los cambios de planos en la escena en la que los niños se confiesan sus respectivos deseos).

Kiseki es una película muy bonita y optimista, que aporta esperanza en los humanos y nos demuestra lo profunda que pueden llegar a ser las interpretaciones de los niños.

No es lo mejor de Koreeda, pero es una película notable por muchas razones. Primero, la difícil sencillez con la que está rodada, con algunos planos generales realmente conseguidos.
Segundo, por la actuación de los niños y las niñas. Los dos hermanos, sobre todo el mayor, actúan de manera sorprendente y eso es mérito del director.
Tercero, por reflejar un trozo de vida tal como se da con frecuencia, en este caso la separación de una pareja y de sus hijos (uno para el padre y otro para la madre). Y el cariño entre los dos hermanos, separados.
Cuarto, por la finura en analizar los sentimientos, las decepciones, las ilusiones que que quizá no se cumplan nunca, los sueños de la infancia.
Veo, una vez más, que Koreeda se inspira en Ozu: películas de la vida cotidiana, sin grandes dramas, sino el ron ron cotidiano.

La infancia es un referente repetido en muchos directores y de difícil concreción sin caer en una nostalgia azucarada con mirada de adulto. El ejemplo más cercano sería el fiasco de "super 8". Conseguir transmitir magia a partir de imágenes filmadas no es sencillo y parece ser que no hay estándares prediseñados. El fenómeno sucede y parece como si nadie sepas cómo ha sido. En la cinta que nos ocupa esta magia se repite de forma generosa y, además, todo está impregnado de una mirada de niño próxima, creíble y desligada de las convenciones adultas.
La narración en muy simple alrededor de la preparación y realización de un encuentro especial entre dos hermanos separados por el reciente divorcio de los padres y que aspiran a reunir de nuevo el grupo idealizado de la familia de cuatro miembros. En la aventura los ayudan algunos adultos -los abuelos y una maestra- y los acompañan un grupos de amigos que aportaran mucha riqueza a todo el episodio. No esperaremos fuegos de artificio ni situaciones cómicas o estrafalarias. Estamos ante auténtica poesía de la cotidianidad infantil vista con la inocencia de sus ojos donde todo es posible y cualquier deseo todavía es realizable con todo el empeño y una buena dosis de imaginación. El mundo puede esperar un tiempo antes de abocarnos a la cotidianidad llena de frustraciones ineludibles.
También hay que destacar la impecable dirección de los dos hermanos protagonistas y todo el grupo de niños que los acompañan. Hacer mención de la dificultad de esta faceta es reiterativo pero en este caso sería muy injusto excluir el comentario.
Estamos ante una película aparentemente sencilla y profunda al indagar en las fantasías y las abstracciones que llevan al grupo hacia la aventura. Una cinta que nos hace partícipes en forma de evocaciones de la propia niñez a partir de los numerosos paralelismos que podemos construir a pesar de mostrar situaciones de una cultura más bien lejana. Estos "universales emotivos de niñez" es lo que consigue Hirokazu Koreeda comunicar magistralmente de una forma poética y sutil a pesar de la excesiva duración de algunos episodios y el alargamiento innecesario del final.
Sin ningún tipo de duda recomendamos esta cinta a los amantes de las evocaciones delicadas y ritmos pausados muy alejado del efectismo de la acción frenética.

En catalán: http://gmapesa-somni.blogspot.com.es/2012/08/kisaki-magica-infantesa.html