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Locuras de verano

Romance. Drama Jane Hudson, una solterona americana de 40 años, decide ir a pasar unas vacaciones a Venecia. Llega a la ciudad de los canales con la esperanza de encontrar el amor que tanto tiempo ha estado buscando. Impresionada por la belleza de la ciudad, paseando va a parar a la tienda de Renato, un encantador anticuario que transformará su solitaria estancia en una inolvidable experiencia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
18 de mayo de 2011
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Justo antes de la etapa más famosa de David Lean, que dejó para la posteridad grandes y grandiosas películas como El Puente sobre el río Kwai, Lawrence de Arabia, Doctor Zhivago o Pasaje a la India, el director estuvo al frente de esta película, más humilde, pero con el mismo poder evocador y paisajístico, que es Summertime (mejor obviar su traducción al español).

Dentro de ese subgénero turístico tan habitual del cine de Hollywood sobre americanos que viajan por el mundo (y curiosamente muchos de ellos, a Italia), Summertime es sin lugar a dudas una de las cintas que mejor reflejan la cultura de un país o de una ciudad desde los ojos de un extranjero.

Porque es innegable que Venecia, en este caso, es un protagonista, como cualquier otro actor de la cinta. Y lo bueno de la película es que Venecia no sólo es el lugar en que ocurre la historia, sino que es un personaje en si mismo, una entidad cargada de contradicciones y sentimientos encontrados, capaz de devastar la estabilidad de cualquier ser medianamente sensible por su sobrenatural belleza.

En este sentido, la relación de la protagonista, una espléndida Katharine Hepburn, con Venecia, es de lo mejor de la película, pues es en ese extraño vínculo que se crea entre la mujer y la ciudad donde encontramos el sentido general de la misma: las heridas del tiempo en nuestros cuerpos, la belleza que no se sabe apreciar, la soledad y la melancolía más embriagadoras... Todos conceptos no fáciles de captar y mucho menos de interpretar, pero que la actriz, evidentemente, borda.

Pero Summertime no es, desgraciadamente, una obra maestra. El peso del tiempo en que se realizó se hace evidente en ciertas concesiones moralistas producto de la mentalidad de entonces y en el escaso desarrollo de los personajes secundarios, alguno de ellos interesantes y alguno insoportable.

Pero sólo por ver, por sentir, Venecia y por escuchar determinadas frases cargadas de inteligencia y sensibilidad de la boca de una actriz tan grande como Hepburn, este paseo por la ciudad de los canales merece absolutamente la pena.
jaly
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28 de julio de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Lean nació en el seno de una familia cuáquera inglesa en 1908. Su tío le regaló a los 12 años una cámara y su ama de llaves, muy aficionada al cine, le contaba las películas que veía. Ambas circunstancias marcaron su destino. Su estricta educación no le permitió asistir a una sala cinematográfica hasta los 17 años. A partir de entonces se dedicó por entero al cine al encontrar empleo como montador en unos estudios. Durante su época inglesa dirige películas muy interesantes como Breve encuentro, Cadenas rotas y El déspota. A partir de ahí trabaja fuera de su país. Locura de verano, rodada en Venecia, es su primera película en esta nueva etapa. Le seguirían superproducciones que han quedado como hitos en la historia del cine: El puente sobre el río Kwai, Lawrence de Arabia, El doctor Zhivago, La hija de Ryan y Pasaje a la India. Para rodar estas películas David Lean estaba expuesto a todos los avatares. “Sólo trabaja en la incomodidad. Le gusta vivir en una tienda de campaña, sin agua ni luz, en condiciones muy exigentes. Yo, en cambio, sólo puedo rodar con agua corriente y el International Herald Tribune; si no, me siento sucio y mal informado», afirmaba con ironía el maestro Billy Wilder refiriéndose al director británico.
Locuras de verano es un canto a los viajes, otra de sus aficiones. Los viajes en tren, así comienza y acaba esta película. Él lo decía en una entrevista: “No sé por qué pero hay trenes en la mayoría de mis películas. Supongo que es por el niño que hay en mí, he tenido trenes de juguete desde pequeño. Igual se trata de algo particularmente inglés, pero no lo creo.
Katharine Hepburn llega a Venecia en tren, asomada a la ventanilla cámara en mano, filmando todo lo que ven sus asombrados ojos. Radiante de felicidad. La luz del mediterráneo, los canales, las palomas revoloteando, las terrazas, la ciudad entera le conquistan el espíritu.
Se aloja en la pensión Fiorini al pie mismo de un canal. En la terraza de la pensión, oyendo las canciones napolitanas que cantan los ocupantes de las góndolas que pasan, Jane, siente la llama del amor. Está en Venecia pero se siente sola. Su corazón viene de EEUU endurecido por alguna dura experiencia pero Venecia se lo ablanda. A ello va a contribuir la ciudad con sus encantos y un anticuario, también con amores contrariados. El regalo de una gardenia desencadena una hermosa historia de amor. Y el tren y esa flor serán al final de la película dos elementos esenciales. El que vea esta película y no sienta deseos irrefrenables de ir a Venecia carece de sensibilidad. Es una tentación, aunque no encuentre sentada en una de sus terrazas a la elegante y serena señorita Jane tomando un café. Seguro que éste fue unos de los viajes más inolvidables de David Lean.
Mario
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31 de mayo de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Summertime' es una de las películas menos conocidas de David Lean. Y también una de sus mejores. La "Venecia de postal" está ahí sólo para aportar un juego de contrastes: cada punto luminoso de la ciudad entronca con un rincón oscuro del estado anímico de la protagonista. Katharine Hepburn nos lleva por un recorrido en el que hay miedo al amor y el tipo de soledad que más duele (aquella que sobreviene cuando toda la gente de alrededor parece querer recordarte lo que no tienes), pero con un subtexto esperanzador.

Así como estos solitarios son sensibles a la tristeza, tanto más lo son al amor. Y cuando este finalmente llega, son capaces de experimentarlo en modos y profundidades inaccesibles para esas parejas aparentemente felices a las que antaño envidiaban.
Cinematic
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31 de enero de 2009
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si alguien tiene pensado ir a Venecia, sea cuando sea, lo mejor es que se ponga esta cinta tranquilamente y vaya disfrutando de todos y cada uno de los planos que nos ofrece el director. La historia de amor entre la señorita entrada en años y el apuesto italiano con problemas matrimoniales, es la excusa perfecta para empaparnos del agua de Venecia. Para volver a Venecia mañana mismo.
angel
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2 de enero de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jane Hudson, es ya una mujer madura cuando ha logrado reunir el dinero suficiente para realizar su soñado viaje a la romántica Venecia. Sigue soltera, y ha decidido hacer sola este viaje, porque le gusta conservar su independencia. Se hospeda en el hotel Fiorini, donde se hará amiga de la propietaria, y pronto sale a recorrer aquella singular y poética ciudad en la que abundan los enamorados que pasean en góndola por los canales. Tras hacer amistad con los simpáticos esposos McIlhenny, y con Mauro, un recursivo chaval vendedor de baratijas, miss Hudson conocerá al vendedor de antigüedades Renato di Rossi… y comenzará así un despertar de sentimientos y emociones que la harán ver los colores del cielo que aún no había visto, y le permitirán maravillarse con aquella magia que, entonces, transforma a la cálida Venecia.

David Lean vuelve a jugársela con un tema que ya había forjado una de sus más encantadoras y románticas películas: “Breve encuentro”. Y otra vez se ocupa del amor entre seres ya maduros que aún conservan en sus corazones el hálito del enamoramiento. Éste, como aquél, es un filme para mayores, quiero decir, para aquellos que tienen grandes aspiraciones respecto del amor y, contra toda debilidad, saben volver al cauce del equilibrio y el auto-respeto. Porque, el mayor alcance de la libertad es elegir la dirección correcta aunque ésta vaya en contra de mis propias ansiedades.

Katharine Hepburn recrea a un mujer colmada de ilusiones y esperanzas, pero dispuesta a ser ella misma en su más plena esencia. Y Rossano Brazzi es el hombre que vuelve a creer en el amor, sin comprender que ha dado inicio a un nuevo proceso sin haber concluido el que ya tiene iniciado.

La película está basada en la obra de Arthur Laurents que Shirley Booth representara en los escenarios, pero Lean y Bates han hecho un guión bastante personal, limando debilidades y fortaleciendo el encanto de esa mujer que vino a Venecia con la esperanza de alcanzar el cielo y, con su gracia, consigue acariciar a una estrella.

Es este un filme que recomiendo a todas aquellas mujeres que –ilusamente- ven, en su relación con un hombre casado, una seria posibilidad de encontrar su propia felicidad.

Título para Latinoamérica: “LOCURA DE VERANO”
Luis Guillermo Cardona
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