A través del espejo

Tendría que haber una ley contra la venta de guantes a los asesinos. Thomas Mitchell dice esa frase y te deja K.O. a los quince segundos del primer round. Más tarde dice que les pondrá un número como a los futbolistas y ya te tienen que dar la extremaunción. Luego de que haya llegado la ambulancia con el oxígeno ves a dos gemelas que son iguales a dos gemelas muy iguales. Este tío es un monstruo y muchos sin enterarse. Muchachos que este tío es un fuera de serie y todavía estáis con la caraja. Dejar de beber anís Chinchón y pasaros al agua mineral. Robert Siodmak cuando nació comió algo especial que la inmensa mayoría no comió. Los del Chinchón son caso aparte e ilustran el triste vivir de unos acémilas. Olivia de Havilland no sé ni me importa sus problemas con su hermana Joan Fontaine. Lo único que sé es que era mejor actriz y más guapa. Y encima aquí se la ve el doble mejor actriz y el doble más guapa.

Debo empezar diciendo que no soy del todo objetivo con la crítica de esta película, sí, lo reconozco, no me gustan los gemelos y por supuesto las películas que tratan sobre ellos tampoco.

Me dan mal rollo, eso de compartir útero ya es de por sí complicado, pero lo de la afinidad genética y de comportamiento ya es de película de terror. ¿Saben que si uno de los dos es homosexual las posibilidades de que el otro sea también son casi del 100%? No sé, a mí me pone los pelos como escarpias.

Y eso que esta película es de lo mejor que se ha hecho jamás sobre el tema, tiene casi todo bueno, final sorprendente, temazo musical de Dimitri Tiomkin, dirección extraordinaria de Robert Siodmak –pedazo de director- e interpretaciones soberbias de Olivia de Havilland, Thomas Mitchell y Lew Ayres –este último se sale-, pero la historia a pesar de ser buena es un tanto ingenua, pero se compensa con un ambiente expresionista alemán unido con cine negro policiaco que queda muy bien, el propio Alfred Hitchcock reconoció que siempre fue una de sus películas favoritas, y en “Crimen perfecto” copia la idea de las tijeras por ejemplo.

Pero no puedo evitar ser muy personal en mi apreciación, primero porque Olivia de Havilland no fue nunca santo de mi devoción y verla por partida doble aún menos, aunque su trabajo es bueno, pero su aspecto de profesora de Religión de enseñanza media en un colegio privado nunca me convenció y sobre todo porque el mundillo del psicoanálisis al que estuve enganchado durante mucho años de mi vida me ha decepcionado profundamente. Los psicólogos se han cargado tantas cosas en cincuenta años que necesitaremos una era geológica para volver a poner las cosas en su sitio.

Hubo un tiempo en que, al menos en el cine, las mujeres tomaban decisiones que las colocaban lejos del estereotipo de sexo débil. Por aquellos días más de uno, al acabar una sesión en la que una vampiresa, una viuda negra o una dulcísima mantis hacían de las suyas, miraría con cierta desconfianza a su pareja. Ellas eran tan irresistibles, tan convincentes y, en teoría, tan inofensivas, que era fácil dejarse envolver y prepararse con placer para un larguísimo sueño eterno.

Siodmak, el alemán que hizo sus mejores pelis en USA, también dió a la mujer el protagonismo que exigían las obras de cine negro, que solo hubiera sido gris sin la participación de estas rutilantes estrellas, que lo fueron en gran medida gracias a sus rergistros de "femme fatale". Tal era el atractivo de estas peligrosas damas, que nosotros, los espectadores, que sabíamos por lo general que sus besos eran venenosos, ardíamos en deseos de ser besados. Y es que en el campo de la seducción las mujeres siempre nos han llevado una manzana de ventaja.

A través del espejo plantea algo que debió ser muy novedoso en su momento y que incluso ahora debe ser, desde el punto de vista policial y judicial de enrevesada resolución y es la aparición de gemel@s en un caso de asesinato, teniendo claro los sospechos@s que no deben colaborar con la investigación, más bien todo lo contrario.
Olivia de Havilland brilla en un rol por el que algunas actrices hubieran matado, y es que la posibilidad de tener los dos principales papeles protagonistas en la misma bobina sucede pocas veces y solo se piensa en l@s grandes para su desenvolvimiento.

Vladimir Pozner, escritor francés de origen ruso, amigo de Picasso, Brecht y Faulkner, exiliado como muchos en los Estados Unidos cuando estalla la guerra en Europa, publica su relato “The Dark Mirror” en la revista californiana Good Housekeeping, antes de escribir su primer guión, en 1944. Nunnally Johnson, productor y guionista de la productora International Films, compra los derechos a Pozner y firma una adaptación del relato, posteriormente Robert Siodmak rueda la película en los estudios de la Goldwin en marzo de 1946, una historia de gemelas que la gran Olivia de Havilland interpreta con todas las gamas de expresiones que la vida real le habrá probablemente enseñado. ¿Terry o Ruth?: nunca se sabe si la expresión de Olivia es real o si está fingiendo. Cuando, con el inspector Stevenson, visitamos a Ruth y se nos aparecen las gemelas Ruth y Terry, no podemos ni intentar ir más allá del Bien y del Mal, los cuales están aquí confundidos con la misma apariencia, los mismos vestidos, la misma sonrisa. Este diablo de Siodmak no nos propone ni una sola referencia visual que pueda reconfortarnos en cuanto a esta doble representación de lo mismo. El espejo refleja la otra cara de lo mismo o de su sombra. La gemela “inocente” ¿juega con la confusión para salvar a su hermana? Eso no nos conforta en absoluto y, si la historia acaba “bien” como todas las historias de amor de esta época, nos quedamos con un extraño sabor a ambigüedad.

En cuanto a la dirección, Siodmak consigue crear una atmósfera tan inquietante como hipnótica repitiendo el éxito del año anterior con su obra maestra “La escalera de caracol”. El trabajo de Olivia de Havilland transforma la doble interpretación en un imán que capta desde la aparición de las gemelas. Es un trabajo compartido: conviene reconocer el genio de Eugen Schüftan, no citado en los títulos de crédito que se limitan a la dirección fotográfica de Milton Krasner (fotografía de “The woman in the window” y “Scarlett Street” de Fritz Lang, “The set-up” de Robert Wise, “House of strangers” de Joseph L.Mankiewicz, “Deadline USA” de Richard Brooks…, vamos, un grande entre los grandes). Eugen Schüftan es el responsable de unos efectos especiales que permiten a Ruth encontrar y cruzar Terry en el mismo plano con una credibilidad que da toda su fuerza ambigua a la imagen narrativa, Schüftan trabajó en Alemania con Siodmak y, huyendo también el nazismo, trabaja en Francia con este director y entra en equipos técnicos de Marcel Carné, Marcel L’Herbier o Henri Decoin; su segundo exilio le lleva, como tantos otros, a Hollywood donde su trabajo con Siodmak, Douglas Sirk o Edgar G.Ulmer será finalmente reconocido.

Una estupenda película de uno de los grandes del expresionismo alemán, con una cantidad notable de obras maestras como la mencionada “la escalera de caracol”, o “forajidos”, “el abrazo de la muerte”, “el temible burlón”… Pasados los años se ve hoy como una obra realmente fascinante, con una puesta en escena muy, muy elegante, con una utilización de la luz, de las sombras y del decorado portentosa.

Notable película de Siodmak, alguien tan incapacitado para hacer mal cine como Perea para dar un buen pase.

Olivia De Havilland está fantástica, y pese a alguna situación de guión un poco forzada, el oficio de Siodmak, con ese estilo tan ajustado y esa sencillez tan elegante que exhibía, redondea un gran trabajo.

Bien.