El peso del agua

La película tiene un estilo peculiar, mezclando la historia del presente con la historia del pasado a medida que la fotógrafa va investigando los crímenes... Sobre todo se mezclan al final con algunas cosillas de golpes y demás, lo que queda un poco forzado. Aunque la historia del presente es esencial en la película aporta poco para el tiempo que sale, más que nada ver las curvas de Elizabeth Hurley... (y no es que estén mal, todo lo contrario, pero podría contar un poco más). Es algo lenta pero está entretenida, más que nada por saber qué es lo que ocurrió realmente con esos crímenes (y sobre todo por qué). Los actores están ahí cumpliendo y poco más, excepto Sarah Polley, que está bien. Está entretenida y tiene estilo pero cuenta demasiado poco además de no tener mucha intriga...

Tremenda decepción me llevé en su día, la única película que ha hecho que me quede dormido en el cine. Va narrando dos historias totalmente diferentes, que no pintan nada una con otra; unas parejas de niños guapitos de vacaciones en un yate, y una de las chicas leyendo una historia sobre un crimen acaecido cien años antes en las proximidades, pero nada de investigación sino simplemente lectura y comentarios, y mientras van intercalando secuencias del crimen durante el desarrollo del filme. No se entiende.

El film narra la historia de una fotógrafa que llega a una isla con su marido poeta, en el barco de su cuñado y la novia de éste, para realizar una investigación-reportaje sobre un terrible crimen ocurrido en 1876 en ese lugar y que acabó sentenciando a muerte a un inocente. La historia está basada en el best-seller “The weight of water” (1997) de Anita Shreve e inspirada en hechos reales, la cinta narra un doble asesinato en la costa de New Hampshire.

Katherine Bigelow juega con dos tiempos narrativos en su obra, por un lado lo que ocurrió un siglo antes y por otro la historia en tiempo real de los protagonistas. Creo que son más interesantes los sucesos antiguos que la pijada del paseito en barco bebiendo continuamente de todo, con intentos de provocar angustia con el rollito del mar, de los baños de noche, etc. y con toques sexuales tópicos. Sin embargo, los hechos criminales del siglo XIX basados en hechos reales, sí encierran toda una trama compleja y perversa, con una dura crítica a la justicia de siempre jamás. Buena fotografía y correcta interpretación de Sean Penn, Elizabeth Hurley y Catherine McCormack. Pero una peli un tanto errática.

Kathryn Bigelow, realizadora emparentada muchos años con James Cameron y que incluso le ha hecho la competencia extramatrimonial por los Oscar (como es el caso de su “En Tierra Hostil” frente al “Avatar” de su ex) se ha caracterizado por su fuerte implicación en el género de acción, (gracias a la experiencia compartida con su entonces querido esposo) y el fantástico. Títulos de culto como “Los Viajeros de la Noche” (Near Dark, 1987), “Le Llaman Bodhi” (Break Point, 1990) o “Días Extraños” (Strange Days, 1995) son la clara demostración que el talento todoterreno de una profesional fuerte y sin prejuicio alguno es capaz de realizar “blockbusters” más que aceptables y que se tienen más en consideración sin salvar distancias a otros productor firmados por las factorías de Michael Bay, Jerry Bruckheimer o las excesiva pirotecnia dejada en otras manos como las de Renny Harlin o Tony Scott.

Bigelow cambió de registro con una mezcla de thriller y drama pasional ambientados en dos épocas diferentes y separadas por más de ciento veinte años. En la actualidad, dos parejas formadas por Jean (Catherine McCormack), y Thomas (Sean Penn), el cuñado de éste, Rich (Josh Lucas) y su atractiva novia Adaline (Elizabeth Hurley), se acercan en un pequeño velero y a petición de Jean en el islote Smuttynose, en las islas Shoals de la Costa de new Hampshire, donde se cometió durante la noche del 5 de marzo de 1873 un doble asesinato en que las víctimas fueron dos mujeres y una tercera quedó malherida. La verdadera historia llevará a indagar a Jean que los crímenes por los que fue acusado con un indeseable recién llegado (Ciarán Hinds) a quien el matrimonio formado por John (Ulrich Thomsen) y Maren Hontvedt (Sarah Polley, lo mejor de la película), la superviviente de los asesinatos, y que le ofrecieron techo y cobijo, no fueron ni muchos menos perpetrados por él. Aunque en tiempos en que muchos europeos emigraban al Nuevo Mundo en busca de Fortuna, la Justicia y las acusaciones populares mermadas por la moralidad ensombrecían lo que una historia de pasión y libertinaje en ausencia de las libertades individuales.

Este film circula entre el presente y la sucesión de imágenes que recrean un crimen sucedido en otro siglo. Interesante, esta sucesión de imagenes del presente y del pasado, no cansan, por el contrario comienza a provocar interés y curiosidad cómo fue realmente el caso investigado. Una historia de celos y envida que justamente con menos dramatismo se da en el presente de estas dos parejas que protagonizan la historia. No es LA película, pero se puede ver, entretiene, Sean Penn está bien. Hurley hace de ella como siempre. Es para ver un fin de semana tranquilos dispuestos a estar un rato entretenidos.