El príncipe de los zorros

Los DVDs han dado una vida nueva al cine en un aspecto concreto. No es preciso resignarse a no ver determinadas películas porque ya dejaron de ser taquilleras. Los viejos cines de sesión continua paliaban algo esa función reponiendo antiguos éxitos; el resto caía en el olvido o había que rebuscarlo en cines especializados. Los DVDs (en menor medida lo hicieron las viejas casetes) han permitido sacar de los viejos baules películas que no vimos en su día o que deseamos volver a ver. Y claro, los DVDs pronto dejarán paso a nuevas tecnologías que amplíen aún más esas posibilidades.

Una de las consecuencias de esa vida nueva es que podemos asomarnos a películas como “El príncipe de los zorros”, una curiosa muestra del cine de Henry King, reveladora de la inquietud que siempre tuvo este director. Sería injusto calificarla simplemente de cine de aventuras, equivocado hablar de cine romántico e incorrecto ver solamente algo histórico. Sobre todo ello vuela todo un dilema personal que da verdadero sentido a la película. Todo gravita sobre el problema de la lealtad centrado el personaje central de Andrea Orsini interpretado por Tyrone Power.

Esa idea de la lealtad y la fidelidad aparece en otros personajes como el conde Varano en relación con su pueblo o la de su esposa Camila en relación con su marido. Como contraste continuo y medio de resaltarla aparece la inmoralidad de Cesar Borgia y la pasión por la traición del felón que acompaña a Orsini. Por descontado, por medio hay batallas y duelos a espada, bien realizados aunque solo sean soporte del guion. Los años, claro, se notan pero permiten apreciar el valor que en su época tuvieron.

Algo a destacar especialmente es el esfuerzo por reflejar el espíritu de la época. Los recargados vestidos y armaduras que contemplamos son los que podemos ver en los pintores iniciadores del renacentismo. Quizá no sean fieles a aquella época en la medida en que esos pintores fueron infieles a ella, recreándola artísticamente. Otro aspecto muy destacable de la película son los interiores, auténtico recreo para la vista.

Trepidante aventura que propone un viaje al pasado susceptible de convertirse en experiencia personal gracias a una ambientación sobresaliente y a un excelente relato (S. Shellabarger) que H. King dirige con elegancia y pulcritud.
Las intrigas aúlicas, las añagazas del interés taimado, los engaños, los ardides y las traiciones -que parecen urdidas por el mismo Judas- sumergen al espectador en un contexto violento que le traslada a una Italia convulsa durante los comienzos del siglo XVI.
Un versátil T. Power, carismático y encantador, esa mirada fiera que O. Welles reparte con prodigalidad y una W. Hendrix que parece la viva imagen de la templanza, componen los extremos de una pentagrama épico en el que A. Newman coloca las notas musicales.
Excelente.

¿Sabéis lo que me llama la atención de esta película y de muchas como ella?
Que es una cinta de aventuras claramente destinada a un público infantil y familiar, con sus héroes y heroínas, malos irredentos, pérfidos traidores y peligros a superar. Una visión ingenua y maniquea para disfrute de todo tipo de público de 0 a 100 años.
Sin embargo, al mismo tiempo, las intrigas y los lances, los diálogos y los personajes de ningún modo son simples ni fácilmente asimilables para los niños ni aun adolescentes.
Creo que esta es la cualidad principal que hace que esta cinta siga siendo disfrutable a día de hoy.
A mi entender, este género ya prácticamente muerto y enterrado, (no me estoy refiriendo al histórico sino al de aventuras en general), salvo algunas excepciones, ha sido sustituido por las películas de animación que son las que recogieron el testigo de estas cintas y a su potencial público pero no creo, ni mucho menos, que hayan heredado esa cualidad subliminal ni ese respeto a la inteligencia escondida tras las tramas aparentemente simples.
Yo siempre he pensado que esa acusación que arrastra el cine de antaño de ingenuidad y simplicidad es infundada. Estas películas siempre me han parecido que son como las cebollas, de varias capas, para que cada cual las destape como quiera y hasta donde quiera. Podemos quedarnos en la superficie o indagar un poco más allá.
Con respecto a la acción pues !qué queréis!, es 1949. Los ordenadores no existían para adornar y maquillar con sus excesos, acontecimientos que de ningún modo sucedieron como lo suelen relatar.
En esta película, cuya acción se sitúa en 1500, las guerras entre estados casi nos parecen escaramuzas por los ejércitos tan pobres con los que cuentan.
César Borgia, el poderoso soberano que ambiciona la unificación de Italia, cuenta con un ejército de diez mil hombres y era el más temido rey de esas latitudes. En las batallas de la época, cuántos hombres morirían...¿Doscientos?. Y se consideraría una masacre. Esa era la realidad. Esto no es juego de Tronos.

Ahora al lío que ya me he enrollado bastante.
Tyrone Power encarna a Orsini (nombre falso que oculta su origen plebeyo), un trepa ambicioso mano derecha de Borgia (Orson Welles) que actuará de emisario embajador en los reinos adyacentes sirviendo a su señor en sus intrigas para anexionarse los territorios.
Sin embargo, el amor tropezará en su camino al poder que también le hará cuestionarse si sus ambiciones son lícitas y si el amo a quien sirve es merecedor de su lealtad.
Rodada en escenarios naturales y con un contenido bastante filosófico y unas intrigas de lo más interesantes, la cinta disfruta de una bien medida acción, ritmo, equilibrio y fotografía. Presenta muy bien la situación y el enclave, es divertida e interesante en el fondo y en la forma.
La historia está orientada casi en exclusiva al lucimiento del protagonista Power, por lo que, creo, es posible que echemos de menos la negrura que le podía haber conferido una participación más activa de las andanzas de Borgia, un personaje que se adivina tenía mucho que aportar. También me ha fastidiado la nula participación de su hermana Lucrecia, a la que sólo vemos vagamente al principio.
Pero no. Esta no es una película sobre los Borgia sino sobre Orsini y así la habremos de tomar.
Pero sigue siendo una buena película, bien realizada, hecha con mimo y cariño. Disfrutable al cien por cien.

Se me ha olvidado mencionar a Sloane, estupendo en su papel de mercenario. Aventuras juveniles de las de antes, !claro que sí!

Siempre se hace raro ver una película tan bien ambientada fuera de los USA en la que hablan en inglés, no estoy empezando a escribir sobre esta cuestión puntual de "El príncipe de los zorros" como algo negativo, todo lo contrario, me apetece empezar subrayando que lo más destacable es una ambientación que es un placer para los ojos. Dado que el espectador viaja gracias a la película al Renacimiento italiano, toparnos con la excelente dicción de Welles en su idioma natural choca bastante, es el precio que hay que pagar por hacer tan bien las cosas: por un lado Henry King nos transporta a esa Italia tan precisa y por el otro las conversaciones, tan importantes en esta película, se hacen en inglés. De otra manera no podía ser, desde luego, qué le vamos a hacer.

Así que estamos en una protoItalia en la que se mezcla lo bélico con la explosión cultural de la época, grandes movimientos de tropas y de conquista de tierras a la vez que, en el caso de Power con la pintura por ejemplo, una tendencia maravillosa a valorar el arte. "El príncipe de los zorros" destaca por sus personajes, por su ritmo, por la fotografía, por los diálogos, por su esencia... Y todo ello se debe al director seguramente, alguien que trabajó con las grandes estrellas del cine clásico, alguien que venía ya del cine mudo acumulando una filmografía que abarca todos los géneros pero que se movía como pez en el agua en el cine de aventuras, sin más, aventuras enmarcadas en la época que fuera.

Mención especial para Power, un actor infravalorado a mi juicio que ocupa la pantalla con su presencia y que cada vez que habla o se mueve es con el sentido apropiado. Un lujo poder apreciarlo tantos años después, ahí lo tenemos para disfrutarlo sin complejos, amantes del cine clásico o no, todo un ejemplo de película artesanal con actores del más alto nivel.

Quizás envejeció mal, porque no me ha entusiasmado demasiado.

Esta película iba a ser un nuevo lanzamiento de la carrera de Tyrone Power, pero no creo que salga muy bien favorecido, e igual le pasa a mi querido Orson Welles...

La película tuvo mucho presupuesto, partiendo la compra de los derechos de la novela que salió 3 años antes y que fue un gran éxito en ventas. Lo que pasa que salía un papa, Alejandro VI y con la iglesia hemos topado. Finalmente, eliminaron este personaje y la iglesia dijo que no se opondría a la película con esta eliminación. Vuelvo a comentar, que es curioso que la censura sólo era para el cine, pero si un libro salía y aunque fuera éxito en ventas, no había censura... curioso. No lo entiendo.

La película tiene el gran desafío de haber sido rodada en Italia, en escenarios reales, y situándose en donde la novela decía, con lo que el coste subió.