Máxima condena

Ayer me dispuse a estrenar mi nueva tele de 42". ¿Qué película veo? Pues de mi inmensa colección elegí este "joyita", Máxima Condena. Perdón quería decir Máxima Tortura. Una película digna de ser olvidada, borrada, volatilizada. Acción tiene, pero una acción propia de una película B. Bueno mejor diría de la última letra disponible en el abecedario.

En resumen: un argumento que se puede resumir en apenas 15 segundos y línea y media de sinopsis y un final completamente predecible desde el primer momento. La acción al mas puro estilo Spencer y Terence Hill: ¿Por qué utilizar una pistola pudiendo derribar al malo malísimo de una sola bofetada?. En fin, bastante decepcionante. Y tan burda sinrazón de escenas de "acción" la intentan salvar con dos mujercillas que, si bien tienen un físico aceptable, espero y les deseo una carrera en el cine lo más corta posible, por su bien y por el de todos los aficionados a la acción y al cine en general. Lo mismo le digo al señor Austin.

Creo que un amateur hubiese hecho una mejor dirección y un mejor montaje.
Mi recomendación: si te gusta las películas de Seagal, no te esperes algo similar a sus tiempos mozos. Entretener...bueno...algo entretiene pero vamos, casi que prefiero la última de la Saga Crepúsculo.

Stevel Seagal vuelve con una película de acción de las suyas, de esas cuatro o cinco que rueda todos los años y que salen directamente en DVD porque no se estrenan en los cines. El caso es que hoy viene acompañado por más caras famosas, en concreto Steve Austin, que aunque empezó como estrella de la lucha libre allá por 1989, ha acabando rodando alrededor de veinte películas, incluyendo las televisivas. Ahora bien, el que más me llamó la atención fue Bren Foster, al que conocí en "Ejecución extrema" (2013), donde se reveló como un maestro de las artes marciales. Sin embargo aquí pelea muy pero muy poco. Mal empezamos.

Entrando en harina, "Máxima condena" nos cuenta una aventura sencilla pero un poco rara sobre una cárcel de máxima seguridad y un traslado de presos. En realidad es todo muy lioso y no muy lógico, así que es probable que no nos enteremos bien de la trama. Tampoco importaría demasiado si la acción fuera explosiva pero no lo es en absoluto. Hay mucho tiroteo flojo y algunos golpes de mano pero lo que son combates son escasos y con poca garra, lo que incluye a un orondo y desganado Steven Seagal, que no se sabe si está en la película o pasa por allí. Con todo lo peor de la historia son las dos presas de las que no te crees nada.

Para los fanáticos de Steven Seagal, este es el más grande atractivo del film. Además de la presencia de Steve Austin garantiza que el film sea uno de golpes y porrazos a diestra y siniestra. Por lo demás, todos sabemos que Seagal y Austin no son actores de cine, son más bien diestros físiculturistas de Hollywood.

El film cuenta también con la actuación de Michael Paré, este actor cuando apareció en el cine con los filmes "Eddie and the Cruisers" (1983), "Streets of Fire" (1984), "The Philadelphia Experiment" (1984) y "Eddie and the Cruisers II: Eddie Lives!" (1989) daba la impresión de que sería una gran estrella de cine a la altura de Roberto De Niro, Al Pacino o Jack Nicholson, pero a sus 54 años de edad ha resultado ser un actor del montón.

A pesar de ser una gran seguidor de Steven Seagal, esta producción fue la peor de su carrera en mi opinión. Me pareció que la trama fue bastante pobre y las actuaciones algo deslucidas.

De todas formas, cuando uno se sienta a ver una cinta de este tipo, se da cuenta de que cumple con las expectativas. Es decir, tiene todos los clichés típicos de una película de acción.

En esta película, se nota el paso del tiempo para Steven Seagal. Ya no realiza intrépidas maniobras de lucha, ni siquiera tiene demasiada movilidad. Su personaje siempre está caminando con su arma al igual que Steve Austin a punto de atrapar a los malos.

Mi calificación es un 5. No es nada del otro mundo pero tampoco es mala. Una cinta ideal para un sabado a la tarde lluvioso donde no podés salir de tu casa.

Al igual que sucede en una alineación de planetas, Steven Seagal y Steve Austin se han juntado y el resultado es “Máxima condena”, cinta que va directa a convertirse en un verdadero placer culpable para todo amante de la acción de serie B que se precie.
A mí siempre me gusta comparar el cine de acción de serie B con el menú de una cadena de comida rápida cualquiera; sabes que no es bueno para el cuerpo, pero aun así te lo metes con gusto entre pecho y espalda. “Máxima condena” es un menú combo en toda regla. Para empezar tenemos la pertinente ración de patatas fritas que en este caso sale de mezclar a Seagal y a Austin en un mismo lote. El primero representa la fuerza bruta sin miramientos y el segundo la fuerza bruta con socarronería, y juntos resultan explosivos. En segundo lugar, tenemos la hamburguesa doble fruto de una trama que se entrega al placer de la serie B desde el minuto uno. Una prisión de máxima seguridad que funciona al margen del gobierno y que esta en vías de ser clausurada, Steven Seagal y Steve Austin como jefes de la seguridad privada, una presa con información sensible que genera un ataque al complejo; ¿qué más se puede pedir?... Más disparos y ruido que diálogos, testosterona a raudales y una trama en la que sabes lo que va a pasar pero no te importa, son algunos de los ingredientes de dicha hamburguesa. Y para finalizar tenemos el refresco de litro con hielo en forma de Keoni Waxman, un director que conoce este subgénero y que ha hecho tantas películas (serie de televisión incluida) con Seagal que perfectamente podría formar parte de su familia, aunque tendría que hacerse ruso. Vale que Waxman no es Roel Reiné, pero se defiende bien.
En definitiva, “Máxima condena” es un entretenimiento solo apto para tolerantes a la serie B, todos los demás casi mejor absteneos a riesgo de necesitar apagar la televisión en el minuto cinco. Y después de verla solo queda gritar: ¡viva la grasa y el colesterol!