Stevel Seagal vuelve con una película de acción de las suyas, de esas cuatro o cinco que rueda todos los años y que salen directamente en DVD porque no se estrenan en los cines. El caso es que hoy viene acompañado por más caras famosas, en concreto Steve Austin, que aunque empezó como estrella de la lucha libre allá por 1989, ha acabando rodando alrededor de veinte películas, incluyendo las televisivas. Ahora bien, el que más me llamó la atención fue Bren Foster, al que conocí en "Ejecución extrema" (2013), donde se reveló como un maestro de las artes marciales. Sin embargo aquí pelea muy pero muy poco. Mal empezamos.

Entrando en harina, "Máxima condena" nos cuenta una aventura sencilla pero un poco rara sobre una cárcel de máxima seguridad y un traslado de presos. En realidad es todo muy lioso y no muy lógico, así que es probable que no nos enteremos bien de la trama. Tampoco importaría demasiado si la acción fuera explosiva pero no lo es en absoluto. Hay mucho tiroteo flojo y algunos golpes de mano pero lo que son combates son escasos y con poca garra, lo que incluye a un orondo y desganado Steven Seagal, que no se sabe si está en la película o pasa por allí. Con todo lo peor de la historia son las dos presas de las que no te crees nada.