Haz click aquí para copiar la URL

Salario para matar

Western. Comedia Un mercenario de origen polaco se vende al mejor postor. Llegado a México durante la revolución de Villa, traba amistad con Paco, un bandido sin escrúpulos que tiene ciertos ribetes de patriota.
<< 1 2 3 4 >>
Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
22 de febrero de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Iniciada la década de 1920, el escritor alemán Bertolt Brecht, comenzó a frecuentar a Berlín donde se vinculó enseguida al entorno literario y teatral de la ciudad. Dos años más tarde, contraería nupcias con la actriz y soprano Marianne Zoff y obtendría algunos roles en unas cuantas obras del teatro alemán. Sería allí donde, pocos años después, se iniciaría como dramaturgo en el Deutsches Theater que, por entonces, dirigía Max Reinhardt… y sería también por esos días que, “El Capital” de Karl Marx y los artistas socialistas de Berlín, transformarían para siempre su manera de interpretar el mundo.

Con este pensamiento abiertamente crítico con la sociedad de su época, surge entonces “Die Dreigroschenoper” (entre nosotros: “La Ópera de los Tres Centavos”, 1928), donde recrea a la sociedad capitalista como un nido de desadaptados, excluidos y oportunistas. Y, antes de que llegaran sus celebradas obras, “La Vida de Galileo”, “Madre Coraje y sus hijos”, “Terror y Miseria del Tercer Reich” y otras tantas, Brecht escribió una corta, pero, muy significativa obra a la que tituló, “Die Ausnahme und die Regel” (La Excepción y la Regla), la cual se estrenó en 1930, y desde entonces, ha sido llevada a escena en incontadas ocasiones y en los más diversos paisajes.

Se trata aquí de un comerciante (capitalista) que, compitiendo por una concesión para explotar petróleo, se sirve de un guía (clase media) y de un cargador (proletariado), pretendiendo llegar él primero tras una larga y penosa marcha -incluido un desierto- donde el vencedor se quedará con la licencia. Firme y conmovedor alegato contra los más comunes tópicos de la sociedad que padecemos, “La Excepción y la Regla” interesó también al calificado guionista Franco Solinas, quien, con la colaboración de Giorgio Arlorio, decidió adaptarla con la esperanza de que la dirigiera el celebrado director Gillo Pontecorvo… pero, puestos los derechos del guion en manos del productor, Alberto Grimaldi, a éste se le ocurrió hacer algo más comercial, y así, surgió la idea de convertir la historia en un ‘western a la europea’, con ambientación en la revolución mexicana, y serían Luciano Vincenzoni, el director Sergio Corbucci y otros escritores, los que se ocuparían de semejante labor.

De Brecht, quedan tan escasas huellas que hasta se desvaneció de los créditos; el ‘americano’ es, finalmente, un mercenario polaco (quien no mueve un dedo si no hay dinero de por medio) al que los mexicanos peyorativamente siguen llamando “gringo”; el cooli (cargador) se convierte ahora en un rebelde mexicano que contrata al mercenario por su destreza y recursividad a costa de que éste abuse de su generosidad. Y el guía ya no va más, y se transforma en una chica revolucionaria que les acompaña en sus andanzas… y de pronto en algún otro lugar.

Pero, contra todo, y aunque puestos a elegir hubiésemos preferido la idea inicial con Pontecorvo en el timón y con un fuerte aire a Bertolt Brecht - ¡su obra es imprescindible! –, tengo que decir que la película termina siendo muy entretenida, sobre todo, porque las actuaciones de Tony Musante, Franco Nero y Jack Palance (en ese orden) resultan más que divertidas. Aunque sin ningún aroma a tierra mexicana, la fotografía, no obstante, luce bastante satisfactoria, y ni qué decir que la banda sonora de Ennio Morricone está casi a la altura de las que hizo con Leone… ¡Ah! y si me ponen a escoger entre esta historia y las de la trilogía del dólar, me quedo con ésta sin pensarlo dos veces.

Título para Latinoamérica: PISTOLERO PROFESIONAL
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
21 de mayo de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
172/32(20/05/21) Entretenido spagueti western (que como todo que se precie está rodado en España: Madrid, Cuenca; Guadalara; y como no, la Icónica Almería) dirigido por Sergio Corbucci, con guión propio junto a Luciano Vincenzoni (“El Bueno, el Feo y el Malo”), Sergio Spina, Adriano Bolzoni (“Por un puñado de dólares”), sobre una historia Franco Solinas (“La Batalla de Árgel”), y Giorgio Alorio (“Ogro”), sobre una historia donde se unen un mercenario (encarnado por un excelente Franco Nero en un rol que bien pudo copiar Clint Eastwood para su clásico personaje estoico, que por ejemplo, en medio de una batalla negocia al alza sus honorarios, teniendo que cobrar en el momento), y un aspirante chusco a líder revolucionario (buen Tony Musante), para combatir contra el poder mexicano establecido, en especie de guerrillas, teniendo de antagonistas a un defensor del establishment embestido por el español Eduardo Fajardo, y un arribista amanerado “Ricitos (gran Jack Palance, se nota divirtiéndose con un rol de villano elegante, siempre trajeado, y con una flor en la solapa que dará mucho juego en el duelo. Personaje llamado Curly, que no sé si por casualidad es el mismo nombre que el del vaquero moderno que 23 años después le hizo ganar un Oscar por “Cowboys de ciudad”).

Sergei Kowalski (Nero), un mercenario polaco renegado que se escondió en México durante la revolución, es contratado por el dueño de la mina Alfonso García (Eduardo Fajardo) para pasar de contrabando su plata a través de la frontera hacia Texas antes de que sea incautada o robada. Pero cuando Kowalski conoce a Paco Roman (Tony Musante), un afable campesino que lidera un grupo de revolucionarios, se le ofrece una tarifa mayor para ayudar a los hombres como asesor militar y así se fugó con la plata. En medio de todo esto aparece el oportunista sádico (aunque religioso, siempre se presina ante sus víctimas), Ricitos (Jack Palance).

El tratamiento al idealismo revolucionario resulta superficial, una excusa para desplegar un gran sentido del divertimento, tanto en la acción más vitriólica y sanguinaria (innumerables muertes se producen, que solo compiten coetáneamente con la peckinpahiana “Grupo Salvaje”, aunque aquí la sangre resulta chistosa en lo que canta a kétchup), con escenas de tiroteos, batallas, ametrallamientos (como le gustaban las ametralladoras en el oeste a Corbucci, que se lo digan a Django y su ataúd), masacres, y hasta un duelo homérico en una plaza de toros con claras influencias del maestro del sub género Sergio Leone, todo un prodigio de la edición (por mor de Eusebio Alabiso: por ejemplo trabajó en “El Bueno, el Feo, y el Malo”), de cámara con primero planos extasiantes (por mor del DP Alejandro Ulloa), con el manejo de una campanita para elevar la intensidad, con la música de Morricone (L’Arena) atomizando la secuencia, y con ese fin al maravillosamente expuesto; esto sumado con un humor muy bien entremezclado por la grácil relación entre los dos protagonistas, un entente de interese egoístas, de traiciones y lealtades flexibles que da mucho juego. Ello Corbucci desplegado con gran sentido estético (no siempre arriesgado), jugando con los slows, zooms, angulaciones extrañas, con gran ritmo en las secuencias de acción fruto de un ágil montaje.

Y también muy (pero muy) destacable es la música creada por el genial Ennio Morricone, junto a Bruno Nicolai, aunque no se abe que el tema icónico del film es del primero, el sensacional ‘L’Arena’ que escucho mientras escribo, y que revitalizó Quentin Tarantino en su épica “Kill Bill. Volumen 2”, en la escena del interior del ataúd, con esos silbidos marca de la casa que estremecen en su fuerza dramática, aquí entrelazados al majestuosos duelo en el ruedo taurino, asimismo QT toma el tema ‘Ripresa’ de esta cinta para “Inglorious Bastards”, donde los protagonistas cortan cabelleras. Tarantino también tiró de Corbucci cuando tomó su nombre para su western “Django desencadenado” (donde también aparece Franco Nero en un cuasi-cameo). Esta "Il mercenario" (1968) es parte de una trilogía dedicada a México por el director Sergio Corbucci, conocida como el "Zapata-western", la completa "Vamos a matar, compañeros" (1970) y "Che c'entriamo noi con la rivoluzione?" (1972).

Donde el director adscrito a ideas izquierdistas despliega su vena política combativa desde ese alter ego aspirante a ser un nuevo Pancho Villa, con ese modo de retratar como villanos caricaturizados a los ricos vejando con las comidas a los peones (en realidad no se ven más humillaciones que esta al inicio, después asaltan pueblos, pero no vemos tiranía por parte alguna del estado, simplemente hay que suponerla). Y no podía faltar su ataque a la religión montando un akelarre violento en medio de una fiesta religiosa, partiendo la balacera asesina de una carroza con los rebeldes ataviados de ángeles.

La cinta posee un ritmo trepidante de principio a fin, con algún desmán, con algún atropello a la razón (lo del enfrentamiento a pecho descubierto de un coche cargado de dinamita y con la ametralladora contra varios cañones que no les disparan es ridículo, espectacular visualmente, pero ridículo), con momentos de calma que sirven para desarrollar caracteres, también alternado con algún elemento fallido, como es la inclusión del personaje femenino (Giovanna Ralli como Columba, una bella prostituta revolucionaria), que en principio parece dará más juego de desgaste de triángulo romántico (agradeciéndose nosea una mujer-florero), pero se adhiere ser una Lady Macbeth (o Yoko Ono) plana; Por ponerle algún pero más, está su final, muy tosco y que pedía a gritos ser más valiente y audaz para calar en el espectador (spoiler), resultando acomodaticio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
15 de junio de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salario para matar es un western entretenido. El género del spaghetti western añade un punto de comicidad al western clásico que constituye uno de sus hechos diferenciales básicos. Ignorarlo es no entender el spaghetti. Leone lo dejó claro cuando sentó las bases del subgénero, pero lo hizo con tanta sutileza que sus western pasan por obras mayores sin reparar en ello. ¡Ave César Leone! Corbucci es un alumno aventajado de Leone que, no interesándole (o no teniendo) la sutileza del maestro, cocina los spaghettis sin tratar de disimular la naturaleza de sus ingredientes. Éste Salario para matar es un magnífico ejemplo de ello. Si te gustan los spaghettis no te defraudará. Si le vas buscando tres pies al gato, entonces ya tú verás.
Ziryab
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
28 de mayo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La peripecia es ruda, el desarrollo de la historia posee agilidad, la acción exhibe por momentos un dinamismo endiablado y la ambientación, incluyendo la banda sonora, convierte el patio de butacas en un privilegiado mirador sobre ambas orillas de Río Grande.
La solemne e impecable figura de F Nero se erige en baluarte de la historia mientras que J. Palance pone un sempiterno rostro de malo que en esta ocasión queda como un registro muy limitado y con pocos matices.
Entretenida y variopinta película cuyo argumento muestra una excesiva carga maniquea
ABSENTA
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
27 de septiembre de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partiendo de la base de que los mejores spaghetti western son los de Sergio Leone (quizá sólo "Agáchate, maldito" pueda ser superada por alguna de otro director), ahí están las películas de, curiosamente, otros Sergios, como Sollima y Corbucci.

Es el caso de esta "Salario para matar" (Il mercenario), protagonizada por un Franco Nero en sus días de gloria (27 años tenía el rapaz) y bien secundado por Tony Musante o Eduardo Fajardo, y rodada muy en su mayor parte en los extraordinarios paisajes de Almería, y en Madrid, que son empleados incluso más artísticamente que con Leone. A ello ayuda la excelente banda sonora de Morricone y Nicolai, bastante variada, desde el famoso silbido luego empleado por Tarantino en "Kill Bill", a la alegre "marcha" mexicana, los inconfundibles trompetazos y los tonos elegíacos. Si no es la mejor bso de un spaghetti fuera de la "trilogía del dólar" (ese honor le corresponde a "Hasta que llegó su hora") poco le falta, cuando además supera al score de esas pelis, por lo menos las dos primeras, en ocasiones.

Película que da ganas de cabalgar hacia la libertad. "¡¡Sueña, pero sueña despierto!!"
Ferdin
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow