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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Western. Comedia Un mercenario de origen polaco se vende al mejor postor. Llegado a México durante la revolución de Villa, traba amistad con Paco, un bandido sin escrúpulos que tiene ciertos ribetes de patriota.
21 de mayo de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
172/32(20/05/21) Entretenido spagueti western (que como todo que se precie está rodado en España: Madrid, Cuenca; Guadalara; y como no, la Icónica Almería) dirigido por Sergio Corbucci, con guión propio junto a Luciano Vincenzoni (“El Bueno, el Feo y el Malo”), Sergio Spina, Adriano Bolzoni (“Por un puñado de dólares”), sobre una historia Franco Solinas (“La Batalla de Árgel”), y Giorgio Alorio (“Ogro”), sobre una historia donde se unen un mercenario (encarnado por un excelente Franco Nero en un rol que bien pudo copiar Clint Eastwood para su clásico personaje estoico, que por ejemplo, en medio de una batalla negocia al alza sus honorarios, teniendo que cobrar en el momento), y un aspirante chusco a líder revolucionario (buen Tony Musante), para combatir contra el poder mexicano establecido, en especie de guerrillas, teniendo de antagonistas a un defensor del establishment embestido por el español Eduardo Fajardo, y un arribista amanerado “Ricitos (gran Jack Palance, se nota divirtiéndose con un rol de villano elegante, siempre trajeado, y con una flor en la solapa que dará mucho juego en el duelo. Personaje llamado Curly, que no sé si por casualidad es el mismo nombre que el del vaquero moderno que 23 años después le hizo ganar un Oscar por “Cowboys de ciudad”).

Sergei Kowalski (Nero), un mercenario polaco renegado que se escondió en México durante la revolución, es contratado por el dueño de la mina Alfonso García (Eduardo Fajardo) para pasar de contrabando su plata a través de la frontera hacia Texas antes de que sea incautada o robada. Pero cuando Kowalski conoce a Paco Roman (Tony Musante), un afable campesino que lidera un grupo de revolucionarios, se le ofrece una tarifa mayor para ayudar a los hombres como asesor militar y así se fugó con la plata. En medio de todo esto aparece el oportunista sádico (aunque religioso, siempre se presina ante sus víctimas), Ricitos (Jack Palance).

El tratamiento al idealismo revolucionario resulta superficial, una excusa para desplegar un gran sentido del divertimento, tanto en la acción más vitriólica y sanguinaria (innumerables muertes se producen, que solo compiten coetáneamente con la peckinpahiana “Grupo Salvaje”, aunque aquí la sangre resulta chistosa en lo que canta a kétchup), con escenas de tiroteos, batallas, ametrallamientos (como le gustaban las ametralladoras en el oeste a Corbucci, que se lo digan a Django y su ataúd), masacres, y hasta un duelo homérico en una plaza de toros con claras influencias del maestro del sub género Sergio Leone, todo un prodigio de la edición (por mor de Eusebio Alabiso: por ejemplo trabajó en “El Bueno, el Feo, y el Malo”), de cámara con primero planos extasiantes (por mor del DP Alejandro Ulloa), con el manejo de una campanita para elevar la intensidad, con la música de Morricone (L’Arena) atomizando la secuencia, y con ese fin al maravillosamente expuesto; esto sumado con un humor muy bien entremezclado por la grácil relación entre los dos protagonistas, un entente de interese egoístas, de traiciones y lealtades flexibles que da mucho juego. Ello Corbucci desplegado con gran sentido estético (no siempre arriesgado), jugando con los slows, zooms, angulaciones extrañas, con gran ritmo en las secuencias de acción fruto de un ágil montaje.

Y también muy (pero muy) destacable es la música creada por el genial Ennio Morricone, junto a Bruno Nicolai, aunque no se abe que el tema icónico del film es del primero, el sensacional ‘L’Arena’ que escucho mientras escribo, y que revitalizó Quentin Tarantino en su épica “Kill Bill. Volumen 2”, en la escena del interior del ataúd, con esos silbidos marca de la casa que estremecen en su fuerza dramática, aquí entrelazados al majestuosos duelo en el ruedo taurino, asimismo QT toma el tema ‘Ripresa’ de esta cinta para “Inglorious Bastards”, donde los protagonistas cortan cabelleras. Tarantino también tiró de Corbucci cuando tomó su nombre para su western “Django desencadenado” (donde también aparece Franco Nero en un cuasi-cameo). Esta "Il mercenario" (1968) es parte de una trilogía dedicada a México por el director Sergio Corbucci, conocida como el "Zapata-western", la completa "Vamos a matar, compañeros" (1970) y "Che c'entriamo noi con la rivoluzione?" (1972).

Donde el director adscrito a ideas izquierdistas despliega su vena política combativa desde ese alter ego aspirante a ser un nuevo Pancho Villa, con ese modo de retratar como villanos caricaturizados a los ricos vejando con las comidas a los peones (en realidad no se ven más humillaciones que esta al inicio, después asaltan pueblos, pero no vemos tiranía por parte alguna del estado, simplemente hay que suponerla). Y no podía faltar su ataque a la religión montando un akelarre violento en medio de una fiesta religiosa, partiendo la balacera asesina de una carroza con los rebeldes ataviados de ángeles.

La cinta posee un ritmo trepidante de principio a fin, con algún desmán, con algún atropello a la razón (lo del enfrentamiento a pecho descubierto de un coche cargado de dinamita y con la ametralladora contra varios cañones que no les disparan es ridículo, espectacular visualmente, pero ridículo), con momentos de calma que sirven para desarrollar caracteres, también alternado con algún elemento fallido, como es la inclusión del personaje femenino (Giovanna Ralli como Columba, una bella prostituta revolucionaria), que en principio parece dará más juego de desgaste de triángulo romántico (agradeciéndose nosea una mujer-florero), pero se adhiere ser una Lady Macbeth (o Yoko Ono) plana; Por ponerle algún pero más, está su final, muy tosco y que pedía a gritos ser más valiente y audaz para calar en el espectador (spoiler), resultando acomodaticio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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