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Nacional III

Comedia Tras verse obligado a vender su palacio, el marqués de Leguineche se traslada a un piso con su hijo Luis José, sus fieles sirvientes y el Padre Calvo. Cuando el suegro de Luis José muere, dejando toda su fortuna a Chus, la nuera del marqués, los Leguineche van a Extremadura para asistir a los funerales y propiciar la reconciliación de la pareja. Logrado este propósito, el matrimonio vende las propiedades y regresa a Madrid. Empieza ... [+]
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
24 de noviembre de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un final extraordinario de la saga de los Leguineche, una saga magistral repleta de escenas que han pasado a la eternidad del cine.

López Vázquez en otros de sus personajes clave lleva completamente la película a sus pies y Luis Escobar se despide de todos nosotros con una mirada triste y sincera, una imagen que se paraliza y el fin se va afincando en la escuadra de la pantalla. Es sinceramente digna, como sus dos compañeras.
Carmen Sesero
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25 de diciembre de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
De eso se trata. En líneas generales, la familia Leguineche se caracteriza por ser animales carroñeros que persiguen el dinero a costa de cualquier cosa. En eso se centra la película, la reconciliación casi irreconciliable de una pareja que parecía imposible a costa de una grandísima cantidad de dinero, mejor dicho, la herencia.

El modo, con el viaje a Lourdes, es un tanto chapucero. Pero por alguna razón, logra mantenernos en vilo todo el metraje. Porque es una película de persecuciones, como las mejores de Hitchcock. Aunque, eso sí, con la casposidad real de aquella España.
CHIRU
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15 de abril de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
121/17(14/04/21) Entretenida y divertida tercera y última entrega de las desventuras de los aristócratas Leguineche, unos patéticos nobles que en la primera parte los vimos afrontar el tardo-franquismo, en la segunda parte la llegada de la monarquía, y en esta tercera viven con zozobra la llegada al poder de los socialistas. Comedia astracanada dirigida por Luis García Berlanga y escrita por este mismo junto a guionista fetiche, el gran Rafael Azcona (“Plácido” o “El verdugo”), completando la trilogía sobre la familia tras “La escopeta nacional” (1978), donde curiosamente eran secundarios, y “Patrimonio nacional” (1981), teniendo epicentro en el palacio de linares en Madrid. Esta parte comienza el 23 de febrero de 1981, el día del intento de golpe de estado encabezado en el congreso por Tejero, y como lo afrontó esta peculiar prole y sus ´satélites’, para en el tramo final adentrarnos en la paranoia de los adinerados ante la llegada a la Moncloa de la izquierda, y sus posibles nacionalizaciones, y con ella la solución es la evasión de capitales a otros países. Componiendo con ello un clima de esquizofrenia ante lo desconocido.

El marqués de Leguineche ha malvendido su palacio por cuatro perras y se ha trasladado con Luis José, su hijo, a un piso que ha comprado junto al Retiro, en la calle Alfonso XII. Les acompañan Segundo y Viti, sus criados de siempre, y el padre Calvo. Luis José lleva años separado de su mujer, Chus, que está en Extremadura, en la finca de su padre. La historia comienza el 23 de febrero de 1981, en pleno golpe de estado. Mientras Luis José y Segundo proyectan patentar el "Platoespaña" que les ha de dejar pingües beneficios con el Mundial de Fútbol, el padre Calvo anhela un triunfo del golpe y Viti, convertida de criada en amante del marqués (con la total indiferencia de su marido), atiende la casa como la dueña in pectore que es. Un telegrama les notifica la muerte repentina del padre de Chus.

Aunque el fuerte de la película es su fenomenal elenco de intérpretes, todo un festín para los que gusten de los más clásicos de nuestro cine de oro, con el formidable Luis Escobar, el verdadero Marqués de las Marismas del Guadalquivir, haciendo de Marqués de Leguineche, el grandioso José Luis López Vázquez como Luis José, su gañán de hijo, el sensacional Luis Cíges como el criado Segundo, delirante cada una de sus aprisiones con ese gracejo natural del actor de P. Tinto, una notable Amparo Soler Leal como Chus, la esposa de Luis José, un arrollador Agustín González con el capellán de la familia, el Padre Calvo, una brillante Chus Lampreave como la criada y amante del Marqués. Fantásticas todas y cada una de sus interacciones, derivando en un humor de todo tipo, desde los jocosos diálogos, las situaciones esperpénticas (lo de la aparición del negocio de Limpiabotas-Top-less es abracadabrante), los equívocos, el humor negro. Siempre habiendo cabida para la crítica a la Iglesia católica, a la institución del matrimonio, al capitalismo, a la burguesía, enmarcado todo en un mundillo de seres patéticos, buitres, egoístas, muy humanos.

La puesta en escena se apoya en múltiples plano-secuencia, uno tras otro, en una sinfonía espléndida, donde todo fluye con acciones en primer y segundo plano, ello por mor de una ágil cámara de Carlos Suárez (“La Escopeta Nacional” o “Patrimonio Nacional”), capaz de moverse con fluidez con los personajes mientras caminan por pasillos o por estaciones.

Poseyendo momentos de gran humor descacharrante, donde la película se viene arriba, sin por supuesto llegar a la genialidad incisiva de tiempos pretéritos del genial valenciano: Como esa creación cutre del ‘Plato España’; Mientras sucede el Golpe de Estado con el cura emocionado por que triunfe Luis José y su criado Segundo en el cine porno, y el Padre Calvo yendo a buscarlos y en el lobby del cine le da un vahído a Luis José con la cremallera bajada; Esa llegada al funeral de los Leguineche y criado encima de una trilladora con la corona de flores; El apoteósico tramo del marqués yendo a visitar a Segundo en su negocio (inventado por Luis José), un Limpiabotas Top-less regentado por un ciego, la operaria con los pechos descubiertos le limpia los zapatos al Marqués, pero con una máscara, y es que dice Segundo que es uan chica decente (??). El Marqués dice no excitarse, siente placer por deslizarle un trapo por el calzado. Como genial la negociación del marqués con Segundo para el divorcio; La llegada nocturna al piso del Marqués del matrimonio Chus-Luis José, todo un akelarre de caos hilarante; El del Padre Calvo saliendo corriendo de un convento al que ha ido a negociar un lavado de dinero con curas corriendo tras ellos; Todo el tramo del viaje en tren a Biarritz desde Madrid, con Luis José escayolado de modo estrafalario, con joyas y dinero bajo el yeso;... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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17 de noviembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como todas las sagas familiares, al igual que la de los Corleone, la de nuestros simpatiquísimos marqueses de Leguineche también debe concluir, por lo menos oficialmente.
La fanfarria y el estruendo del choque entre clases continúa su curso así como la corrupción de los débiles y la vileza de los que en su tiempo fueron poderosos a base de pisar las cabezas de otros...

Un plano general sostenido sobre un escenario exterior, campestre, se celebra un funeral y los invitados, frente a una capilla, ocupan desde un extremo del encuadre al otro; por detrás del edificio emerge lo que parece ser una segadora con el marqués, su hijo Luis José y otros sirvientes montados en ella. El hermano de Chus le espeta "El dinero, el dinero...lo han olido desde Madrid, son una familia de cuervos, ¡unos carroñas todos!"; así podría empezar la historia y sintetizaría lo que son y lo que ha sido siempre ese grupo de chiflados y caraduras malnacidos que Luis G. Berlanga y Rafael Azcona crearon allá por 1.978.
Y debido al gran éxito de la 2.ª entrega, "Patrimonio Nacional", que incluso ha sido nominada a la Palma de Oro, estos señores vuelven a unirse poco después de terminarla para continuar las peripecias del adinerado pero decadente marqués y su piara, y quizás ya por última vez. La acción se sitúa, claro, en un contexto actual, los comienzos de unos convulsos años '80, marcados por el caos que está provocando el terrorismo, la dimisión de Adolfo Suárez, la proclamación de Calvo Sotelo como sucesor y el golpe de Estado por el coronel Antonio Tejero.

Y ahí mismo comienza "Nacional III", con ese levantamiento contra el socialismo escuchado en televisión y radio por la familia, puesta otra vez contra las cuerdas por los reveses del destino...pero no de cualquier destino; y es que una de las genialidades del director fue presentar la evolución social de los Leguineche a partir de los cambios políticos que azotaban a una España en constante tensión y conflicto. Nos trasladamos así a un entorno urbano sucio y decadente que enlaza directamente con la situación de los protagonistas mientras la cámara pasea a ras de acera en lugar de hacerlo por opulentos escenarios (vamos de la finca a palacio y del palacio a la calle).
Las gestiones de Luis José nada más empezar el film, creando una bandeja de comida para patentar, es una declaración de intenciones lo suficientemente legible: nuestros amigos, caiga quien caiga y cambie lo que cambie, seguirán sacándose de la manga las más disparatadas artimañas para ganar cuatro perras sin trabajar. Un apartamento reducido alberga a los personajes secundarios de siempre, con los cuales el espectador sonríe casi de manera instantánea: el irascible y denostado Calvo, el obediente y pánfilo Segundo y la cascarrabias Viti, quien ahora ocupa un lugar más importante en el argumento al convertirse en amante del marqués.

El punto de inflexión es la muerte del padre de Chus y la monumental herencia de la que va a hacerse cargo...pero no es, por desgracia, el punto central de la trama a desarrollarse; pues los conflictos entre una familia y otra, que podrían dar lugar a una sangrante lucha de clases y matrimonial, se dirigen a otro planteamiento absurdo: la evasión de capital en esa España donde el poder nacional está en una aparente resurrección. Así, de un modo quizás menos brillante, Azcona y Berlanga, quien no pierde un ápice de su virtuosismo para filmar multitudes, como sólo él sabe hacerlo, apuestan por el maldito interés, la corrosiva manipulación y la pura sinvergonzonería.
De hecho el absurdo y el disparate vodevilesco, a un tiempo burdo e ingenioso, solapan el humor ácido y negro de las anteriores entregas, volviéndose el tono más liviano en esta ocasión (sin perder del todo su mala sombra, claro). El valenciano hace malabares con sus actores frente a una cámara que captura el pleno realismo de las situaciones para absorbernos en una patética intriga donde la familia protagonista ya no puede realmente caer más bajo; la degeneración de la aristocracia tardofranquista en todo su esplendor al tiempo que el extranjero se presenta como la tierra de las oportunidades y las libertades.

Esa tierra lleva primero el nombre de los EE.UU. aunque después pasa a ser Francia, donde Berlanga ya ha rodado; este tercer acto, ya totalmente centrado en don José, su hijo y Chus, avanza más por el delirio recalcitrante al que ha sucumbido el planteamiento original que por un verdadero interés, y este delirio ya se despeña al aparecer Luis José en un tren de enfermos incurables ocultando el dinero de la herencia bajo cuatro kilos de escayola mal puesta. Ya por fin los adinerados de los tiempos de la dictadura abandonan el país para refugiarse en paraísos socialistas y liberales.
Los Leguineche son la figuración del oportunismo; al darse la victoria de Mitterrand sólo queda la eterna huida, y así continúa perpetuándose el cuadro de perdedores sin remedio que desde siempre ha formado el universo "berlangiano". En él se disponen, irritantes y parlanchines, Luis Ciges, Chus Lampreave, María Luisa Ponte y, cómo no, esos tremendos Agustín González y Luis Escobar, si bien López Vázquez parece menos inspirado y más estomagante que nunca; pero es ese dinamismo y vitalidad que posee la cámara lo que logra que, a pesar de enfrentarnos a unos personajes repulsivos, deprimentes, tacaños e hipócritas, nunca queramos apartarnos de su lado.

De la trilogía, "Nacional III" fue la que menos recaudó en cines y la peor a tener en cuenta para críticos y fans, y sin embargo significa un muy digno remate a una saga tan descacharrante y mordaz como los muchísimos personajes que la pueblan.
Una 4.ª parte se había puesto en marcha, pero todo quedaría en agua de borrajas debido a la triste muerte de Escobar...
Chris Jiménez
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