Nacional III

Se nota que Berlanga hizo esta película porque tendría en mente hacer una trilogía completa, ya que es algo más floja que las anteriores. Aunque con estos actores y los personajes que representaban en esa época podía haber hecho todas las películas que quisiera. La película es muy graciosa y se repiten situaciones a cual más patética. Las actuaciones de los protagonistas muy buenas, y se agradece el aumento de apariciones de Agustín González respecto a la anterior. En resumen, aunque algo peor, o menos buena, que la anterior, muy recomendable.

Coincidiendo con las otras críticas de esta película, puedo decir que es la menos buena de la trilogía. Sin embargo, se nota el espíritu Berlanga, pues éste sigue mostrando lo ruín que puede llegar a ser el ser humano cuando hay cuartos de por medio.

A mi parecer, se podría haber prescindido de esta parte, pues las dos primeras ya habían realizado el cometido de las nacionales: mostrar a todo el mundo lo patético y arcaico que llega a ser el mundo de la burguesía, y retratar con crueldad documental qué desgraciada es la sociedad.

A pesar de ello, sigue siendo muy recomendable. Ésta parte, eso sí, sólo la pondría "para echar un buen rato", pues las otras dos, señores, son para mí pilares del cine, español y del que sea.

"Nacional III" culminaba la triología proyectada por el dueto genial Berlanga-Azcona. Entre otras muchas virtudes, marcaba el final de la genial composición de personaje por parte de un tremendo Luis Escobar, sobresaliente de principio a fin como el caduco marqués, en una maravillosa actuación.

Cierto aire de letargo y de cansancio acompañan a esta tercera parte de la saga, la más floja de la saga, lo cual no implica que tenga momentos excelentes y gags para el recuerdo, especialmente los protagonizados por los excelsos José Luis López Vázquez y Agustín González, el inolvidable capellán de la familia.

El sarcasmo sigue presidiendo esta cinta que quizás no sea un prodigio de técnica, pero sí un homenaje a los buenos y cínicos diálogos (por ejemplo: cualquiera de los protagonizados por el siempre subestimado Luis Ciges) y a la capacidad de ver la sociedad con ojos grandes. Asimismo, siempre que la cosa flojea, tienen la fortuna de contar con un reparto a prueba de bomba, con unos secundarios simplemente maravillosos.

Pieza menor dentro de la filmografía del director y su equipo, pero imprescindible para terminar de comprender este fenómeno.

Nacional III de Luis García Berlanga, es una comedia que finaliza la hilarante zaga de la familia de los Leguineche. Dirigida con un ritmo rápido y activo, y al estilo propio y particular del director, mantiene el humor de la zaga con acierto, aunque en esta ocasión baja algo el nivel. Siguiendo la misma idea perspicaz e ingeniosa, gusta por su ácida y mordaz crítica a la clase alta, conservando la misma línea argumental que sus predecesoras, con situaciones disparatadas y ridículas que serán las risas de toda la familia.
La fotografía, es luminosa y alusiva, con imágenes espléndidas y confortantes que son cualificadas para la trama por ser estéticamente apropiadas y llenas de detalles. La música de nuevo, es inexistente. Y los movimientos de cámara y planos, siguen su deslumbrante labor técnica con excelentes planos secuencia largos y bien estudiados, con seguimiento, reconocimiento, travellings, rotaciones y planos generales en continuo movimiento que dan dinamismo y velocidad al film.
Las actuaciones, son acertadas y competentes en un oportuno elenco actoral que repite de nuevo con los actores Luis Escobar, Luis Ciges, Agustín González, José Luis López Vázquez, Amparo Soler Leal y Chus Lampreave entre otros, dando gran humor con sus labores aunque sin ser tan brillantes como las anteriores. Empleando para ellos, unos vestuarios y caracterizaciones sugestivos, ya que vuelven a ser elegantes y distinguidos, y muy apropiados y divertidos para la acción, en según qué escena hilarante que se queda en la retina del espectador.
El guion, de nuevo escrito por el mismo director junto con Rafael Azcona, es gracioso y ocurrente por tener un humor disparatado en su interior, que es sustancioso y atractivo por unas situaciones insólitas y absurdas que crean gran jocosidad a sus alrededor por ser totalmente incoherentes y descabelladas. Usando de nuevo unos diálogos característicos de la trilogía, con mucho sarcasmo punzante y acidez, en unos comentarios dicharacheros y avispados que entretienen y amenizan su visionado.
En definitiva, la considero un digno y acertado final para una trilogía ácida y crítica hacia la nobleza, que merece la pena ser vista por el público buscador de las comedias más disparatadas e hilarantes que han salido de las cabezas de Berlanga y Azcona. Recomendable por su dirección, guion, interpretaciones, planos, movimientos de cámara y diálogos que vuelven a Nacional III, en una guinda simpática y esencial, de las mejores comedias del director y del cine español en general.

No cabe duda que la insólita saga de los Leguineche, han dado mucho juego para el cineasta Berlanga, su guionista, el gran Rafael Azcona y el productor Alfredo Matas, pero a pesar de contar con la misma “troupe” de personajes, en esta tercera entrega el humor ya no sorprende y deja de ser fresco, todo es previsible y asoman signos de fatiga. Porque “Nacional III”, planteada desde el mismo título como una continuación de las peripecias del Marqués y su “tropa”, es también un eslabón sin ruptura alguna en el retrato de la peculiar familia: unos personajes ya definidos y que vienen repitiendo sus mismas actitudes hasta la saciedad, una directa relación de la situación política española de entonces con la situación familiar, un predominante uso del plano-secuencia como método para aglutinar los diálogos y gestos de los singulares personajes…

Los tres films, pues, parten de unas premisas prácticamente idénticas, las diferencias son bien escasas, pero, esta última cuenta con alguna diferencia, más de matiz que de base, que a la postre, se rebelan como sensiblemente ilustrativas. La primera de las diferencias se relaciona entre la acción de los personajes y la realidad política del momento, en el que sucede esa acción. Si en “La Escopeta Nacional” se pretendía reflejar las circunstancias bastante concretas a los últimos años del franquismo, en tanto que en “Patrimonio Nacional” se había ya producido el advenimiento de la monarquía, en el film que nos ocupa el enmarque cronológico se produce durante el intento de golpe de estado por parte de Tejero, el 23/02/1981 justo unos meses antes que ganaran las elecciones en Octubre los socialistas, que se intuía por parte de todos. La consecuencia que se puede extraer fácilmente de todo ello, constituye un reproche tan socorrido y evidente como innegable: oportunismo, además de la fatiga antes aludida.

Y no ya por el hecho de ambicionar la elaboración de una sátira social al amparo de una realidad palpable, en este caso la evasión de capitales, tan de moda por el cambio de gobierno que se percibía, sino porque el desarrollo dramático es consecuencia inmediata y absolutamente dependiente de las circunstancias socio-políticas que la película presenta y que son escasamente originales. Ni que decir tiene, que todas estas incidencias preparan el terreno para que aflore un humor fácil plagado de chistes tópicos y poco ingeniosos acerca de cómo ven la democracia un puñado de añorantes y patéticos aristócratas venidos a menos. Otra cuestión, a mi juicio fundamental, es el estilo formal de la puesta en escena, que me parece abusivo en el uso tan alabado en su cine como es el plano-secuencia, aquí no se aprecia como virtuosismo sino como un exceso desproporcionado, como sucede con los diálogos corales que a veces cuesta asimilar, propiciando un cierto cansancio por lo artificioso del mensaje. Siendo un gran admirador de Berlanga, reconozco que no siempre estuvo tan acertado como en las anteriores.