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La patrulla perdida

Bélico. Aventuras Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), un grupo de soldados británicos se encuentra perdido en medio del desierto de Mesopotamia. Su comandante, que era el único que conocía el destino de la misión, resulta asesinado por un disparo de unos bandidos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
21 de abril de 2009
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La patrulla comandada por el siempre convincente Victor McLagen debe enfrentarse, en medio del desierto y sin referencias geográficas como para establecer una ubicación, a un enemigo invisible que la está diezmando. La obra de Ford no cuenta con una, sino más bien con varias fuerzas invisibles que atentan contra una trama interesante, sí, pero que cae en seco por su propio peso narrativo.

La idea de estar perdidos alrededor de tanta arena, en medio de espejismos y fantasmas de ocasión es el tanque simbólico de esta obra de Ford que hace del desamparo y del desarraigo patriótico su mayor fuerte. No obstante, y aún asi hay que ser permisivos con una obra del 34', la trama flaquea de varios lados. Por un lado, es curioso que a pesar de la corta duración de esta peli, el tiempo "sentido" de la misma por el espectador sea tan largo. Esto sucede porque la idea es obvio que estaba premeditada, pero no el como desarrollarla sin que se estire como una goma de mascar.
Entonces, cuando los personajes cuentan sus anécdotas en medio del vacío existencial en el que se encuentran, algunas de ellas pueden resultar eficaces pero siempre tendrán ese gusto a guión forzado por el contexto. Por otro lado, el grupo humano que da lugar a esta historia no logra elevarse por sobre su chatura, a pesar de exponer la mayoría de ellos sus visiones sobre el mundo.

Obra interesante aunque muy por debajo de las demás entregas de Ford, La patrulla perdida extravía la vivacidad de su guión en algún lugar no muy preciso del desierto que ella misma crea.
Juan Rúas
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18 de enero de 2015
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el cine de Ford el desierto, al igual que el mar, es una metáfora del riesgo y de la incertidumbre de la existencia humana. Esta película pertenece a una etapa, digamos que sombría, dentro del cine de Ford y que abarca desde 1934 hasta 1937, periodo responsable de otros títulos suyos como “El delator”, “María Estuardo” o “Huracán sobre la isla”, aunque nuestro amado director aún tardaría unos años en alcanzar el estado de gloria absoluta, fueron los filmes de este periodo de transición los que atrajeron la atención de la crítica y los que representan un avance más llamativo en la estilística fordiana.

Mezclando la aventura con el suspense sicológico, John Ford compone una asombrosa historia en torno a una patrulla del ejército británico que durante el transcurso de la primera Guerra Mundial se ve obligada a cruzar el desierto de Mesopotamia. Tras el asesinato del oficial que conocía la misión, la patrulla, ahora de la mano de un rudo sargento, decide cambiar de rumbo; perdidos en medio de la nada y atacados por un enemigo al que nunca ven, la patrulla se verá presa del terror pues el invisible enemigo árabe va matando uno a uno a los miembros del cada día más reducido grupo.

La película constituyó un gran éxito en su día y no ha perdido interés pese al tiempo transcurrido. Protagonizada por Victor McLaglen, actor fordiano por excelencia, en el papel del sargento encargado de guiar a la patrulla en su nueva andadura, merece también la pena destacar el personaje de Sanders, papel que interpreta Boris Karloff.
Juan Marey
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16 de abril de 2010
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando a finales de la década de los 20’s del siglo pasado irrumpe en la industria cinematográfica la técnica necesaria para sincronizar voz e imagen, muchos actores y directores se encontraron con que no “encajaban” en la nueva forma de hacer cine: estaban “desincronizados” y, poco a poco, fueron desapareciendo, ahogados en sus propios recuerdos (Willy Wilder supo retratar maravillosamente la decadencia de esas estrellas del cine mudo en su Sunset Blvd, mientras que Cantando bajo la lluvia, de Stanley Donen y Gene Kelly, relata los problemas que tuvieron algunos actores y actrices con su voz). Sin embargo, otros actores y directores consiguieron adaptarse, con mayor o menor pericia, a esa novedad técnica. Entre ellos estaba John Ford, que ya llevaba a sus espaldas más de 60 películas mudas, pero que supo integrar el nuevo invento en su trabajo. Es bien cierto, sin embargo, que las viejas costumbres –como los vicios- son difíciles de abandonar y en las primeras películas sonoras de Ford los diálogos no aportan casi nada nuevo a lo que la propia imagen nos está contando. Así ocurre en su película La patrulla perdida, de 1934.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
kuraneitor
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7 de mayo de 2011
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante y sugerente film en el que John Ford nos muestra una patrulla perdida en el desierto.
Con una estructura grupal y un reparto más que solvente donde destacan Boris Karloff y Victor McLaglen.
El film se desarrolla con una cierta estructura teatral, pero necesaria dentro del desarrollo de la película.
El desierto juega un papel crucial, sobre todo como vertebrador de las situaciones angustiosas que se ven aquí ; Dichas situaciones a la vez que este medio en sí, nos mostrarán los perfiles psicológicos de los personajes de la cinta.
En comparación con algunos de los otros films que se desarrollan en el medio desértico, aquí el componente heróico está asociado más a la supervivencia individual y al comportamiento humano que a la épica que el abrupto medio da a una batalla ó enfrentamiento ( " Gunga din " es un ejemplo de esto último ). Tampoco es un medio natural usado para que se desarrolle en él una trama de acción pura y dura, tipo " Sahara " de Zoltan Korda ó " Sirocco " de Curtis Bernhardt.
Con respecto a lo que es una trama de supervivencia de unas personas dentro del desierto está relativamente emparentado con " Arenas de muerte " de Henry Hathaway.
Pero en esta última se profundiza más relativamente en la psicología de los personajes, ademas en la película que critico, la fotografía le da un empaque absorvente y misterioso que le da una interesante densidad y un halo fantasmagórico al film, dando a su vez más empaque al estudio psicológico de los personajes.
A su vez una narrativa fluida hace que el film sea rápido y eficaz en su desarrollo y también sirva como entretenimiento.
Esta presencia comentada de una atmósfera tenebrosa y el carácter psicológico del film le dan una textura expresionista pudiendo enlazar con algun film de dicha tendencia tipo " M, el vampiro de Dusseldorf " de Fritz Lang.
Un saludo, efelson.
efelson
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23 de mayo de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
51/03(08/04/14) Destacable incursión de John Ford en esta turbadora mezcla de género bélico cuasi-existencialista con marcados trazos de de profundidad psicológica, al que el tiempo ha dejado ver algunas grietas. Ofreciendo en su escaso metraje un buen compendio de cine de entretenimiento con dosis de calado en la introspección de cómo un collage de personajes diferentes se enfrentan a un peligro invisible que les va diezmando y llevando al extremo.

El escenario es el inmenso desierto de Mesopotamia en 1917, en plena Gran Guerra, tropas británicas luchan contra los árabes, un batallón inglés de unos doce soldados recorre estas bastas arenas, cuando un francotirador enemigo mata al oficial que los dirigía, los problemas aumentan pues es el oficial era único que sabía dónde estaban y hacia donde se dirigían. Pasa a dirigirlos el sargento (buen Victor McLaglen), se moverán hacia el norte donde saben hay un río, por el camino descubren un oasis donde se establecen, allí serán acosados mortalmente por los árabes, aumentando la tensión psicológica entre los británicos ante un enemigo al que no ven.

El guión es de Dudley Nichols (“La Diligencia”, “La Fiera De Mi Niña” o “Perversidad”), de una adaptación de Garret Ford (“Dracula”, “El Dr. Frankenstein” o “El Signo Del Zorro”) que a su vez se basa en una novela de Philip McDonald (“Rebecca” o “Sahara”), veterano de la Gran Guerra, participando en la campaña de Mesopotamia en la que se inspira la historia, hechos poco conocidos, y que fue un desastre de operación, sobre todo el asedio a Kut. Es la segunda versión de este libro, la anterior es de 1934, dirigida y escrita por Walter Summers, que curiosamente protagonizó Cyril McLaglen, el hermano menor del protagonista de esta, Victor. John Ford toca temas como la valentía, la camaradería, el sentido del deber, el fanatismo religioso, la cobardía, la locura, la frustración, el sinsentido de las guerras y sobre todo el miedo a lo desconocido, el director demuestra su gran habilidad para el manejo de atmósferas claustrofóbicas, así como el manejo de espacios abiertos para emitir emociones, ejemplo del gran uso que después hizo del Monument Valley, con maestría dota de un ritmo fluido al relato, sabiendo cuando acelerarlo y cuando serenarlo para reflejare el espíritu de los personajes, equilibrando con ingenio los diferente s tonos de la obra, la acción, el misterio, la tensión, el drama, es una obra que perdura por su frescura, por su magnética propuesta de ejercicio de estilo, otorgando al paisaje un protagonismo magnético, haciendo que el ser humano sea una mota de polvo en este infinito desierto poblado por fantasmas, con el grandioso acierto de no mostrar a los acosadores enemigos, solo se sugieren, se sombrean, cuasi-espejismos solares, esto con confiere a la historia un aura metafísica, cercana a la buñueliana “El Ángel Exterminador” y con clima enrarecido que impregna de expresionismo la acción. Ford expone con síntesis la personalidad de los soldados, microcosmos de cómo la variada Condición Humana se torna al estar al límite, uno de ellos habla de que lo que le mueve son las ansias de gloria que ha bebido del escritor Rudyard Kipling, otro desea ver a su hijo recién nacido, otro es un bailarín frustrado, otro recuerda como su madre lloraba cuando se alistó, otro comenta sus affaires con chicas malayas, Sanders (gran Boris Karloff) es el radical cristiano que cree que lo que les pasa se lo merecen, y el sargento perdido entre todos, no sabe ni donde están, ni a donde van, ni por qué, expresado de forma en escenas bien resueltas, con buenos diálogos, en pocos trazos te queda un semblante de los personajes, aunque el problema es que les queda algo superficial como hecho a prisas para que después sintamos vínculos por si mueren, le falta metraje para desarrollar lazos con el público, con lo que queda un regusto de un tanto tibio a “Los Diez Negritos”, de ve quien es el siguiente en caer, lo cual denota cierta ligereza, derivando en no emocionarte con su sufrimiento, tanto así que el propio Ford en su biografía la repudia tildándola de "pomposa y sobreactuada", aún así te interesa, te atrapa, deseas saber lo que les pasará pero no te conmueve. Eso sí, queda un final muy bueno, que me da la sensación de que ha influenciado a muchos después (spoiler), una conclusión crepuscular de gran belleza.

De la historia se puede sonsacar antropológicamente el estudio sociológico de lo racistas que eran, con la frase de que espeta un soldado <Exterminar árabes es uno de los placeres de esta vida>, nada políticamente correcto, habrá que ponerla en su justo contexto>, para contrarrestar este exabrupto queda otra en las antípodas, unas lindas palabras antibélicas <Esta guerra estúpida es una futilidad>. (continua en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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