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Críticas de kuraneitor
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
10
16 de abril de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cualquier tarde de sábado o de domingo, si encendemos el televisor (al menos en España), probablemente nos topemos con alguna película que se inicia con el siguiente mensaje: “Basado en hechos reales”. Lo que sigue a ese anuncio suelen ser unos cien minutos de drama lacrimógeno que, a lo sumo, sirven para pasar el rato y para pensar en lo afortunados que somos porque no nos pasan cosas tan dolorosas o truculentas como las que nos cuenta la película en cuestión. Estos “telefilmes” –sobre todo, los producidos en EE.UU.- suelen estar protagonizados por actores desconocidos dirigidos por algún realizador tan desconocido como ellos. Ahora bien, si permutamos a esos actores y a ese director desconocidos por un reparto encabezado por Gary Cooper y por Howard Hawks en la dirección, obtenemos un resultado muy diferente. Tan diferente como lo puede hacer el peso de once nominaciones a los oscars, de los que obtuvo dos -Gary Cooper, como mejor actor, y William Holmes, como mejor montaje. Porque eso es Sargento York: una historia “basada en hechos reales” que, en manos de Hawks, se convierte en una obra maestra.
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9
16 de abril de 2010
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Avanti de Billy Wilder -estrenada en España bajo el título ¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre?, traducción literal del título italiano de la película- es una obra que, aunque considerada menor por algunos críticos, recoge las esencias del mejor Wilder, maceradas tanto por los años de trabajo tras las cámaras como por los pasados delante de una máquina de escribir. No hay que olvidar que esta película fue rodada en 1972 –es de las últimas que dirigió Wilder- y ese “poso” que va dando el paso del tiempo se deja sentir en las escenas de la cinta.
Es cierto que cuando Wilder rodaba comedia siempre imprimía un tono especial a todo lo que pasaba delante del objetivo de la cámara, pero dicho tono se deja sentir de una manera muy especial en Avanti.
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kuraneitor
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8
16 de abril de 2010
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando a finales de la década de los 20’s del siglo pasado irrumpe en la industria cinematográfica la técnica necesaria para sincronizar voz e imagen, muchos actores y directores se encontraron con que no “encajaban” en la nueva forma de hacer cine: estaban “desincronizados” y, poco a poco, fueron desapareciendo, ahogados en sus propios recuerdos (Willy Wilder supo retratar maravillosamente la decadencia de esas estrellas del cine mudo en su Sunset Blvd, mientras que Cantando bajo la lluvia, de Stanley Donen y Gene Kelly, relata los problemas que tuvieron algunos actores y actrices con su voz). Sin embargo, otros actores y directores consiguieron adaptarse, con mayor o menor pericia, a esa novedad técnica. Entre ellos estaba John Ford, que ya llevaba a sus espaldas más de 60 películas mudas, pero que supo integrar el nuevo invento en su trabajo. Es bien cierto, sin embargo, que las viejas costumbres –como los vicios- son difíciles de abandonar y en las primeras películas sonoras de Ford los diálogos no aportan casi nada nuevo a lo que la propia imagen nos está contando. Así ocurre en su película La patrulla perdida, de 1934.
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10
16 de abril de 2010
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la vida de toda persona hay un momento (o varios) en el que uno se da cuenta de que ya no tiene edad para hacer según que cosas: cuando después de la última noche de juerga el cuerpo ya no responde de la misma manera; cuando se empiezan a peinar las primeras canas; cuando nace el primer hijo… son ocasiones en las que uno se da cuenta -a veces no de manera muy consciente- de que ha llegado a un punto de inflexión en su existencia y que tiene dos opciones: adaptarse al nuevo estado vital e, incluso, derramar unas lágrimas de añoranza por el tiempo pasado; o bien empecinarse en seguir como siempre, aún sabiendo en lo más profundo del corazón que se está fuera de lugar. Estas dos opciones vitales las encontramos encarnadas en los dos protagonistas principales de Pat Garret & Billy The Kid, el último y magnífico auténtico western de Sam Peckinpah.
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kuraneitor
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6
9 de mayo de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La edad de oro" se revela como una crítica contra la burguesía, la iglesia, el ejército… es decir, contra las “fuerzas vivas” de una sociedad caduca y enferma. Una crítica, sin embargo, que vista desde la perspectiva del siglo XXI se antoja casi infantil, como la de un niño que pinta en las paredes del colegio algún exabrupto contra el profesor X. Evidentemente, en 1930, cuando se estrena la película, la mentalidad era muy distinta y la actitud ante ella, por tanto, también lo fue. Tachada, cuanto menos, de sacrílega, la película cayó, primero, en el ostracismo y luego, seguramente, en un olvido, del que saldría poco antes de la muerte de Buñuel.
Aunque fue pionera en algunos aspectos técnicos, como el uso de la voz en off, la película es un mediometraje que no resiste el más mínimo análisis cinematográfico. Si acaso podríamos descubrir un pequeño hilo en la historia de los dos amantes que, a modo de un pegamento no muy bueno, da sentido a la concatenación de algunas escenas. Sobre esto Buñuel diría, muchos años después de su rodaje, que “La edad de oro es -sobre todo- una película de amour fou (amor loco), de un impulso irresistible que, en cualesquier circunstancia, empuja el uno hacia el otro, a un hombre y una mujer que nunca pueden unirse”, poniendo así el tema de la película en ese pequeño hilo. Sin embargo, entre ese pequeño hilo conductor nos encontramos desde una pieza documental sobre la vida de los escorpiones hasta un homenaje en toda regla al Marques de Sade, eso sí, presentado este último con la iconografía propia de Jesucristo para así, al situarlo al final de la película, rematar con una crítica más a la religión cristiana.
Resumiendo: probablemente por su juventud -sólo tenía 30 años cuando rodó la película- y, sobre todo, por su inexperiencia cinematográfica, la película carece de la elegancia y de la técnica que alcanzaría Buñuel con obras posteriores -y que le harían merecedor, entre otros premios, del Oscar de Hollywood, del León de Oro de Venecia o del premio especial del Festival de San Sebastián- pero lo que sí encontramos son las filias y fobias buñuelianas que, embebidas de surrealismo, surgen a borbotones y sin control de la mente del director calandino. Las mismas filias y fobias que encontraremos después en esas obras posteriores tan depuradas y premiadas. Y es que si hay una cosa que hay que recocerle a Buñuel es su coherencia: consigo mismo y con su forma de pensar. “Esto es lo que pienso -parece decirnos Buñuel-, te lo puedo decir de una manera más burda y soez o de una manera más depurada y elegante, pero no hay ninguna doblez en mi ni en mi manera de entender el mundo”.
kuraneitor
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