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Noche y niebla

8,2
5.828
Documental Doce años después de la Liberación y del descubrimiento de los campos de concentración nazis, Alain Resnais entra en el desierto y siniestro campo de Auschwitz. Lentos travellings en color sobre la arquitectura despoblada, donde la hierba crece de nuevo, alternan con imágenes de archivo (en blanco y negro, rodadas en 1944) que reconstruyen la inimaginable tragedia que sufrieron los prisioneros así como las causas y las consecuencias de ... [+]
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
28 de octubre de 2008
26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sólo hierbajos y zarzales crecen en la campiña abandonada que rodea los barracones de los campos de concentración -espacio yermo y ahíto de historia-, también de ella brota el ruido.

Adentrándose aún recelosa por los vestigios del holocausto, la imagen nace deslindada de la voz que narra, sabiéndose responsable del malestar que esta última expresa: sospechando de la monumentalidad del recinto –producida por la historia, relato de los vencedores-, constatando lo incompleto de la ruina, ¿cómo poder llegar a recordar lo sucedido?, ¿cómo se recuerda algo que no se ha vivido?

Por senderos de distinto orden transitan entonces ambas, voz e imagen, la primera lamentando no poder sino mostrar la superficie de la historia, la cáscara vacía de lo acontecido; la segunda volviéndose más y más opaca en su narración documental a través de testimonios gráficos (la pila de cadáveres desnudos, los rostros enjutos…). Parecen compadecerse por su incapacidad para superar el límite, para rescatar una miga de verdad.
En realidad es todo pura estrategia, aspiran secretamente a producir lo que sintió el poeta mientras observaba a la lejanía desde lo alto de la montaña:

[…] e mi sovvien l’eterno,
E le morte stagioni, e la presente
E viva, e il suon di lei […]

[...y me sobreviene lo eterno,
Y las muertas estaciones, y las presentes
Y vivas, y el sonido de ellas...]

(L’infinito, G. Leopardi)

De la conjunción afortunada de imagen y voz surge un rumor como de lejana caballería al galope, estrépito que se siente más con el cuerpo que con el oído y que configura un momento de verdad histórica, de captura de un instante perdido en el tiempo.

Este temblor que sobrecoge al corazón es también “el llanto sin fin de la humanidad”, aquél al que las líneas finales nos instan a escuchar antes que “sobrevivir a estas ruinas con nuestra mirada sincera, como si el antiguo monstruo yaciera aplastado para siempre bajo los escombros.”
Gort
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13 de abril de 2008
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
81/11(11/04/08) Gran documental sobre el holocausto, que tiene además el gran mérito ser el primero que se hizo sobre este horror. Sin caer en la lágrima fácil, van desfilando ante nosotros las imágenes de las atrocidades que los nazis cometieron en los campos de exterminio, a través de tomas lentas, en color de estos mataderos humanos, intercalándolo con imágenes de archivo nos van introduciendo lo que allí sucedía. Incluye secuencias depositando a los muertos en fosas comunes, cadáveres colgados de las alambradas, rostros demacrados y aterrorizados, cuerpos desnudos como esqueletos a los que se les hace desfilar como humillación y trenes transportando quién sabe a quién, quién sabe a dónde. Documentan las cámaras de gas y los crematorios, así como las macabras intenciones de los nazis de encontrar utilidad a los bienes, huesos, piel, cabellos y cadáveres de sus víctimas. Resnais deja caer que los campos de la muerte al estar cerca de poblaciones contaban con la complicidad del silencio de sus habitantes. Otro de los mensajes que suelta es que nadie se quiso hacer responsable, todos se iban pasando la pelota, declaraban:" yo no soy responsble". ¿Quién entonces? se pregunta el director. Recomendable para todo el mundo, debería ser obligatoria en todos los colegios, no hay nada mejor para que no se repita, como es que no se olvide, "los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla". Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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21 de agosto de 2008
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El viento suele proceder a limpiar la atmósfera de contaminación, mal tiempo, nieblas, polvos, que llevan a lodos y tempestades, plagas y otros detritus de la naturaleza.
El viento es aliado del tiempo, que produce el olvido y hace recobrar la descuidada confianza a aquellos que, después del horror, optaron por la guardia permanente.
Este film formaba parte de aquella movilización militante, fruto de las amargas y recientes experiencias, pues no en balde, cuando se realizó, sólo habían pasado diez años de los espeluznantes hechos y del final de la II Guerra Mundial.
Tan poco tiempo, y ya verdeaban los campos, las tumbas estaban cerradas y en las vías donde circularon los siniestros convoyes de la muerte, la herrumbre y la maleza empezaban a ocultar su siniestro fin, como el film nos describe.
Se realizó la película, con la colaboración de un buen número de organizaciones de antiguos deportados y combatientes y de las instituciones que habían sido testigos de la hecatombe y su objetivo sería hacerla como ejemplo y denuncia, para evitar su repetición.
No se si eran optimistas e ignoraban que cincuenta años más tarde de su estreno, habría habido gulags, matanzas en Extremo Oriente, repetición de internamientos y eliminación de oponentes en Chile y Argentina, étnicas matanzas en Los Balcanes y en África, y extraños conflictos de intereses con la excusa de fundamentalismos religiosos de un signo u otro, con todo lo cual, Resnais tendría tema documental y testimonial para veinte o treinta “Nuit et Brouillard” más, dicho lo cual no le quita mérito al noble intento de denunciar la barbarie en todas sus dimensiones, desde un canto al sentido común y a la sensatez y buen hacer, que transmite en su film.
Allá por los sesenta y setenta, se proyectaba clandestinamente en cine clubs y en las sesiones, otrora calificadas de pornográficas, que se daban en Perpignan, Ceret y otras poblaciones francesas cercanas a la frontera. Si en aquellos años servía para empezar a vislumbrar la barbarie de los totalitarismos, hoy, vista de nuevo en su formato DVD, sigue vigente en su frescura, en su ritmo y en su intención, como una de las joyas de la cinematografía de todos los tiempos, indispensable para la pervivencia de la memoria ante los envites del tiempo y el viento que hace que todo se olvide. Yo la tengo en sitial de honor, al lado de "El gran dictador" de Chaplin.
Ramsés
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4 de agosto de 2012
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que fue Adorno quien acuñó la frase "Escribir poesía después de Auschwitz es una atrocidad". Casi en respuesta a esta cita, Resnais filma la atrocidad en un estilo que conjuga con contrita frialdad la poesía y el documental.
Hoy en día, el estilo de Resnais puede parecer como algo superado e incluso simplificador. Debemos, no obstante, tener en cuenta que el cortometraje del director, como toda obra breve, no aspira a cubrir una barbarie histórica, sino que aspira a producir mediante medios artísticos mínimos un efecto.
"Noche y niebla" no es un documental sobre el nazismo, o al menos, no es sólo un documental sobre el nazismo. Es un cortometraje sobre la barbarie y un aviso futuro para la historia.
Quien desee conocer más sobre la realidad de los campos de concentración podrá consultar mejores fuentes, indudablemente. Sin embargo, a Resnais le cabe el indiscutible honor de haber sentado un precedente fílmico a la que su mismísima brevedad confiere mayor impacto.
Su film es la raíz de la que surge buena parte del cine de denuncia que amamos. Y sin embargo hemos olvidado a Resnais. Sin "Noche y Niebla" no hay "La lista de Schindler", no hay "El Pianista", no hay "La vida es bella", películas todas ellas muchas veces valoradas por encima de su fuente primera.
Resnais nos enseñó a mirar la atrocidad y ver en ella una metonimia de las atrocidades. Se equivoca quien quiere ver en "Noche y niebla" un film sobre el nazismo únicamente. En Adorno como en Resnais, el campo de concentración constituye un emblema de la deshumanización, una urgente señal de alerta como la pesadilla, la calculada crueldad sin conciencia.
Resnais nos enseñó con pocas palabaras de qué mala pasta está hecho el ser humano. En los campos nazis o en los de California (los había, sí, poblados de japoneses inocentes también aquí donde vivo), en la atrocidad rusa o en la de Pol Pot.
El mensaje de Resnais por tanto sigue vivo.
Su alerta, entonces como hoy, constituye un alegato necesario.
Lucien
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31 de julio de 2011
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas que más llegan a lo profundo de la persona del espectador no son aquellas con imágenes trágicas, desgarradoras, dramáticas hasta el extremo. Éstas golpean fuertemente pero dejan menos poso que aquellas que por su sencillez, su sinceridad exenta de cualquier atisbo de manipulación (manipulación, no visión personal inevitable al elegir unas imágenes o una forma de rodar) se mantienen en un rincón de la mente durante días, apareciendo de vez en cuando no como recuerdo fílmico sino como punzadas sobrecogedoras en nuestra mente y en nuestra sensibilidad. Así me sucede con Noche y niebla.

A Resnais le basta con media hora de imágenes actuales, y en color, de los campos de concentración nazis totalmente solitarios acompañadas de una música sencilla, alejada de las orquestaciones explosivas o los solos de cuerdas dramáticos que suelen ilustrar las tragedias colectivas y sabiamente alternadas con imágenes o fotografías de la época para encogernos asombrados, aunque ya lo supiéramos, aterrados, aunque conociéramos su horror, y mantenernos así, a ratos, cuando menos lo esperamos durante días o semanas. Nada que ver con buenas películas de ficción (tal vez sería más exacto decir películas con argumento), como El pianista, en cuanto a esa capacidad de impresión duradera, ni siquiera con documentales escalofriantes y de visión necesaria, como Shoa, ni tampoco con películas que mezclan de alguna forma documental y ficción como Alemania, año cero.

La visión de Noche y niebla hace innecesario ningún juicio de lo que va pasando ante tu mirada porque eso, lo que ves, es lo que hay, y sin más aditivos, llega a tu yo más profundo, no a tu intelecto.
Victoria
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