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The Visitor

Drama Walter Vale (Richard Jenkins), un profesor universitario de Connecticut que viaja a Nueva York, se ve envuelto en la vida de una joven pareja inmigrante a la que encuentra viviendo en su apartamento de Manhattan, un piso que apenas visita. Tarek (Haaz Sleiman), un músico sirio, y Zainab (Danai Jekesai Gurira), su novia senegalesa, viven allí porque alguien les ha alquilado el apartamento, haciéndose pasar por el dueño. (FILMAFFINITY)
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Críticas 95
Críticas ordenadas por utilidad
7 de febrero de 2016
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Richard Jenkins es dirigido fenomenalmente por Thomas McCarthy quien ya nos explicó en Spotlight la crueldad de algunos curas en la iglesia con pederastia de por medio y que anteriormente se sacó una nominación para Jenkins en The Visitor mostrando un personaje aparentemente frío y solitario pero enternecedor y entrañable, tanto que logramos empatizar con el con el paso de los minutos. McCarthy no logra una obra maestra pero si su mejor película, una cinta real, triste y dura como la vida misma. Esto no es una fábula ni un cuento donde podemos fantasear a gusto de todos. A través de tres secundarios mas el protagonista logra una historia sencilla pero humana. Un retrato sobre la amistad que no me extrañaría que Eastwood se inspirase un pelín en el personaje de Jenkins para su Gran Torino. Una cinta desoladora donde el guión sorprende en varios momentos y aunque la interpretación de Richard es contenida logra estallar en el último acto donde vemos el grado de desesperación y hastío que le rodean. Una cinta sobre la amistad, sobre el racismo y sobre las tristes e injustas leyes que hay en EEUU que de forma crítica lo plasma a la perfección McCarthy. Claro y contundente como la propia película. Quizás no sea apta para todo el mundo por la forma de digerir la película ya que no es una cinta muy activa pero juega también de manera similar El solista de Joe Wright con Jamie Foxx. Genial.
StarNine27
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22 de septiembre de 2016
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Las políticas de inmigración del mundo occidental no van a parar de crear dramas humanos conmovedores.
Las personas se ven atrapadas en tragedias sisíficas de las que es difícil salir. Cada día hay ejemplos en la prensa, cada día miles de personas se ven envueltas en crueles laberintos que en el peor de los casos cuestan la vida: el precio más caro, el único que no se puede saldar.

El cine está obligado a reflejar este inframundo tan escasamente glamuroso. Y lo ha hecho, es justo admitirlo, en más de una valiosa ocasión. Esta producción es una buena muestra. Y lo hace con una sensibilidad nada morbosa ni afectada de patetismo. No hay muertes, ni delitos, ni una sola muestra de violencia, ni nadie a quien culpar de nada, si exceptuamos la burocracia formalmente ciega. El valor de los papeles se vuelve primordial. Y ello, es verdad, da unas connotaciones más reales a la historia.

Y luego está el contrapunto de la música con el que el director quiere ofrecer un sucedáneo de esperanza. La música se convierte en significado. La música puede dar sentido a la vida. La música es el fondo sobre el que se desenvuelve el drama de los personajes. La música de percusión mueve los dedos de Jenkins que le agarrotaba el piano.

Richard Jenkins es el dueño de la película. El alma mater. Con su cara desvalida y su aspecto de perdedor existencial llena el metraje de veracidad. El crea el problema y se vacía para intentar solucionarlo. Fracasa.
Pero su fracaso le deja donde está. Peor lo tienen los que son deportados a los mundos crueles de los que han intentado escapar y que arrastran en su caída a la gente que los quiere.

Película emotiva, con alma, con mensaje, reivindicativa de lo que, hoy por hoy, parece un pozo sin fondo, perdido entre las fronteras que la legalidad traza con espinos.
Jobo
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7 de mayo de 2017
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Drama que aborda el problema de la inmigración en Estados Unidos. Un profesor viudo recupera la ilusión por vivir al contactar con una pareja de inmigrantes ilegales, que darán un cambio a su vida. Una narración brillante y muy lograda sobre un tema difícil de representar. Gran película, aunque deje mal cuerpo por el tema que toca.
Edgar García
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11 de abril de 2018
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El director Thomas McCarthy, con un guión de su propia autoría, ha construido una película que viene totalmente al hilo de los acontecimientos tan penosos que están ocurriendo con los refugiados en Europa, esos refugiados que vienen con lo puesto desde Oriente Medio y para los que los opulentos europeos no ofrecemos ni lo más mínimo para que lleven una vida digna. Pues bien, McCarthy se centra en la persona, no es meramente un cine de denuncia o político, es ante todo una película inteligente, sutil y respetuosa. McCarthy desmenuza la transición a la vida del protagonista Walter, mediado éste por el ánimo y el nuevo empuje que le aportan los jóvenes que habitan su casa. Tiene una música estupenda de Jan A.P. Kaczmarek y una esplendente fotografía de Oliver Bokelberg.
En el reparto brilla con luz propia un magnífico Richard Jenkins en el papel de hombre solitario de mediana edad, cuya vida cambia cuando se enfrenta con problemas de identidad social, inmigración y comunicación intercultural (por este papel recibió su primera nominación al Oscary el aplauso unánime de la crítica. Jenkins encarna el triunfo de la economía expresiva y resulta un personaje adorable en diversos pasajes del film. Haaz Sleiman, brillante en su papel de Tarek, el percusionista que aficiona a Walter con su instrumento. Danai Jekesai Gurira está muy convincente como Danai, la novia de Tarek y artesana senegalesa. Y Hiam Abbass, una interesante actriz madura llena de sensibilidad en el papel de madre.
La cinta nos arroja a la cara una instantánea oscura y espantosa de la arbitrariedad y el acoso que las autoridades estadounidenses hacen hacia las personas sin papeles, y en particular hacia las identificadas como sujetos indeseables por su ascendencia o religión musulmana. McCarthy nos ofrece en su película una cara realista y respetuosa con los inmigrantes que poblaron y siguen poblando el mundo occidental, no sólo EE.UU., sino también Europa. Es una película sencilla pero capaz de sorprender en el transcurso del metraje.
Concluyendo: película sincera sin oropeles ni aderezos. McCarthy escribe y dirige una cinta emotiva, transparente, que cuenta con un guión con las puertas abiertas, bien construido, que aborda el amor, la amistad, la búsqueda de un lugar donde vivir, la redención, la posibilidad de crecer y salvarse de la soledad y la anomia, y que sirve a modo de denuncia en toda regla.
Kikivall
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20 de abril de 2018
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Claro ejemplo de que con poco se puede hacer buen cine, intenso pero no pesado drama en tono reivindicativo con ligeros toque de distracción en tono de comedia sutil. Las interpretaciones son en su mayoría muy buenas, destacar notablemente a Richard Jenkins que interpreta fielmente a un hombre que a pesar de su edad aun tiene mucho que dar a los demás. En líneas generales película buena, altamente recomendable.
juanmartin2705
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