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España España · Barcelona
Voto de Jobo:
7
Drama Walter Vale (Richard Jenkins), un profesor universitario de Connecticut que viaja a Nueva York, se ve envuelto en la vida de una joven pareja inmigrante a la que encuentra viviendo en su apartamento de Manhattan, un piso que apenas visita. Tarek (Haaz Sleiman), un músico sirio, y Zainab (Danai Jekesai Gurira), su novia senegalesa, viven allí porque alguien les ha alquilado el apartamento, haciéndose pasar por el dueño. (FILMAFFINITY)
22 de septiembre de 2016
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Las políticas de inmigración del mundo occidental no van a parar de crear dramas humanos conmovedores.
Las personas se ven atrapadas en tragedias sisíficas de las que es difícil salir. Cada día hay ejemplos en la prensa, cada día miles de personas se ven envueltas en crueles laberintos que en el peor de los casos cuestan la vida: el precio más caro, el único que no se puede saldar.

El cine está obligado a reflejar este inframundo tan escasamente glamuroso. Y lo ha hecho, es justo admitirlo, en más de una valiosa ocasión. Esta producción es una buena muestra. Y lo hace con una sensibilidad nada morbosa ni afectada de patetismo. No hay muertes, ni delitos, ni una sola muestra de violencia, ni nadie a quien culpar de nada, si exceptuamos la burocracia formalmente ciega. El valor de los papeles se vuelve primordial. Y ello, es verdad, da unas connotaciones más reales a la historia.

Y luego está el contrapunto de la música con el que el director quiere ofrecer un sucedáneo de esperanza. La música se convierte en significado. La música puede dar sentido a la vida. La música es el fondo sobre el que se desenvuelve el drama de los personajes. La música de percusión mueve los dedos de Jenkins que le agarrotaba el piano.

Richard Jenkins es el dueño de la película. El alma mater. Con su cara desvalida y su aspecto de perdedor existencial llena el metraje de veracidad. El crea el problema y se vacía para intentar solucionarlo. Fracasa.
Pero su fracaso le deja donde está. Peor lo tienen los que son deportados a los mundos crueles de los que han intentado escapar y que arrastran en su caída a la gente que los quiere.

Película emotiva, con alma, con mensaje, reivindicativa de lo que, hoy por hoy, parece un pozo sin fondo, perdido entre las fronteras que la legalidad traza con espinos.
Jobo
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