Dioses y monstruos

De entrada me sumo a los elogios prácticamente unánimes a la interpretación de los actores con notable mención a McKellen y Redgrave.
La película se ve con agrado pues tiene un discurrir ameno y elegante pero de ahí a calificarla de obra maestra me parece francamente exagerado.
En el guión encuentro algunas lagunas pues la relación que se establece entre el acomodado anciano y el joven jardinero me parece un tanto artificial y forzada y no exenta de cierta fantasía que se me hizo poco creíble.
Me pareció más realista la relación del ama de llaves hacia su señor.

Un argumento único en su genéro, la combinación de relatos, y la intriga de saber si la realidad superá en fin a su propia ficción y sueño.

He llegado a esta película atraído por sus premios y por sus críticas y al finalizar su visión soy mucho más partidarios de no leer nada sobre la película que voy a ver pues me predispongo, a favor o en contra, y después las expectativas se van al traste. Me ha gustado la película, porque me gusta el cine, y cualquier película que trate de cine dentro del cine me suele gustar. Me ha gustado porque me gustan las cosas bien hechas y esta película lo está, y muy especialmente en cuanto a interpretación, en la que yo destacaría, dando las otras por muy buenas, la de Brendan Fraser que interpreta un papel difícil y poco agraciado para los premios, el de monstruo. Un monstruo que va surgiendo en la cabeza del director cinematográfico de “Frankenstein” y “La novia de Frankenstein” que se humaniza en el personaje del jardinero interpretado por Brendan Fraser. Yo no diría que es una película biográfica de James Whale, sino una recreación y fantasía de lo que ese director pudo estar viviendo en los últimos momentos de su vida. Sus recuerdos, sus ilusiones y su realidad, se van haciendo patentes con la presencia del jardinero y la especial relación que entabla con él. No es una película sobre la homosexualidad, quizás lo sea sobre la soledad.

La cita que da título a esta crítica es una frase que pronunciaba Rosa, el personaje de una excepcional Vicky Peña en la maravillosa Secretos del corazón de Montxo Armendáriz, pero se adapta perfectamente a James Whale.
Bill Condon dirige un drama maravilloso sobre los últimos días de vida de un personaje que, lejos ya de sus días de éxito en el mundo del cine, se debatía entre la depresión, el deseo, los pensamientos suicidas y las ansias de libertad mientras sus demonios internos lo consumían. Todo eso está en el estupendo guión y las frases maravillosamente escritas, pero sobre todo está en un Ian McKellen absolutamente soberbio, merecedor de todos los premios del mundo, frágil, travieso, reprobable y digno de lástima a la vez. Junto a él, Lynn Redgrave y Brendan Fraser se lucen también en dos roles de enorme importancia, que son como dos caras más de la personalidad de Whale.
Excelente.

Lo mejor: McKellen, superlativo, y las parejas que forma con Redgrave por un lado y Fraser por otro.
Lo peor: Tiene alguna que otra escena menor interesante que podría no haber estado.

No entiendo la mayoría de las críticas positivas que siempre ha tenido esta película. Creo que lo único positivo que se puede decir de ella (salvo la gran actuación de McKellen, que de todas formas, parece que se interpreta a sí mismo...) es que no es excesivamente aburrida. Pero nada más.

Ni los personajes están tratados con profundidad, ni emociona, ni sugiere, ni transmite, ni hay nada de nada en esta inmensa... nada.