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Dioses y monstruos

Drama Relato de los últimos días de vida del realizador James Whale, autor de Frankenstein. En principio su única compañía en esos momentos es su ama de llaves, pero pronto entabla relación con su nuevo jardinero, un apuesto joven al que confía su historia en el Hollywood de los años 30 y por el que se sentirá irresistiblemente atraído. (FILMAFFINITY)
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Críticas 51
Críticas ordenadas por utilidad
27 de julio de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente es una gran película, basada en la vida de James Whale el creador de Frankenstein, Ian McKellen está genial y Brendan Fraser me da la impresión que es el mejor papel que ha hecho en su vida.

Tal como se describe en la Wikipedia, la vida de Whale es igual que en la película de Dioses y Monstruos, una joya de película que no debe perderse nadie que le guste el gran cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
tekiero777
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13 de agosto de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dioses y Monstruos es una película extraña, con una historia diferente unos personajes poco comunes... pero está muy bien hecha y muy bien contada.Como decía la historia es diferente, muy original, con muchísimos matices, también cuenta con un final inesperado y con mucha fuerza, Los personajes son reales y tienen mucha personalidad. Esta película goza de una gran cámara y una buena banda sonora, pero en mi opinión la historia y la manera con la que está contada son los detalles que hacen especial esta película.
Alejandro
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25 de septiembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es toda una experiencia. Yo no sabía de que iba, me pilló totalmente por sorpresa, pero es una maravilla. Narra los (posibles) últimos días de James Whale, director recordado especialmente por las primeras dos películas de Frankenstein, abiertamente gay (en aquella época... lo que provocaba el rechazo de la industria para la que trabajaba) y que terminó sus días atormentado por una pérdida de sus capacidades cerebrales que le conducirían al suicidio.

La historia va mucho más allá de narrar esos días. Es una profunda reflexión sobre la soledad y la amistad, sobre la vida y la muerte, la depresión, la guerra, los recuerdos... Todo comienza con la toma de contacto del anciano con su nuevo jardinero, al que pide poder dibujarlo. Al anciano lo asaltan los recuerdos, no puede evitarlo, y son los recuerdos de la guerra los que vienen a su cabeza. Nota como pierde facultades, como los momentos más tristes de su vida protagonizan sus pensamientos, como el talento que tenía se va, y como todo empeora cada día. El jardinero, por su parte, es un ex-marine sin muchas aspiraciones, pero fascinado por poder aprender de alguien que es un artista de verdad, que ha llegado a algo en la vida.

En las sesiones de pintura se irá labrando una amistad fruto de la necesidad. Se evocan historias pasadas, se intercalan imágenes del propio Frankenstein (haciendo un paralelismo del monstruo con el creador, con esa terrible soledad), se recurre a escenas que representan necesidades, pensamientos o deseos, y todo fluye hacia un un intenso clímax final, que te dejará pensando hasta mucho después de que los títulos de crédito hayan terminado.

Ian McKellen hace una fabulosa interpretación de principio a fin, pero no menos admirable es Brendan Fraser, un actor mucho más limitado y encasillado, que quizás tenga aquí su mejor trabajo en un papel poco común en él y donde saca lo mejor de sí.

De estilo poético, si logras dejarte llevar por completo será una gran experiencia cinematográfica.
Biopunk
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29 de abril de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es fácil pensar que Frankenstein fue solo una creación de fantasía.
Un cuento que hablaba de nuestros miedos primarios, de la manera más simple posible, a través de una simulación de la condición humana.
Incluso que no fue más que un entretenimiento barato en forma de películas, que únicamente pretendían aterrorizar a un público ávido de efectismos y monstruos deformes.

'Dioses y Monstruos', al contrario, deja ver que nada más lejos de la realidad: que en esa creación había alma, y que en esas películas yacía el retrato de un hombre, al que la sociedad hizo sentirse monstruo.
Concretamente James Whale, el director de aquellas películas, que se nos presenta al final de su vida, cansado de luchar contra una fama que no entiende y preso de los vicios que siempre le han acompañado. Esta historia no pretende ser una conclusión satisfactoria de sus años dorados, un innecesario broche de oro, si no una aproximación a la persona que de verdad era.
Quizás falto de salud, quizás corroído por la nostalgia, pero con una pureza de visión que siempre se escapó a sus contemporáneos, como siempre, por temor a lo que no se comprende.

Por eso probablemente decide volcarse en Clayton, su jardinero, hombre de escasas palabras y plano carácter, al que le importan poco los viejos filmes en blanco y negro que otros veneran sin descanso. Con esos, James es condescendiente, hasta juguetón, porque solo buscan un buen titular aderezado con debilidades seniles o amarillistas declaraciones.
Pero Clayton es diferente: el prólogo le muestra humilde y solitario, quizá arrinconado por otros fantasmas como los que no dejan dormir al señor Whale. Puede que por eso defiende ante sus amigos una reposición de 'El Doctor Frankenstein', porque intuye, ni que sea de pasada, que en lo que ahora puede parecer cutre hay un cierto encanto que ya estaba en su rodaje (como muestra ese maravilloso momento tras las cámaras, donde lo que era una película de terror es, por unos segundos, un gallinero de actores discutiendo sus líneas).

Justamente, en esa pantalla blanquinegra de otro tiempo expresa el doctor Pretorius que "esta será una nueva era, ¡la que dará cabida a un mundo de dioses y monstruos!". Palabras pasadas, que dejan sentir el optimismo de un James Whale más entusiasta.
Aunque pasados los años, en esta era no quedan dioses, solo monstruos. Bestias que se desmenuzan por sus recuerdos imborrables, al amparo de afectos fugaces, buscando una luz que les guíe, alumbrándose unos a otros en el camino infinito de una vida sufrida, más que vivida. Whale y Clayton son parte de ellos, solo que el segundo todavía no lo sabe, no hasta que todos los apoyos posibles le fallen, reforzando el tema de que la soledad no es siempre la mejor compañera.

En la dolorosa conclusión, en una casa asediada por los truenos como antaño estuviera su criatura, James intenta conciliar el sueño y la realidad, la ambición y el vicio con lo que realmente esas dos emociones le han acabado dejando.
Clayton, pese a su resistencia inicial, acaba por tenderle una mano, identificándose con ese Frankenstein que se ha moldeado sin quererlo, mientras Whale solo busca la forma de deshumanizarle: para evitar hablar demasiado sobre si mismo, como siempre hacía, cada vez que hablaba de sus creaciones imperfectas hechas con tornillos y electricidad.

Al final, descubrimos que los monstruos que poblaban su imaginación... eran ellos. Y solo buscaban volver a ese recuerdo feliz, en un mundo sin dolor donde podían borrar la crueldad que siempre les acompañaba, como sucedía en el cine con el relato de un moderno Prometeo.
Todos se reían con el monstruo de Frankenstein, nunca fijándose en él, siempre viéndole como alguien ajeno a los demás. Cuando la verdad es que nunca comprendimos que, en su infinita soledad, solo buscaba alguien a quien llamar amigo.
No era tan diferente, su historia de la nuestra.
Charles
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8 de mayo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encantan estas películas biográficas donde tiene que ver el cine. En este caso, cuenta los últimos días de la vida del director de Frankenstein, con un genial Ian y porque no, de un Brendan sorprendente.

El tormento de un director de cine que ya ha dejado atrás su gloriosa vida en el cine, es realmente desconsolador. Llegar a lo más alto para luego caer en picado, creo que nadie está preparado para eso, como tampoco para un éxito descomunal.

Me gusta la ambientación de los 50, las incursiones al cine, y el saber un poquito más como fue este director.
edugrn
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