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Interiores

Drama Eve, una mujer que ha sido abandonada por su marido, se reúne con sus tres hijas para tratar de afrontar la situación. Ella se encuentra en un momento crítico, pero sus hijas también tienen sus propios problemas, algunos de ellos derivados del poco cariño que han recibido de su madre. Las emociones se desbordan cuando el marido se presenta en la casa familiar acompañado de la mujer con la que quiere casarse. (FILMAFFINITY)
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Críticas 51
Críticas ordenadas por utilidad
20 de junio de 2023
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Una de Allen de introspección humana, como siempre en desarrollo de temas familiares.
Un matrimonio se separa (en principio temporalmente) y en socorro de la mujer acuden sus hijas. Pero a medida que se acercan se destapan los problemas que han tenido en sus relaciones. La seguridad de la que carece la mujer se ve acrecentada cuando al varón acude a una relación familiar con su nueva pareja. La realidad es obstinada y el sufrimiento también. Sobre todo porque la expectativa de recuperación de su matrimonio atosiga a la mujer hasta extremos insospechados, cercanos al suicidio. La mujer ha tenido un cierto cúmulo de crisis nerviosas.
Las relaciones que han tenido necesariamente han tenido que ser frías, gélidas, poco apasionadas, muy cerebrales y concienzudas. Aburridas, cansadas, obstinada y recalcitrantemente programadas. Han sido las relaciones que tenían que ser, las que patrocinada la concordia familiar, la sociedad aparente y pueril en la que viven.
La mujer, después de cerrar las ventanas del piso en el que vive con cinta aislante intenta suicidarse. Y las relaciones entre las hermanas también es distante.
En la fiesta de cumpleaños se reúnen las tres hijas con la madres y los maridos de dos de ellas. Una de ellas es poetisa, otra actriz, y otra escribe guiones (o algo similar). El marido le regala flores blancas, y ella se vuelve a formar expectativas.
A medida que transcurre la película aparecen los problemas de cada una de las hijas. El marido de la poetisa es un escritor frustrado que es incapaz de triunfar en el mundo editorial. La otra hija quiere expresar algo pero no sabe qué es, ni qué quiere, y se dedica a la fotografía, pero sin capacidad ni estilo.
La poetisa tiene una hija a la que no quiere demasiado, y la fotógrafa se acaba de quedar embarazada pero no quiere tener el hijo, dudado incluso si debe seguir con su pareja, a la rechaza las propuestas de matrimonio que le realiza. Cuando el padre vuelve con una nueva pareja de su viaje a Grecia se reúne con las dos hijas y sus maridos en una cena poco agradable, tensa y desangelada. El padre le anuncia a las hijas que quiere casarse. Tengo 63 años y quiero vivir tranquilo, dice él: quiere vivir sereno, la mujer es vitalicia y que le hace feliz. Él quiere la aprobación de sus hijas, que no se la dan. La mujer -a la que le plantea la posibilidad- no parece estar muy de acuerdo. Pero soporta el golpe. Las tres hijas se reúnen con el padre y su pareja en la casa familiar de todos. La nueva pareja dice algo muy interesante: hay que hacer reformas en la casa porque está toda planteada en tonos pálidos. Lo que aporta esta mujer a su padre es algo tan sencillo como la alegría, algo de vitalidad, un impulso vital que necesariamente debe ponerse en cada cosa que hacemos.
Hay una tensión evidente entre lo que se planeo en la vida y lo que finalmente se ha conseguido en ésta.
Es una película lenta, un melodrama en toda regla, con grandes dosis de melancolía y sufrimiento. Quizá sea la primera película suya en la que no actúa. Es cierto que puede verse algo de Bergman, como dicen los críticos, en la pausa permanente que imprime a la cinta, el silencio que la envuelve -no hay música (excepto cuando se baila en la boda, en el último tercio de la cinta)- y los decorados fríos -en tonos blancos- y poco acogedores.
Un reparto de auténtico lujo: Diane Keaton, Mary Beth Hurt, Geraldine Page una dama de la actuación, el reconocido E.G. Marshall participantes en tantas películas, Sam Waterston muy joven, Richard Jordan, Kristin Griffith, Maureen Stapleton, y Henderson Forsythe.
ÁAD
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25 de junio de 2023
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Llego a la segunda época de Woody Allen, donde parece que aparta un poco el género de comedia, para, al menos en esta ocasión, ofrecernos un drama familiar que poco o nada tiene que ver con el tono de sus anteriores películas.

Tenemos a 3 hermanas, 2 de ellas con novio, a su madre, psicológicamente inestable, y a su padre, que en cierto momento decidió separarse y probar cosas nuevas.

Durante toda la película vamos viendo saltos temporales a distintos momentos de la vida de estas personas, choques entre la familia, su psicología, sus problemas... con una trama que he de decir que a mí, personalmente, no me ha llegado nada.

La película además cuenta con unos guiones un poco extraños, donde la familia se comunica en todo momento de una forma bastante impersonal, y choca bastante, porque la gente normal no habla así.

En definitiva, una película distinta de este curioso director, que, aunque no considero que sea mala, claramente ¨no es para mí¨.
TANOMUERTO
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22 de junio de 2008
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una obra diferente de Woody Allen, alejada de los tópicos de la "comedia seria", habitual en este director, que esta vez nos ofrece una obra dramática. En este sentido, es un gran film, ya que el mismo nos transmite una atmosfera realmente agobiante y tensionante, girando el argumento alrededor de una simple familia, compuesta por un matrimonio mayor y tres hijas ya treintañeras. El matrimonio se separa, y mientras el hombre consigue realizar su vida conociendo a una nueva mujer en un viaje a Grecia, la mujer agudiza un profundo estado de depresión, que en realidad siempre padeció. Gran obra de Woody Allen, con Diane Keaton otra vez como factotum supremo.
Alexis1976
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21 de junio de 2017
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interiores (1978) de Woody Allen, es un drama de oprimidos sentimientos en el que una acomodada familia ha vivido frente al mar, desde la feliz y sobria infancia entorno a la educación de tres jóvenes hijas: Joey (Missy Hope), Renata (Kerry Duffy) y Flyn (Penny Gaston). Tranquilos flash-back rememoran el pasado durante varios momentos de la película, en lo que todo simulaba felicidad entorno al joven e ilusionado matrimonio Eve (Nancy Collins) y Arthur (Roger Morden). Preciosos travelling en los interiores de la casa nos lleva de la mano por entre los inanimados objetos que complementan la fotografía de Gordon Willis en un alarde de sensibilidad artística que se confirmará durante el metraje, aplicando la luminosidad apropiada a la imagen, a la escena, al personaje, a la semioscuridad y a la ausencia de sonido en escenas recordadas.

En el exterior el insaciable rumor marino, ensordecedor a veces, cual pertinaz voz premonitoria, acompaña el paso del tiempo en el devenir de una familia acomodada en la aparente felicidad que desde la actitud hierática de la madre (Gerardine Page), asume la temporal separación propuesta por Arthur (E.G.Marshall) como mal menor a la descomposición familiar. La cascada de emociones se precipita arrastrando problemas callados, ignorados en el matrimonio y por empatía en los de sus crecidas hijas Flyn (Kristin Griffith), Joey (Mary Beth Hurt) Renata (Diane Keaton), y en los yernos Frederick (Richard Jordan) y Mike (Sam Waterston). El chiste y los gags han desaparecido de Interiores, la introspección, el drama emocional, la relación familiar y los reproches son ahora las preocupaciones en el guión de Woody Allen, dejando sabiamente aparcada (que no abandonada) su vis cómica, homenajeando así su admiración por el drama como género.

El diálogo, a veces callado, hace brotar tormentosos pensamientos enfrentados con el matrimonio, la maternidad, la autoestima personal y profesional. Es lo que les trae la madurez, responsabilidad y toma de decisiones por más dolorosas que sean, contrario al apego, al acomodo y a la rutina en la que Eve se había instalado por inercia. El rencor y las emociones se desbordan al presentarse el marido en la casa familiar acompañado por Pearl (Maureen Staplenton). La mujer con la quiere casarse es amable, divertida, sociable, viuda por partida doble, y deliciosa bailarina al ritmo de los clásicos standards "Keepin out of mischief" y "Wolverine blues", además de locuaz y pertinaz conversadora, tardará poco tiempo en darse cuenta del drama bergmaniano en el que su futuro nuevo marido la ha metido.

La terca persistencia de Eve, cual nubarrones sobre la playa, por recuperar a su marido, la padecen sus tres hijas tratando de afrontar la situación procurando alguna artimaña para que el equilibrio emocional que durante tantos años ha supuesto su marido no se desmorone. El momento es emocionalmente crítico entre hijas y madre haciendo aflorar la dudosa estima con las que fueron criadas en el estricto entorno de un hogar con sus propios problemas y un cumplidor padre quien al cabo de los años se cree en el derecho a ser feliz, a tener una segunda oportunidad, la madurez y la independencia emocional y profesional de las hijas, se lo permite. El matrimonio entre Arthur y Pearl se consuma.

Eve no resiste la realidad emocional, debilitada y sorprendida por la situación, además de por las palabras de su hija Joey al recriminarle las preferencias emocionales por Renata y la excesiva educación en las formas y en las actitudes, inundada de abrumadoras y confusas contradicciones toma una decisión: cual canto de sirena, con la sobriedad que siempre mostró, se siente atraída por el ensordecedor ruido de las turbulentas aguas marinas. Poco después se produce la calma, el día es soleado, las huidizas miradas de Joey, Renata y Flyn a través de la ventana les proporcionan la calma que necesitaban en sus vidas. Fuera de la casa el día es soleado, dentro calmado.

Gran trabajo de Woody Allen fiel a sus impulsos guiados desde la admiración que siempre ha tenido por el drama, trabajando junto a Gordon Willis, desde la exitosa Annie Hall (1977), una labor compartida que le reportará sobriedad en el contenido y narrativa en la composición escénica, sobre la templada paleta de ocres y tostados para futuras realizaciones.
avanti
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26 de marzo de 2018
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woody Allen te hace clásicos como "Annie Hall" y luego te hace mierdas como "Bananas", o te hace otras mierdas como "Sueños de un seductor" y luego este competente film que me ocupa. Una historia donde la piedra angular de todo es la actriz Geraldine Paige y su particular, sensiblona, depresiva, cercana a la ridiculez, Eve que requiere todas las atenciones del mundo de tres hijas que se han criado en una familia donde la cultura, la escritura, pintura, decoración y los buenos modales son como respirar o beber agua. Una hija que está frustrada con la poca creatividad que tiene, aunque tiene ganas de ser artista como es Joey (la actriz Mary Beth Hurt), otra que es una poetiza de postín en periódicos de toda Nueva York y que lucha por levantar a un marido escritor frustrado que acaba dando clases en la universidad y que cada libro suyo no es bien recibido por la crítica, esa se llama Renata (Diane Keaton), y la tercera y menos inteligente e interesante, Flyn (Kristin Griffith), que es una simplona actriz de telefilms que es muy guapetona y se siente frustrada con que no la consideren para el cine o para el teatro. Estas tres hermanitas cuidan, digamos que Flyn lo hace poco por su vida de aquí para allá, de una Eve que se quiere matar porque su marido (E.G.Marshall), no desea volver con ella. Y cuando esta se mejora tras estar en el psiquiátrico recibe el varapalo de que su marido quiere el divorcio y se quiere casar con otra mujer (es la actriz Maureen Stapleton), lo que la deja un poco más tocada que después de su mejoría. La boda con esa nueva mujer que es muy diferente de la familia tan culta y elitista cierra la historia de Allen con un trágico final en uno de los personajes principales de la trama.

La historia está bien narrada, llena de personajes interesantes, con una Eve que es un coñazo por su extrema sensibilidad que llega al ridículo en muchas fases, con un desenlace poco creíble, pero acorde al film, a su trama, me refiero. Es realmente interesante sumergirse en la obra esta. Porque sus personajes y la idiosincrasia que los rodea es interesante. Hubiera sido una gran novela, sí, señor. Sólo espero que se le de la importancia que merece por aquel que la vea. A mí me ha gustado y es la segunda peli de Allen, de su primera época, que más me estimula tras su maravillosa "Annie Hall"
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
axlyerin
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