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España España · barcelona
Voto de avanti:
9
Drama Eve, una mujer que ha sido abandonada por su marido, se reúne con sus tres hijas para tratar de afrontar la situación. Ella se encuentra en un momento crítico, pero sus hijas también tienen sus propios problemas, algunos de ellos derivados del poco cariño que han recibido de su madre. Las emociones se desbordan cuando el marido se presenta en la casa familiar acompañado de la mujer con la que quiere casarse. (FILMAFFINITY)
21 de junio de 2017
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Interiores (1978) de Woody Allen, es un drama de oprimidos sentimientos en el que una acomodada familia ha vivido frente al mar, desde la feliz y sobria infancia entorno a la educación de tres jóvenes hijas: Joey (Missy Hope), Renata (Kerry Duffy) y Flyn (Penny Gaston). Tranquilos flash-back rememoran el pasado durante varios momentos de la película, en lo que todo simulaba felicidad entorno al joven e ilusionado matrimonio Eve (Nancy Collins) y Arthur (Roger Morden). Preciosos travelling en los interiores de la casa nos lleva de la mano por entre los inanimados objetos que complementan la fotografía de Gordon Willis en un alarde de sensibilidad artística que se confirmará durante el metraje, aplicando la luminosidad apropiada a la imagen, a la escena, al personaje, a la semioscuridad y a la ausencia de sonido en escenas recordadas.

En el exterior el insaciable rumor marino, ensordecedor a veces, cual pertinaz voz premonitoria, acompaña el paso del tiempo en el devenir de una familia acomodada en la aparente felicidad que desde la actitud hierática de la madre (Gerardine Page), asume la temporal separación propuesta por Arthur (E.G.Marshall) como mal menor a la descomposición familiar. La cascada de emociones se precipita arrastrando problemas callados, ignorados en el matrimonio y por empatía en los de sus crecidas hijas Flyn (Kristin Griffith), Joey (Mary Beth Hurt) Renata (Diane Keaton), y en los yernos Frederick (Richard Jordan) y Mike (Sam Waterston). El chiste y los gags han desaparecido de Interiores, la introspección, el drama emocional, la relación familiar y los reproches son ahora las preocupaciones en el guión de Woody Allen, dejando sabiamente aparcada (que no abandonada) su vis cómica, homenajeando así su admiración por el drama como género.

El diálogo, a veces callado, hace brotar tormentosos pensamientos enfrentados con el matrimonio, la maternidad, la autoestima personal y profesional. Es lo que les trae la madurez, responsabilidad y toma de decisiones por más dolorosas que sean, contrario al apego, al acomodo y a la rutina en la que Eve se había instalado por inercia. El rencor y las emociones se desbordan al presentarse el marido en la casa familiar acompañado por Pearl (Maureen Staplenton). La mujer con la quiere casarse es amable, divertida, sociable, viuda por partida doble, y deliciosa bailarina al ritmo de los clásicos standards "Keepin out of mischief" y "Wolverine blues", además de locuaz y pertinaz conversadora, tardará poco tiempo en darse cuenta del drama bergmaniano en el que su futuro nuevo marido la ha metido.

La terca persistencia de Eve, cual nubarrones sobre la playa, por recuperar a su marido, la padecen sus tres hijas tratando de afrontar la situación procurando alguna artimaña para que el equilibrio emocional que durante tantos años ha supuesto su marido no se desmorone. El momento es emocionalmente crítico entre hijas y madre haciendo aflorar la dudosa estima con las que fueron criadas en el estricto entorno de un hogar con sus propios problemas y un cumplidor padre quien al cabo de los años se cree en el derecho a ser feliz, a tener una segunda oportunidad, la madurez y la independencia emocional y profesional de las hijas, se lo permite. El matrimonio entre Arthur y Pearl se consuma.

Eve no resiste la realidad emocional, debilitada y sorprendida por la situación, además de por las palabras de su hija Joey al recriminarle las preferencias emocionales por Renata y la excesiva educación en las formas y en las actitudes, inundada de abrumadoras y confusas contradicciones toma una decisión: cual canto de sirena, con la sobriedad que siempre mostró, se siente atraída por el ensordecedor ruido de las turbulentas aguas marinas. Poco después se produce la calma, el día es soleado, las huidizas miradas de Joey, Renata y Flyn a través de la ventana les proporcionan la calma que necesitaban en sus vidas. Fuera de la casa el día es soleado, dentro calmado.

Gran trabajo de Woody Allen fiel a sus impulsos guiados desde la admiración que siempre ha tenido por el drama, trabajando junto a Gordon Willis, desde la exitosa Annie Hall (1977), una labor compartida que le reportará sobriedad en el contenido y narrativa en la composición escénica, sobre la templada paleta de ocres y tostados para futuras realizaciones.
avanti
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