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Regreso a Hope Gap

Drama Edward toma la decisión de dejar a su mujer Grace tras 29 años de matrimonio. A partir de este momento, cada uno de ellos, a su manera, buscará la forma de rehacer su vida en un pequeño pueblo costero cerca de los acantilados de Hope Gap.
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
25 de octubre de 2020
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
El señor Edward decide separarse de su exasperante esposa, Grace, después de 29 años de matrimonio fallido. A partir de este punto, cada uno de ellos buscará, a su manera, la forma de rehacer su vida. Mientras que él tiene otra mujer esperándolo, ella vive para el resentimiento y el despropósito. En medio, su joven hijo sufre las consecuencias. Todo ello ocurre en un pequeño pueblo de costa próximo a los acantilados y al paisaje costero y rocoso de Hope Gap.

Un melodrama de pareja que se precie debe tener una buena base dialogal, de reflexión y de interpretación. Este film reposa en esos cimientos: diálogos interesantes, deliberaciones y una emocionante interpretación de sus actores.

William Nicholson (1948) es el director y guionista, que adapta a la gran pantalla una pieza teatral de su autoría sobre un matrimonio que vive sus últimos días en pareja, en el marco de un pueblecito con océano gris de fondo, acantilados de vértigo y una geografía que juega su papel en la historia.

El film describe al matrimonio en su cotidianeidad, lo que ha sido su convivencia difícil, las continuas discusiones, un tiempo lleno de tediosas rutinas, una esposa exasperante junto a un marido tibio y sin espíritu.

Toda esta urdimbre compleja y fatal es llevada con una enorme maestría por dos actores de talla: Annette Bening y Bill Nighy, ambos de elegante apariencia en lo externo y un interior bien tratado, tormentas incluidas de ella y la flema de él.

La cosa, bien llevada por el equipo de rodaje, hace que el espectador acabe poniéndose en un lugar cercano al del hijo, un joven que sufre el divorcio como suyo.

No olvidamos el trabajo más que aceptable del actor al Josh O’Connor en el papel de hijo involucrado en la historia del divorcio.

En la obra no hay excesos de sentimentalismo ni afectación. Al contrario, el film se va haciendo a fuego lento a la vez que llega a resultar sustancioso y atrayente.

Ritmo adecuado, buena ambientación y puesta en escena, interesante, delicada y adecuada música pianística de Alex Heffes y una luminosa y límpida fotografía de Anna Valdez-Hanks, con una cámara que sobrevuela sobre actores bien hablados y tomas ocasionales con drones que se aventuran más allá de los acantilados blancos.

Dejo para el final decir que se trata de una película autobiográfica en la cual Nicholson, británico, recuerda la sensación de infelicidad que soportó en su juventud con la separación de sus padres. Reflexiona sobre la idea convencional del amor, concluyendo en un repudio explícito y definitivo. Nicholson escribió en 1999 una obra de teatro sobre esta separación: The Retreat from Moscow. Nicholson es un autor que curiosamente se ha pasado media vida digiriendo ese divorcio y su propia historia pasada. La tal obra teatral tuvo éxito en Broadway y resultó liberadora para su autor, terapéutica, catártica. Pero al parecer no gustó nada a sus padres que la tomaron como un mal viaje al pasado.

Después de veinte años, nuestro director lleva al cine su propio texto, transformándolo en una carta de amor a sus ya desaparecidos padres. Desde mi modo de ver, mucho tiempo para una experiencia que no merece, por falta de envergadura, ni tantos años de digestión, ni tanta literatura, ni tanto metraje.

Mi parecer es que la madre de Nicholson era la típica mujer que en la “teoría de la comunicación” psicológica llamamos esquizofrenógena (que juega al “doble vínculo” o mensajes paradójicos), que no contenta con haber anulado a un esposo que escapa por los pelos, abduce a continuación al hijo (Nicholson), para finalmente acabar redimida por su afición a la poesía..

Película que involucra en cierto modo al espectador con sus diálogos concisos y sus ingeniosos protagonistas, pero que no ofrece demasiada información sobre las complejidades y los recovecos del matrimonio protagonista, salvo la mala baba de la señora.
Kikivall
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23 de octubre de 2020
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo final significa el comienzo de algo nuevo. Quitado el calificativo de bueno o malo, eliminado ese juicio, está claro que un punto y final vale para acabar una historia y empezar otra distinta, que no sabes a dónde te llevará, ni qué consecuencias tendrá. Por supuesto que el momento de ruptura, de decir adiós es, si no traumático, sí impactante, porque significa practicar un desapego al que jamás pensarías que harías frente.

Eso es algo que experimentan en poco más de hora y media Annette Bening y Bill Nighy, en Regreso a Hope Gap. Una película sencilla, bien estructurada y narrada, que pone en pantalla a un matrimonio donde hace mucho tiempo que la rutina entró por la puerta y el amor saltó por la ventana. Él, sin que ella lo espere, decide poner fin a 29 años de matrimonio, por unas razones que 'la' Bening se niega a entender, iniciándose un "conflicto" que, aunque se veía venir, pilla por sorpresa y vuela por los aires toda una vida que ya no existe.

Con distinguida sobriedad, el segundo largometraje de William Nicholson, tras A la luz del fuego, es un drama familiar sobre muchos de los caminos que experimentan parejas y matrimonios en el día a día. De repente, uno de los dos decide poner fin a la relación, y eso es un trago amargo que el director nos retrata, aprovechando el talento de dos intérpretes que ya han demostrado todo.

El fin del matrimonio se produce en un paisaje bucólico como los acantilados del condado de Sussex, testigos excepcionales de un final y un comienzo. Es curioso como un mismo entorno natural, provoca distintas emociones en el individuo. Como los recuerdos son capaces de jugar con tus sentimientos en el presente.

Ahí aparece en discordia un buen secundario, como Josh O'Connor, hijo en la ficción de Benning y Nighy. Está en medio de la tormenta conyugal y quizá es en él, donde se percibe más clara la aflicción de un final.

Regreso a Hope Gap se centra más, de esta manera, en ese dolor generado por la ruptura. Apenas explora el buen gusto que dejan los comienzos. No en vano, estamos ante un verdadero drama familiar, de los pies a la cabeza, y que por momentos te provoca pasar cierta angustia por lo que experimentan los personajes.

De modo que, como Bill Nighy, la película de Nicholson no se permite ninguna licencia para salirse del corsé donde se desarrolla la trama. Prima la contención y unos diálogos llenos de nostalgia y tristeza. Por lo que Regreso a Hope Gap, no deja de ser una película corriente, bien ejecutada como digo y que, eso sí, regala un duelo interpretativo, que conviene valorar en estos tiempos.

Más datos sobre esta y otras películas en www.argoderse.com
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Argoderse
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16 de febrero de 2021
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Regreso a Hope Gap” podría pasar por una película correcta y amable más de no ser por un par de detalles que quizá la convierten en otra cosa. Se trata del segundo largometraje del británico William Nicholson cuya opera prima data de hace casi un cuarto de siglo, pero a quien se recuerda sobre todo por ser el autor del guión de esa obra maestra llamada “Tierras de penumbra”, uno de los melodramas más demoledoramente románticos que mi memoria cinéfila puede recordar. Vale, luego el tipo escribió también “Gladiator”, pero se lo perdonamos porque una mala tarde la podemos tener cualquiera.

“El dolor de ahora es parte de la felicidad de entonces” la frase que se repetía una y otra vez en el film de Attenborough que acabo de citar, serviría también como perfecto “leit motiv” de esta nueva película. De nuevo asistimos al final de una historia de amor, no por causas naturales como sucedía en el caso de Hopkins y Winger, sino por esas cosas de la vida, porque de pronto llega sin avisar un mal día, y el amor, sin saber cómo, se acaba. Y entonces uno tiene que rehacerse y tirar para adelante tras el pertinente duelo. Porque “amor” – eso también nos lo diría Haneke- también rima con dolor.

Nicholson recopiló sus propios recuerdos de infancia en una obra teatral que estrenó en su década de oro, los noventa, y que llevó a la gran pantalla el pasado 2019. Una historia triste y melancólica que sin embargo se ve con agrado a pesar de ese dolor implícito en la trama, narrada con una serenidad y un equilibrio dignos de elogio, y en fin, con unos personajes perfectamente dibujados, además de unos actores que se encargan de darles vida de una manera magistral

No puedo ser imparcial con respecto a Annette Bening, una actriz que me fascina y de la que procuro no perderme nada. Aquí, y encima con la barrera del acento, interpreta a una mujer tremendamente manipuladora que resultaría odiosa si no exhibiera de vez en cuando síntomas de una fragilidad también muy acusada. Por su parte Bll Nighy se aleja de su habitual histrionismo para, a base de pedir un poco de comprensión para con su personaje, regalarnos uno de los mejores papeles de su carrera – no es que no me guste el Nighy histriónico, ni mucho menos, pero aquí por supuesto no tocaba. Sin embargo, ninguno de los dos se presenta totalmente culpable o víctima, mérito indiscutible del Nicholson guionista. Y como tercer e imprescindible vértice del triángulo, nos encontramos a un también acertadísimo Josh O´ Connor encarnando al hijo del matrimonio protagonista, convertido a su vez en los ojos del espectador.. Él ha sido testigo de excepción de la historia de amor que vivieron sus padres, en un tiempo y en un lugar en el que los tres fueron felices quizá sin saberlo; nadie como él para dar cuenta de que el dolor presente es parte de la felicidad de entonces
Juan Solo
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5 de junio de 2021
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el 97 el novelista, dramaturgo y guionista William Nicholson (1948), probó suerte como director. Su película "A la luz del fuego", un drama romántico del XIX cayó en manos del entonces todopoderoso Harvey Weinstein que metió mano con su habitual sutileza y la destrozó. A Nicholson se le quitaron las ganas de volver a intentarlo, cosa de la que ahora dice arrepentirse. Dos nominaciones al Oscar constan en su curriculum como guionista por "Tierras de penumbra" (1993) y "Gladiator" (2000).
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Ahora ha decidido, a sus 71 años contar la dolorosa separación de sus padres tal y como él la vivió (omite a sus dos hermanas) identificandose con el personaje que interpreta el actor en alza Josh O´Connor que viene una vez más a demostrar su versatilidad ("The Crown" "Emma") y su buen hacer.
Es un drama terriblemente íntimo, contado con madurez y serenidad, intentando ser lo más objetivo posible desde la distancia que da la edad del director. Los diálogos son estupendos; William originalmente lo concibió como una pieza teatral. Reflejan la desesperación y el desamparo de aquel que es abandonado por su pareja y más a esas edades. La cobardía de aquel que aún llevando razón solo se atreve a dar el paso cuando tiene el espíritu cubierto con otra persona.
Pone sobre el tapete la institución matrimonial donde en la mayoría de los casos se permanece por inercia existencial o necesidades materiales ajenas al amor y al respeto. Apunta Williams y sus personajes que la semilla del fracaso empieza a germinar cuando damos en las primeras fases de las relaciones una imagen falsa de lo que somos intentando agradar al otro en lo que este espera de nosotros. También en la mayoría de los casos ni nosotros mismos sabemos como somos y como cantaba Pedro Guerra: "---al final llegó el final"; donde los daños colaterales vienen a recaer sobre los hijos.

Bill Nighy es un valor seguro en cualquier personaje que aborde y lo mismo en grado superlativo podríamos decir de Annette Bening que borda el personaje y que siempre es un regalo en la pantalla para los espectadores. Dice el director que fue difícil unirla al proyecto. Una vez conseguido, La Bening domina el epicentro de una historia donde desgraciadamente en ocasiones los abismo son más profundos y reales que los blancos acantilados de Seven Sisters.

cineziete.wordpress.com 
ELZIETE
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16 de junio de 2021
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
William Nicholson nos propone una historia hermosa, pero difícil, sobre un matrimonio que se acaba en la recta final de sus vidas. Hay siempre un cierto temor a la separación según se van cumpliendo años, por el miedo a la soledad y la costumbre adquirida durante tanto tiempo, pero para Edward y Grace es un proceso que ha de darse, con toda su dificultad y dramatismo tras toda una vida juntos.
Por suerte, la película no abusa del sentimentalismo barato y se apoya en unos buenos diálogos, unos buenos personajes (atención a hijo de la pareja protagonista, a quien da vida Josh O'Connor, muy de actualidad por su espléndido trabajo en The Crown como el Príncipe Carlos) y por supuesto la maestría de Bill Nighy y Annette Bening, dos intérpretes que hacen fácil lo difícil. Y si no, escuchen el fabuloso acento inglés de ella, que nació en Kansas. Excepcional.
Un más que notable drama sobre la valentía de seguir adelante, aunque duela.
Sibila de Delfos
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