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Hasta el último aliento

Cine negro. Drama. Thriller John Cummings es un agente de ventas cuya vida personal es un auténtico fracaso. Para colmo, el coche que se ha comprado para hacer su trabajo se lo roba una banda organizada, que se dedica a falsificar la documentación de los vehículos sustraídos para después venderlos. En vista de que, al denunciar el robo, le aseguran que será casi imposible encontrar su coche, decide investigar por su cuenta, aunque pronto descubrirá que tiene que ... [+]
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
25 de febrero de 2012
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Cummings acaba de comprarse un coche para su trabajo como vendedor de cosméticos. A los pocos días, una banda de maleantes perfectamente organizada se lo roba. Desde ese momento una única obsesión cruzará por la mente de Cummings: recuperar su coche se enfrente a quien se enfrente.
Muy interesante película centrada, sobre todo, en el personaje de John Cummings magníficamente interpretado por Richard Todd. Con la cámara casi en el cogote de los actores Guillermin logra pasarnos a nosotros las angustias y desazones de Cummings. Es éste un personaje fascinante y, lo es, porque a pesar de su normalidad mantiene, sorprendentemente, dos valores esenciales para tirar hacia delante en la vida: ilusión y esperanza. Ilusión en el día a día -aunque sus cartas no sean buenas o sea él mismo el que juegue mal- y esperanza en el CAMBIO. En su cambio. Cualquier otra persona se acomoda en sus seguridades. Cummings decide que él no. Su mujer (espléndida Elizabeth Sellars) es un cielo, lo quiere un montón y lo anima y apoya. Pero comete un error puntual: le niega la esperanza del cambio. Desde ese momento Cummings va a luchar, a dejarse hasta el último aliento para conseguir su objetivo, para demostrar a su mujer no sólo que la quiere sino que además siempre debe haber motivo para la esperanza.
el chulucu
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15 de julio de 2015
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Never let go de John Guillermin parece un cruce de distintas influencias cinematográficas y hasta de voluntades de aclimatar un género, el negro, en el cine británico. Esta es la primera voluntad, o influencia, del director y los productores, la de trasladar el cine negro norteamericano a una historia que se desarrolla en Gran Bretaña: un héroe común -un vendedor- se enfrenta a una organización hampona, y lo hace en solitario, y atropellando o impulsando -nunca se sabe muy bien- la acción de la policía.
Por otra parte, el móvil de la acción es el robo de un coche -como en De Sica lo es el robo de una bicicleta- a un entusiasta vendedor de productos de perfumería, padre de familia ejemplar. Estamos en 1960 y el retrato social corresponde al de una clase media capaz de adquirir un utilitario.
El robo de coche -y el vendedor hallará el hilo que le lleva a los ladrones- desencadenará, como en una tragedia, un conjunto de sucesos que constatan la fragilidad de todo lo humano: pérdida de clientes, degradación en el escalafón de la empresa, despido... Y a la vez, en el campo del hampa, diversos actos de violencia, incluido el asesinato.
El protagonista siente que el robo de su coche, mero instrumento de trabajo, rompe sus aspiraciones profesionales y sociales, y su ansia de justicia -conoce a los ladrones- le lanza a una persecución implacable, a pesar del peligro para su integridad física y la de su familia de tal empeño. Pero es que el coche no es un mero objeto, no asegurado para ahorrar, sino un trampolín hacia una vida mejor para su familia.
La película defiende el buen hacer de la policía para resolver un caso genérico de robo de coches, pero no para solucionar el caso concreto del vendedor de cosmética que precisa su vehículo para seguir trabajando. He ahí el conflicto: al vendedor la detención de la banda hampona no le resuelve su caso concreto. Por tanto el vendedor, como héroe solitario, debe solucionar su problema convirtiéndose, casi, en un "criminal".
A este asunto ético, fundamental en este film negro, se junta el dilema psicológico expresado con dureza y dulzura a la vez por la esposa del vendedor: su entusiasmo no es sólido; ha fracasado en todos sus trabajos y negocios por inconsciencia; ella le acepta como es, pero a la vez, él debe aceptarse como es: un tipo normal, que inclusive no necesita las gafas que lleva puestas para "aparentar". Mejor olvidarse del coche y seguir viviendo.
La interpretación de Richard Todd es convincente en su delirio persecutorio. Igual que la de Elizabeth Sellars como esposa.
Mención aparte merece la de Peter Sellers, que realiza una composición muy personal del jefe de hampones. Un "paleto" con maneras y vida de caballero que dirige un taller como tapadera y, a la vez, una banda de ladrones de coches. Implacable, pagado de sí mismo, proxeneta, verle en esta película es un gustazo pues muestra varias caras: el de seductor, el de enfermo de poder, el de viejo verde, el de despiadado...
La película, dentro del genero negro -alejado del cine de detectives típicamente británico- tiene escenas atroces: la destrucción de la pecera de un testigo y la pelea bestia entre el vendedor y el hampón. Y a la vez escenas de una gran intensidad erótica y cierto "destape" avant la lettre en la historia tangencial de la amante del gánster, enlazadas con la rebeldía juvenil de los sesenta.
Buen cine por tanto y exitoso intentó de aclimatar el genero negro en el cine británico. La música jazzística de John Barry, subraya la acción constantemente.
Quienes se animen a ver la película disfrutarán con ella.
GonzaloyGracias
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28 de febrero de 2021
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues sí, el señor Cummings ( Richard Todd), es un pobre pringao y desgraciao como cualquiera de nosotros. Un agente de ventas de cosméticos que se patea las tiendas y centros comerciales, durante doce horas al día, para tratar de vender champús y pintalabios a encargados de compras demasiado ocupados para concederle unos minutos, pero lo suficientemente ociosos para levantar el auricular del teléfono para quejarse de los procedimientos de venta de sus agentes al jefe de la distribuidora.
Un pringao que, cuando termina su pateada, tiene que presentarse ante su jefe a dar cuenta de los resultados que, nunca, son los deseables, además de guardarse las espaldas ante compañeros buitre que revolotean a su alrededor a la espera del paso en falso del compañero competidor.
Pero parece que la vida, por fin, le sonríe. Con grandes sacrificios, ahorro y esfuerzo, ha conseguido comprarse un utilitario que le abre un nuevo futuro...Podrá cubrir muchas más zonas, llegar a más clientes, se multiplican las posibilidades de venta y, lo mejor, llegará más temprano a casa donde le esperan su mujer y sus hijos a los que, por fin, verá despiertos.
Carcajadas del destino. A la semana de comprar el coche se lo roban. ¿ No lo tenía asegurado a todo riesgo?. Pues no, no lo tenía. Que eso también cuesta una pasta ! joder!. Y no todo el mundo puede permitírselo y tampoco un garaje ! coño!. Lo notifica a la policía y estos le dicen que ! tranquilo!, ! ya aparecerá!, una fría estadística afirma que la mayoría de coches aparecen... Va listo. Si espera que la bofia haga su trabajo con celeridad y recuperen su coche se puede morir.
Vuelta a patear las calles y vuelta a las broncas con su jefe por no cumplir con los objetivos. Chico, tú no vales para esto, lárgate con viento fresco.
! Alguien tiene que haber visto algo!. ! Alguien tiene que saber algo!.. ! El vendedor de periódicos!. Estaba apostado enfrente de su aparcamiento...
Comenzará a investigar por su cuenta y se topará con una red de falsificadores y ladronzuelos de poca monta pero bien organizados que operan en esa zona. El inspector le da largas...! No te metas chico!. ! Déjanos hacer a nosotros!. Su mujer le pone contra las cuerdas. ! Si no te olvidas del puto coche, me voy!
! Iros a tomar por saco!. ! Que no es el coche, joder!. ! Que es mi dignidad, mi futuro, mi oportunidad y que no soy un pringao!. ! Ya no me rindo!.
Un buen policíaco de poco presupuesto, poco visto hasta entonces, ya que entronca con una trama ambientada en las clases bajas de la ciudad, de seres marginales y ambiente sucio, con un villano ( Peter Sellers), que nos regala buenos momentos como mafioso barriobajero y cuya acción está impregnada de nerviosismo y temor. Hay miedo en esta película. En realidad, todos los personajes tienen miedo y están nerviosos. El mismo que siente nuestro protagonista ( y en consecuencia, el espectador), ese hombre gris que se enfrentará sólo a su destino porque el único fracaso consiste en rendirse.
Izeta
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16 de septiembre de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un probo y más bien tontaina comercial ve su mundo derrumbarse cuando le roban el coche unos jovenzuelos a sueldo de un malvado delincuente. No cejará hasta recuperarlo, aun a riesgo de su vida. Esforzado drama tintado de thriller, obra de un desconocido John Guillermin, antes de que se dedicara a gastar grandes sumas en paparruchas (El coloso en llamas, el horripilante remake de King Kong). Con un presupuesto ajustadito, una fotografía en B&N sublime de Christopher Challis, y una banda adecuadamente jazzy de un John Barry que empezaba así su carrera, Never Let go transita por las tenebrosas callejuelas de un Londres tirando a clase obrera en el que estafadores y chanchulleros de todo tipo se las ingenian para fastidiar al prójimo. Mención especial para Peter Sellers en el papel del odioso Lionel Meadows que amarga la vida del pobre John Cummings (Richard Todd, muy en su papel), un hombre necesitado con urgencia de hacerse valer.
Siendo un ser odioso en la vida real, según atestiguan no una sino varias lenguas, Peter Sellers abandonó sus papeles cómicos para meterse en la piel del malo de esta cinta, pero sus fans no consiguieron superar el trauma y lo pusieron a parir, de forma que recogió su monstruoso y maltrecho ego y empalmó un papel cómico tras otro, hasta volver al drama poco antes de morir con la espléndida Bienvenido Mr. Chance. Una pena. Quizá nos habríamos ahorrado algunas payasadas penosas si hubiera sido más flexible. En cualquier caso, su esfuerzo, incluido el acento, es meritorio y da pie a las mejores escenas de la película, por lo demás bastante apreciable y extrañamente actual, pese a los años transcurridos. Una pena también que Guillermin abandonara películas humildes y pequeñas pero excelentes (pienso especialmente en El robo al banco de Inglaterra) para volcarse en obras más ambiciosas comercialmente, pero no siempre acertadas. A recuperar.
Eduardo
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21 de abril de 2011
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Menos mal que aquí no hay bicicletas para el verano. Lo que hay son unos chorizos profesionales con el magistral Peter Sellers a la cabeza. Son unos profesionales del robo. Y al pobre Richard Todd le han soplado el suyo. Las peripecias que pasa para intentar recuperar su coche no son de una persona de este mundo. El pobre hombre en su empresa de cosméticos no es el primero de la clase y han cambiado de jefe. Hasta el último aliento no creo que hubiera existido si le hubieran pegado un tiro a la bicicleta de De Sicca. A la bicicleta y al dueño.
RONNIE JAMES DIO (CUENTA BLOQUEADA)
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