Hasta el último aliento

La película con la que Peter Sellers se estrelló en taquilla va ganando prestigio según pasan los años, precisamente gracias a su magnífica y exageradísima interpretación (hay que verla en original, por supuesto, para apreciar sus cambios de tono de voz) y a la dirección de John Guillermin, luego perdido en superproducciones. Por lo demás, todo es creíble, desde el cutrepub donde te ponen un té según entras, la mujer que te pone ese té pero antes la rebequilla para estar en casa y el jefe que ni te mira mientras te está echando. Y, también, magnífica la rubia imprescindible en el género, esta vez una Carol White impresionante. Repito, gana con los años.

Interesante film británico, que une cine negro con policíaco y social con drama doméstico y existencias humano.
Tiene un componente algo raro en su argumento, no en vano parece que el destino es el principal protagonista, que lleva inexorablemente a los personajes hacia la verdad, hacia su yo real, dejando a cada cual en su justo lugar.
Es entretenida en todo momento, elevándose el clímax de violencia contenida y no tan contenida en ocasiones, hasta llegar a su rotunda resolución.

La cinta tiene una evidente pulsión sexual, nada común en el cine de aquellos años, resultando a medida que avanza la historia, no poco angustiosa.
Peter Sellers, ya con éxitos en el género de la comedia, aquí compone un personaje brutal, sádico, asesino, un verdadero criminal totalmente repulsivo. Y lo hace divinamente, aunque el verle en ese rol, hizo que en su día la película fuera tibiamente recibida por los espectadores.
Merece la pena al apartarse bastante de lo habitual.

Como curiosidad, comentar que el bueno de Carlos Aguilar, en su "Guía del Vídeo-Cine, 17.500 títulos", dice del filme esto:

" Comedia de ambientación policiaco, donde ya Peter Sellers se confirmaba como uno de los mayores expertos en la materia".

O sea, que no la ha visto, cosa fácil de comprender, ya se sabe que no ha visto todas las películas de las que habla, pero aquí se ha pasado de listo al unir a Peter Sellers con una comedia, cuando este filme es todo lo contrario. Es un drama de mucho cuidado. En fin...

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Son las cosas que pasan cuando uno se compra un coche nuevo y no realiza los gastos extras que conlleva esa nueva adquisición. Ahora y en 1960 es conveniente rascarse un poco más el bolsillo para tener un buen seguro que cubra cualquier tipo de incidente, por no hablar de pagar una buena plaza de parking. Si el pobre Richard Todd hubiera cubierto estas dos necesarias cuestiones no se hubiera metido en el problemón que "Hasta el último aliento" plantea, claro que, eso es más evidente aún, al aparcar el coche en la calle y no tener un seguro que le cubra el mal rato de que se lo levanten, podemos disfrutar de una más que correcta película. Desde que se produce el robo hasta que la película finaliza hay apenas noventa minutos, tiempo suficiente para que nos encontremos con un sobresaliente Peter Sellers, en el papel del malo malísimo, y con una policía inglesa un tanto incompetente.

Me encanta la idea que un hombre del montón, lo que podría ser mi vecino del quinto fácilmente, se enfrente a un mafioso como Sellers, que al menos tenga el valor de tirar para adelante y no conformarse con lo sucedido, agachar la cabeza y resignarse. No, al pobre hombre le roban el coche, está al borde del despido en el trabajo y hasta su mujer pone en duda su matrimonio y sin embargo, esto es lo mejor, se enfrenta a lo desconocido, casi obsesionado por su coche, cegado, obcecado. También hay tiempo para ver a unos delincuentes, al margen de Sellers, muy del montón, se trata de unos criminales algo pasados por agua, ligeros, no especialmente llamativos. Sin embargo "Hasta el último aliento" mantiene siempre el interés por las acciones del protagonista, por sus pesquisas personales y porque me pongo en su piel y me fastidiaría mucho que me robaran el coche. Eso sí, yo jamás lo aparcaría en la calle...

Muy oscura, la copia se ve muy oscura, y eso dificulta su visualización. El asunto tratado es sencillo, el robo de un coche de un vendedor con una vida modesta desata su ira y una imperiosa necesidad de recuperarlo. Va dándose cuenta de dos cosas, que existe un mafia de coches robados a los que se les cambia el color, la matrícula y demás documentación para venderlos posteriormente, y que la policía lo conoce y sigue la pista, pero está esperando a coger a toda la organización de una sola vez, por lo que la recuperación de su vehículo se convierte en algo secundario. Lo importante es desenmascarar al cabecilla y desmantelar el tinglado.
Buena música, razonables interpretaciones y cuidada puesta en escena. Se deja ver.
Peter Sellers ha hecho tantos personajes de comedias que es difícil verle fuera de ahí. No lo hace mal, pero es el clásico actor decorado por sus personajes, aunque estos fueran posteriores.