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Cuando fuimos brujas

Drama. Fantástico A finales de la Edad Media, la joven Margit (Björk) y su hermana mayor Katla huyen a las montañas después de la muerte de su madre, quemada por brujería. Ambas encuentran refugio con Jóhann, un viudo que vive con su hijo pequeño Jónas. Mientras Katla trata de seducir al campesino, Margit y Jónas se hacen buenos amigos. Pero el pequeño está convencido de que Katla es una bruja y la odia profundamente. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
14 de noviembre de 2019
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Del éxito crítico al olvido

La película Cuando fuimos brujas (The Juniper Tree), pudo verse en el Festival de Sundance en 1991, ganó el Prix du Public en el Festival des Films des Femmes de Montreal en 1990 y fue considerada la Mejor Ópera Prima en el Festival Internacional de Cine de Troia (Portugal) en 1991.

Después, la película cayó en el olvido y es ahora, en 2019, donde puede tener una segunda oportunidad, primero con su presencia en el pasado Festival de Sitges 2019 en la Sección Seven Chances y ahora con su reestreno en salas selectas de la mano de Capricci Cine donde nos llega en copia Restaurada en 4K por el Wisconsin Center for Film & Theater Research y The Film Fundation, con la ayuda económica de la George Lucas Family Fundation.

*Nietzchka Keene, una directora adelantada a su tiempo

The Juniper Tree, traducida en España para la ocasión como Cuando fuimos brujas, tuvo un parto creativo complicado. Nietzchka Keene, directora adelantada a su tiempo, escribió el guion de su ópera prima en 1986 y empezó el rodaje en 1987. Tras conseguir una beca Verna Fields-Memorial de la UCLA pudo editarla y completarla tres años más tarde.

La directora murió 14 años después de un cáncer de páncreas con tan solo 52 años, pudiendo rodar antes algunos cortometrajes y dos películas más, igualmente desconocidas para el gran público, Heroine of Hell (1994) y Barefoot to Jerusalem (2004), la cual quedó inacabada en su última fase de postproducción, pero que fue finalizada tras su fallecimiento y estrenada 4 años después. Otro de sus proyectos, Belle, basado en la vida de la asesina en serie Belle Gunness, no tuvo tiempo de completarlo.

*El debut en el cine de Björk

La guionista y directora mostró en todos sus trabajos algunos elementos en común, especialmente en lo referente a su iconografía religiosa y al tratamiento feminista de sus historias. Cuando fuimos brujas tiene más curiosidades, la principal es que entre su elenco protagonista compuesto por Bryndis Petra Bragadóttir, Valdimar Örn Flygenring y Guðrún Gísladóttir, también encontramos el debut cinematográfico de una jovencita Björk Guðmundsdóttir, más conocida por Björk a secas, la cantante por aquella época del grupo Sugarcubes, después desarrollaría una exitosa carrera en solitario, convirtiéndose en una de las artistas más inclasificables del panorama musical contemporáneo que volvería al cine como inolvidable protagonista de Bailar en la oscuridad (Lars Von Trier, 2000).

*De los Hermanos Grimm a Carl Theodor Dreyer

Cuando fuimos brujas está inspirada en un cuento de hadas de los Hermanos Grimm y es un drama pictórico cuyas imágenes preciosistas y al tiempo fantasmagóricas, rodadas en un impoluto blanco y negro, nos remiten al imaginario de grandes maestros como Bergman, Dreyer o Tarkovski, aunque Nietzchka Keene demuestra tener sus propios recursos visuales y estéticos para desmarcarse de referentes y crear una obra con sello propio, eso sí, con la inestimable colaboración del excelente trabajo efectuado por el director de fotografía Randolph Sellars.

*Una visión sobre la feminidad y la maternidad

Cuando fuimos brujas propone una visión antropológica de una época y, también, una fábula malévola sobre brujería y religiosidad que sirve a su directora para reflexionar sobre la feminidad, la maternidad y el empoderamiento de la mujer en un mundo misógino coartado por la superstición y el poder atávico del hombre.

El árbol Juniper (Enebro) del título original era un símbolo de fertilidad para algunos pueblos prehistóricos y las bayas se usaban como anticonceptivo femenino para los nativos americanos, temas que se tocan en la película.

Por otro lado, el título en castellano, Cuando fuimos brujas remite más directamente y de forma nostálgica a la parte más fantástica del relato, la que apunta directamente a la brujería y la magia, ya sea blanca o negra, que da lugar a algunos de los momentos más fascinantes de esta obra única e inusual.

Cuando fuimos brujas es una película inclasificable según los códigos actuales, con muchos elementos del cine de índole fantástico, pero con un tratamiento de arte y ensayo. El film buscará hacerse un hueco en una cartelera donde los estrenos que tocan estos temas fantásticos suelen estar infantilizados al máximo para ser consumidos con ligereza por la cinefagia galopante que impera en estos tiempos. No es este el caso, la película de Keene es una obra compleja y con diversas capas, de ritmo contemplativo y dedicado a los detalles, con especial dedicación al tratamiento visual y sonoro que necesita consumirse con calma, detenimiento y exclusividad.

*¿Película de culto con mensaje feminista?

Película ambientada en la Edad Media, tiene un mensaje increíblemente actual, algo solo inherente a las grandes y más transcendentes obras. Su mensaje feminista no cae en la propaganda gratuita que se exhibe a diario en las redes sociales, es mucho más potente y perdurable en nuestra memoria, gracias al fascinante subrayado de sus imágenes, entre lo bello y lo perturbador.

La simbología cristiano-religiosa que se desprende de la película, también puede encontrarse en otras obras de Keene, su corto de animación Aves (1994) se centraba en mostrar la espiritualidad de una monja enclaustrada, y en el largo Barefoot to Jerusalem (2004), una mujer se enfrentaba directamente al Diablo.

*Conclusión

El tiempo dirá si Cuando fuimos brujas adquiere la categoría de película de culto, lo único cierto a día de hoy, es que tener la oportunidad de disfrutarla en pantalla grande es una experiencia sensorial que cualquier cinéfilo debería aprovechar.

Escrito por Daniel Farriol
Cinemagavia
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2 de octubre de 2019
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de una recuperación, remasterización y reivindicación tardía, el Festival de Sitges 2019 acogió en calidad de evento la proyección de Cuando fuimos brujas (The Juniper Tree), una de las películas islandesas más desconocidas, si bien la presencia en su reparto de la cantante Björk la ha visibilizado en determinados espacios de internet en los últimos años. Con la cara lavada y en pantalla grande, Cuando fuimos brujas presume de un blanco y negro bellísimo y una atmósfera mítica y mística que recuerda al cine de los tótems del audiovisual nórdico.

Al morir su madre, tachada de bruja por una sociedad que nunca vemos en imágenes, dos hermanas se trasladan al corazón de la Islandia desértica y salvaje junto a un hombre viudo y su hijo. La confluencia de distintas dimensiones (la feminidad y la masculinidad, lo mágico y lo terrenal, la fiereza de los mayores y la inocencia de los pequeños), además de la impronta del paisaje, confieren a Cuando fuimos brujas una personalidad única, con una historia que bascula entre la misoginia y el feminismo.

Sus profusas pausas en forma de fundidos a negro y su apego por la cuentística y el folklore musical suman atractivos a una película tan apocada como imponente, dirigida por una cineasta norteamericana, rodada a trompicones en 1986 y estrenada en el escaparate de Sundance en 1991. Un título importante más allá del (re)conocimiento de esa (contra)figura del pop que es Björk, aunque el fan entregado encontrará muchas conexiones entre Cuando fuimos brujas y el universo de la artista: ahí están los videoclips de Jóga y Bachelorette o los personajes que subyacen en las letras de Isobel o Hyperballad.

@CinoscaRarities
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Xavier Vidal
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24 de diciembre de 2020
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la época de la inmediatez, del date prisa que lo nuevo caduca en un pestañeo, nos llega una película hecha a fuego lento; que ha recorrido más de treinta años para estar entre nosotros, cuando ya ni siquiera está la mujer que la dió vida.
Obra de fotografía hipnotizadora que nos traslada al grisáceo medievo, que parece no poderse contar de forma real si no es con la gama de colores del blanco y el negro.
Desde su título, y posterior planteamiento, Nietzchka Keene reivindica el justo protagonismo, birlado también a la mujer en aquella época feudal, cuando las féminas eran fácil pasto de las llamas por venir forradas con esa envoltura pecaminosa que deslumbraba y confundía a los "santos inquisidores".
Cuando las cosas no van bien, hay hambre, enfermedades o guerras alguien ha de resultar culpable; qué mejor que cargar el muerto sobre los más débiles, los más pobres, los más indefensos... ¡Alguien ha de sacrificarse!, diría el prelado poniendo un ojo en el cielo y el otro sobre la hembra más próxima.

El cuento de los Grimm es la excusa de la cineasta para que las hermanas ocupen el espacio que las corresponde en unos días en que solo eran visibles cuando eran torturadas o quemadas.
Las supersticiones, enlodadas con la religión, el miedo y el afán de supervivencia son los resortes que articulan la vida de los personajes. Solo se huye mínimamente con el sexo y la imaginación; y de forma más efectiva con la locura o la muerte.
Sinhué
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14 de agosto de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante estos 30 años que llevo viendo películas como si no existiera un mañana, solo tengo una cosa clara. Si trabaja Björk o Van Damme la película me va a gustar. Supongo que si estos dos actores no han trabajado nunca juntos, es porque el resultado sería similar a la colisión de dos galaxias. El mundo tal y como lo conocemos acabaría.

La película sabes que va a ser buena cuando ya en los créditos iniciales te presentan como primera actriz a Björk Guðmundsdóttir. Solo el apellido ya me pone los pelos de punta. La historia está basada en uno de los cuentos de los hermanos Grimm. Se nota la influencia de estos en el contenido y la forma de estructurar la película, aunque no puedo comparar la fidelidad con el cuento original porque ni sé cual es ni he sido capaz de encontrar esa información (tampoco he buscado mucho). Quien haya leído algo de los hermanos Grimm notará algunos detalles que son frecuentes en sus cuentos, como el uso de familias desestructuradas, fantasía y hechos que se repiten al menos tres veces.

La cinta opta por una grabación en blanco y negro que parece directamente sacada de la década de los 40. Esto junto a la banda sonora y las actuaciones de los actores, genera un ambientación muy apropiada para la el desarrollo de la película. El film es muy poético y a diferencia de lo que podría parecer en un principio, no le falta dialogo. Evidentemente también encontramos escenas donde el simbolismo visual está muy presente, pero hay un buen equilibrio entre el apartado visual y el texto.

Björk sale muy joven. Aquí veremos a la Björk de antes de emprender su carrera en solitario, cuando todavía andaba con los Sugarcubes haciendo pop-rock. La actuación la viene como anillo al dedo. Siendo honesto no hace nada del otro mundo, pero el papel tampoco la exige que haga más.

Película recomendable si eres fan de Björk o del cine de fantasía más tradicional. Una de su grandes virtudes es que no alargan el film más de lo necesario, dura algo menos de hora y veinte minutos.
Mankuku
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22 de marzo de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una obra de arte, es una rareza, es como si en clase te dijeran que hicieras un trabajo creyéndote que eres Dreyer, o Bergman en El manantial de la doncella y no te prives, saca tu imaginación sin reparar en gastos, que soñar además de imaginar es todavía gratis, Y es así como de vez en cuando o casi siempre que uno se lo propone crea películas como Cuando fuimos brujas, título perdonable pero atención al original, plenamente incluido en el argumento y el espíritu de la historia, The Juniper Tree, precioso así, y más lleno de sentido el trabajo de clase.

La que escribe la historia y se la dirige se llama Nietzchka Keene y es profesora, mira tú por donde. Björk, jovencita, ya era Björk, y no sé si también era consciente de serlo. Bjork es una aprendiz de bruja, aprendiz de su madre y su hermana. Más bruja que ninguna, a la madre se la dilapidan por serlo. Las dos hermanas huyen y la mayor se las apaña para encantar a un mozo y apañarse a su vez su vida. La de ella y la de su hermana, Björk, que sufre visiones y que interpreta los mensajes que recibe cuando se aparece su madre. Y el blanco y negro acojona. Mira que son bonitas las películas a las que no se le nota o no te acuerdas de su banda sonora. Mira que es difícil integrar músicas, canciones o serenatas en una película y tus dudas surjan: había o no había.

Hay Björk, creo que canta ya alguna canción en la película, crees que vas a ver una obra de otro tiempo, una obra magna, casi lo consigues, pero a lo que llega The Juniper Tree te vale, te queda poso y un sábado a la hora bruja que acabas de ver la película te vas a la cama porque te apetece y por tiempos de pandemia con un plano fijo en la retina. De Björk, que se queda sola, recitando poesía. Muy folk, ella.

Aunque te sigues sin explicar exactamente por qué sigues maravillosamente extrañado con el fenómeno de esta chica.
cassavetes
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