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Voces de muerte

Cine negro. Thriller. Intriga Basada en una obra escrita para la radio por Lucille Fletcher. El teléfono es el único medio que une a Leona Stevenson (Barbara Stanwyck) con el mundo exterior. Leona, directora de una fábrica de productos químicos, es hipocondríaca y está postrada en la cama a causa de una dolencia psicosomática. Su marido Henry (Burt Lancaster) es un hombre de origen modesto, pero muy ambicioso, que se casó con ella para mejorar su posición en la ... [+]
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
30 de agosto de 2006
62 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una de las grandes obras del cine negro y de intriga de los años 40, su época dorada con títulos como "Encadenados", "Recuerda", "Tener y no tener", "En un lugar solitario", "El tercer hombre", "Laura", "La mujer del cuadro", "La soga"... y tantos otros. Sin embargo este título "Voces de muerte", uno de los más desconocidos es sin duda uno de los mejores.
Sin lugar a dudas se trata de la obra cumbre de Anatole Litvak, un emigrante ucraniano que huyendo del comunismo se instala en Estados Unidos y realiza una carrera más que interesante. Títulos como "Anastasia" o "La noche de los generales" demuestran el buen oficio de este director que sin embargo realiza en "Voces de muerte", como decía, su obra maestra.
La película está sustentado en un guión prodigioso de Lucille Fletcher, que también realiza aquí su mejor obra, siendo deslumbrante el tratamiento del tiempo cinematográfico y su capacidad de transmitir angustia.
Los actores están soberbios, Barbara Stanwyck, que fue nominada al Oscar, realiza también uno de los dos o tres mejores trabajos de su vida y simplemente está maravillosa como hipocondríaca hija de un millonario de la industria de la farmacia que se casa por capricho con Burt Lancaster que está increíble a pesar de ser tan sólo su segunda película. Ver como se mueve, como le sientan los trajes, como agarra el sombrero... no tiene precio.
En definitiva una de las joyas más desconocidas del cine clásico altamente recomendable para todos los amantes del cine e imprescindible para los de intriga.
Películas recientes como "Fargo", "Memento", "Celular" o "Última llamada", beben de esta película. Pero incluso, el más grande, Alfred Hitchcock, se inspira claramente en "Voces de muerte" para desarrollar su famosísima "Crimen perfecto".
No se la pierdan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
vircenguetorix
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19 de agosto de 2009
40 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poderoso film de suspense de Anatole Litvak (1902-1974). El guión, de Lucille Fletcher, adapta el guión radiofónico, de 22 minutos, escrito por ella y emitido por primera vez en 1943. Se rueda en escenarios exteriores (Staten Island, Bayonne, NYC, Chicago...) y en los Paramount Studios (Hollywood, L.A., CA). Es nominado a un Oscar (actriz, Stanwyck). Producido por Hal B. Wallis y Anatole Litvak para la Paramount, se estrena el 1-IX-1948 (EEUU).

La acción dramática tiene lugar en el dormitorio de Leona Stevenson (Stanwyck), postrada en cama a causa de una enfermedad psicosomática o neurótica, que le afecta la percepción de su capacidad de moverse y andar con autonomía. Está casada, desde hace un tiempo, con Henry Stevenson (Lancaster), natural de un pequeño pueblo de Illinois, de escasos medios económicos, limitada formación (no concluyó el bachillerato), exigua experiencia laboral (auxiliar de farmacia), ambicioso y egoísta. Trabaja actualmente como vicepresidente de la compañía del suegro, James Cotterell (Begley), sin funciones ejecutivas y sin que se cuente con su consejo ni con su opinión. El padre de Leona ha levantado con su esfuerzo una gran industria farmacéutica, con sede en Chicago, que dirige personalmente.

El film suma suspense, drama, misterio, cine negro y thriller. El centro de atención se ubica en el dormitorio de Leona, que hace simultáneamente las veces de sala de estar, reposo, aislamiento y reclusión. El teléfono es el único medio de que dispone para distraerse, informarse, relacionarse y comunicarse. El film añade varios flashbacks y conexiones con acciones simultáneas, que aportan escenarios diferentes, actores complementarios y lances de acción alejados del dormitorio. El nudo dramático se apoya en la situación de discapacidad de Leona, su soledad (el servicio se ha ausentado), su aislamiento en una dependencia situada en un piso superior de la casa y separada del resto de la vivienda por una escalera interior de aspecto siniestro, su indefensión personal a causa de la enfermedad, agravada por la turbación que se apodera gradualmente de su ánimo a causa de una creciente ansiedad que se eleva por la acumulación de interrogantes sin resolver, sospechas y el miedo que siente por las graves amenazas que, en su opinión, la afectan.

Se añade la percepción de abandono porque la policía no da crédito a su demanda de ayuda, las enfermeras se excusan, su amiga Sally Lord (Richards) tiene obligaciones domésticas ineludibles, su padre está en Chicago en una fiesta y el marido está ilocalizable. El guión añade elementos adicionales de tensión y ansiedad a través de las informaciones que recibe por medio de algunos de sus interlocutores telefónicos y de un cruce casual de líneas. La evolución del personaje, interpretado de modo soberbio por Stanwyck, le lleva de la indolencia y el aburrimiento inicial a una crisis aguda de ansiedad a través de un tránsito bien administrado y creíble.

(Sigue sin “spoilers”)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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16 de diciembre de 2009
36 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra del policial negro, una película brillante que merece ser reivindicada. No entiendo cómo no ganó todos los premios posibles durante su estreno porque es de los films que te crispan los nervios, que juegan con la paciencia del espectador hasta el límite tolerable. Una Barbara Stannwyck descollante que hace uno de los mejores trabajos de su dilatada carrera. Considero que era una de las actrices menos atractivas y graciosas de aquellos tiempos, pero lo que no tenía de encanto lo compensaba con un talento impresionante y aquí lo demuestra creando un personaje maldito insuperable. Otro gran atractivo del film es que su prota no es la chica buena ni la víctima sino todo lo contrario, es una malvada manipuladora y una jovencita malcriada que irrita con sus caprichos y desplantes; algo inusual y muy lejos de las divas buenas y de corazón noble. Un jovencísimo Burt Lancaster como la pareja de Stanwyck luce muy correcto y súper bello. Realmente un film que debe ser visto y que no defraudará a nadie. Nunca el bajo presupuesto logró tan alta calidad.
Srita davidlynch
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16 de septiembre de 2009
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupenda película que combina un argumento de cine negro e intriga como pocos.

Por lo visto es la adaptación de una radionovela, pero francamente la han llevado muy bien a la pantalla.

El personaje central es el de Barbara Stanwyck. A partir de ella, de la que sentimos compasión y nos cae mal a la vez, se va estructurando la película de un modo muy peculiar: llamadas y flashbacks. No hay más, pero con esas dos herramientas se va tejiendo una tela de araña en la que sólo tendremos una visión clara una vez acabada.

La desespezanza por ese goteo de datos se transforma en inquietud a medida que se enhebran los hilos. Ni idea si es una obra de arte, pero desde luego sí que es una obra de ingeniaría ese montaje.
Gilbert
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25 de noviembre de 2008
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el mundo de las críticas cinematográficas encontramos, como no podía ser de otro modo, la misma división de opiniones que en la fiesta (¿Qué fiesta y para quién?) de los toros. Unos abuchean y otros piden el rabo. Viene a cuento porque leo en "Combustible celluloid" la siguiente valoración al respecto, "Stanwyck was too strong to play this simpering role", (traducción libre: Stanwyck era demasiado dura para interpretar papeles tan amedrentados), mientras que por otra parte se propuso su trabajo para el Oscar de la Academia.

Ambas cosas tienen su razón de ser. Es cierto que Bárbara Stanwyck se caracterizó, entre otras virtudes, en llevar dos cosas: Una, a los hombres a la "perdición", otra, los "pantalones". Actriz de carácter donde las haya, incluso en sus múltiples trabajos al lado de la "abuelita" Capra y sus cuentos, probablemente será mas recordada por como maneja las pulseras tobilleras que por como se aferra desesperadamente a un teléfono.

Y sin embargo, en esta aparente contradicción, radica el secreto de su éxito. Tal vez un rol más "apropiado" no le hubiese otorgado el preciado Oscar, pero a una Stanwyck débil... ¿quien podría negárselo?. Pero voy más lejos. Al principio, los espectadores conociendo las "virtudes" de Bárbara, casi esperamos que se levante de la cama hecha una furia, se cure de sus complejos y resuelva el problema en un quítame allá estas pajas. Pero no. La cosa va en serio. "Houston tenemos un problema"... Y nos enganchamos sin darnos cuenta al sufrimiento de la señora Stevenson, que de la cinematográfica leona devoradora solo conserva contradictoriamente el nombre.

Anatole Litvak, a quien valoré merecidamente en La noche de los generales consigue crear un clima francamente interesante, mezcla de suspense y desequilibrio psicológico. Hablando de suspense, es probable y así se ha dicho, que el film inspirase al mago del género en uno de sus míticos trabajos. Sea o no sea, es un índice de que las cosas se hacen con profesionalidad y acierto.

Por último, referirme a Burd Lancaster, actor que por aquellos años estaba en el inicio de su carrera. Es cierto, y se ha dicho, que en Forajidos estaba muy bien. Yo añadiré que en El abrazo de la muerte, del mismo año 48, también tuvo una interpretación señera. Pero hay algo que se llama química. Y la química entre Lancaster y Ava Gardner, o entre el propio Lancaster e Ivonne de Carlo, no es la misma que con Bárbara Stanwyck. La combustión no es completa. Y eso, cuando estamos hablando de una de las actrices más "incendiarias" de Hollywood es casi un pecado. Un pequeño lastre con el que debe apechugar una película más que notable.
FATHER CAPRIO
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