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Pearl

Drama Músculo, sudor y sacrificio. Faltan 48 horas para el campeonato mundial de culturismo femenino, para el que Léa Pearl ha entrenado duramente bajo la dura mano de su entrenador Al (Peter Mullan), mentor y antigua estrella del bodybuilding que cuida celosamente de ella con la esperanza de que su “perla” le devuelva las luces del escenario. A pocas horas de la final a Léa le asaltan las sombras del pasado: su ex pareja reaparece trayendo ... [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
6 de septiembre de 2021
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
*¿Hobby u obsesión?

Pearl (2018) nos presenta a una mujer cuyo objetivo es ganar el campeonato mundial de culturismo y lleva años preparándose para ese momento. A lo largo de la película vemos todo lo que ha tenido que dejar atrás para poder conseguirlo. Una de esas cosas que abandonó fue la maternidad, y no precisamente el deseo de ser madre, sino que literalmente abandonó a su hijo.

El día que Léa Pearl llega junto a su entrenador al centro donde se va a celebrar la competición, se encuentra con su ex, que ha ido con su hijo para pedirle un favor. Ya vemos prácticamente desde el primer minuto que Léa está batallando en su interior, aunque desde el momento en que se encuentra con su hijo, esto se evidencia mucho más.

*Objetivos, profesionalidad y feminidad

En Pearl vemos mucho más que la lucha de Léa para ser la mejor. La película nos presenta todo lo sórdido y oscuro de ese mundo a través de personajes como Serena, caracterizado por Agata Buzek. Serena nos muestra la imagen de una persona completamente obsesionada con estar arriba siempre, no importa el tiempo que pase y lo que se destroce a sí misma. También refleja todo esto con diálogos de algunas competidoras hablando de cuerpos y hábitos de otras (no llega a quedar claro si con admiración o envidia).

Otro personaje que nos lleva de la mano a pensar que cuando un hobby o proyecto lo llevas a la obsesión se convierte en algo totalmente dañino es el entrenador de Léa. Por cómo trata a su alumna, por cómo la medica (incluso dándole pastillas para retirarle la menstruación). Y también por cómo se comporta él a espaldas del resto. Se nota que echa de menos sus años en la competición y traslada su ¿fracaso?, ¿frustración? a quien está con él.

En la película encontramos una fortísima crítica a la feminidad. Nos muestra a través de varios personajes femeninos cómo tienen que renunciar a cualquier atisbo de feminidad para conseguir la meta de ganar esa competición (y no, no es renunciar al maquillaje). ¿Se podría extrapolar a cualquier otra profesión? Es algo que no responde el visionado de esta película, pero creo que el tono invita a muchas reflexiones, y sin duda suscita esa.

*El valor de la música en Pearl

Algo que hay que destacar mucho de la película es la fuerza y peso que tiene la banda sonora en todas las escenas. Y ya se empieza a notar que va a ser importante desde la primera. Esa ausencia de sonido para dejar que solo se oiga la respiración de la protagonista y, de repente, en el cambio a la segunda aparece con toda su magnificencia… es sencillamente espectacular.

En definitiva, Pearl (2018) es una película llena de matices a descubrir y que no debería pasar desapercibida.

Escrito por Nieves Villalón Peralbo
Cinemagavia
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4 de septiembre de 2021
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo del culturismo en las mujeres con una visión algo incómoda sobre la maternidad es la base de este curioso film que nos mete de lleno en los entresijos de estos certámenes pintorescos por no decir algo grotescos de esa "belleza" tan extrema, que con un grandísimo esfuerzo y preparación logran conseguir esos cuerpos inimaginables.

Estamos en París en una competición de culturismo, Lea Pearl  es controlada de cerca por su entrenador Al, un tipo que tiene todas las esperanzas puestas en ella, pero que se comporta como un tirano llevándola a veces a la extenuación. Todo se complicará cuando aparece por el hotel su ex Ben con su hijo de seis años. Un niño adorable que ella abandonó hace cuatro. Lea intenta mantener la distancia, pero su instinto maternal comienza a aflorar.

Julia Fory es la protagonista del primer largometraje de la directora Elsa Amiel, que con un semblante impasible, pero emocionalmente hundida por dentro, soporta con entereza el papel de Lea Pearl una fascinante mujer con un esculpido cuerpo y una dependencia malsana con su entrenador.

La historia no sorprende demasiado, pero tiene situaciones bastante potentes que hacen que valga la pena su visión. Yo particularmente este mundo del culturismo no me atrae en absoluto y menos en una mujer, pero sé reconocer el gran esfuerzo y sacrificio que supone para los que realizan esta práctica.

Todo un interrogante a la tradicional belleza femenina que a pesar de que los personajes no expliquen demasiado y que incluso no empatices con ellos, tiene algo convincente que hace que al final te quede un buen sabor de boca.

Paso por el Festival de Sevilla y ahora se estrena en los cines el día 10 de septiembre de 2021.
Destino Arrakis.com
videorecord
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10 de septiembre de 2021
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La atmósfera en la que entra el espectador de Pearl es a la vez inquietante y paradójica. Entre brillos, neones, trofeos y música estrambótica que parecen conducir al éxito, se oculta el dolor y la esclavitud que padecen los culturistas, cuyo universo se presenta perturbador. Y todo esto, no solo por el ambiente alternativo, sino por la angustia de ese estilo de vida y la estética contradictoria, que rodea cuerpos hipermusculados de lentejuelas, bikinis, joyas, tacones y maquillaje para realzar una feminidad que ha quedado sacrificada y que, sorprendentemente, cuando más se aprecia es cuando las atletas carecen de todos estos complementos.

La proximidad de la cámara a los músculos que se contraen o a los poros de la piel de los deportistas recrea la claustrofobia de una profesión en la que, como bien se repite en el film, solo importa ganar. En base a ese principio, el público intenta entender las decisiones de la protagonista, cavilando si realmente vale la pena hacer ciertas renuncias para triunfar, aparentemente, en un trabajo que hace sufrir.

Amiel dosifica la información de manera que nunca se llega a conocer a la joven del todo, por lo que no hay datos suficientes para juzgar sus resoluciones. Puede parecer evidente que su determinación de no ser madre para tener más libertad profesional acaba haciéndola prisionera de su cuerpo. Sin embargo, la falta de antecedentes no permite hilar una reflexión concluyente.

Por momentos, parece que la idea de la directora era poner de relieve cómo afectan a las personas algunos cánones establecidos por la sociedad. No obstante, el fallo de la cinta es hacerlo con escenas repentinas que no vienen a cuento o con frases tópicas como “solo los flojos lloran”.

A pesar de narrar la biografía de una ganadora, la sensación general que deja la película es de tristeza. Tristeza ante la dureza que supone entregarse a las pesas y también ante el circo de personajes que desfilan frente a la audiencia proyectando sus propios sueños en otros. En este entorno grotesco y amargo, la actuación del pequeño Vidal Arzoni es el único toque refrescante de inocencia.

www.contraste.info
Revista Contraste
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