Motivos para no enamorarse

La dupla protagónica podría encajar perfectamente en el molde de padre e hija, pero "Motivos para no enamorarse", los une como pareja posible, en una trama donde las edades son apenas un dato generacional. Aunque a Cid y Marrale los separan mucho más de tres décadas, no existe un enfoque como el de "Lolita", la conocida novela de Nabokob, llevada varias veces al cine, donde un maduro profesor se obsesiona con una preadolescente. Aquí, Marrale encarna a un cincuentón un poco fóbico y alejadísimo del prototipo del seductor.
Del protagonista masculino, no sabemos si es viudo o separado, pero sí que se trata de un solitario con un pasado afectivo que ha dejado atrás y con una actividad que también ha clausurado, la de dibujante y pintor. Vive aislado en un departamento oscuro, ordenado pero vetusto, maniático del orden y bastante depresivo.
La jovencísima Clara, a pesar de su belleza ha sido muy desafortunada con sus parejas y parece eternizarse en una búsqueda inencasillable, al modo de algunas heroínas de Rohmer como la de "El rayo verde" o del más reciente producto de la comedia francesa como "Amelie", en la que el joven director argentino parece haberse inspirado para la estética del filme.
El azar los reunirá en una trama sostenida desde otro lugar que la simple atracción física y lejos de los condicionamientos generacionales. Paulatinamente, el guión va dejando de lado las distancias cronológicas para descubrir coincidencias inesperadas.

Es posible encontrar en esta comedia algunos de los clisés conocidos pero también tamizados con otros ingredientes que le aportan frescura, igual que las escenas costumbristas embellecidas por la poesía de la estética utilizada y en otros momentos dinamizada por el humor y un montaje ágil.
El brillante desenvolvimiento actoral de Marrale y Cid cuenta como cortina de fondo con pequeños personajes secundarios que aportan momentos divertidos.

Sin demasiadas líneas de más, esta comedia romántica tiene la virtud de su concisión y brevedad. Narrada con buen pulso, tal vez mejor en el principio que en el final, aporta su cuota de entretenimiento. No es perfecta pero está bien hecha.

Lamento que no me haya gustado la película porque los protagonistas son excelentes actores. Jorge Marrale tiene una fructífera carrera acá en Argentina tanto en teatro como en televisión. No recuerdo haber visto ningún film suyo pero en Motivos para no enamorarse está muy bien. Entiendo que la estrella de todo es Celeste Cid, que cada vez que aparece ilumina la pantalla, es tan pero tan hermosa que me hace acordar en algunos gestos a Audrey Hepburn ¡y no estoy exagerando ni un ápice!. Pero el guión es tan pueril y previsible que desdibuja a un reparto fantástico. Ella es una jovencita que por problemas que no mencionaré no tiene dónde vivir y casualmente conoce a Teo, un señor grande muy solitario que le ofrece ayuda. El resto se lo podrán imaginar. Es una comedia amable, pasatista pero la recomiendo fervorosamente porque Celeste Cid es una prometedora actríz y hay que comenzar a seguirle los pasos.

Por orden de importancia:
- Ver -simplemente ver- a Celeste Cid
- Estar aburrido un domingo a la tarde
- Estar un poco melanco por causas sentimentales y pretender a toda costa encontrar ilusión en una película
- Tener que hacer tiempo en algo (90 minutos) sin ser futbolero
- Querer ver demostrado una vez mas cómo un guión flojo puede desmerecer un enorme actor (en este caso Jorge Marrale)

No da para mas comentarios. Eso es todo amigos

Entretenida comedia romántica que nos cuenta una historia sencilla, al más reconocible estilo argentino y que aunque es la primera vez que veo a estos actores (parece ser que son famosos en su país) debo de reconocer que cumplen con creces y me han gustado, tanto Jorge Marrale en el papel de Teo, el maduro solitario que tiene montada su vida cómodamente y no quiere exponerse a heridas sentimentales que le vuelvan del revés la existencia, como Celeste Cid (guapísima, desenvuelta y resultona) como la joven Clara, baqueteada en amores que inicia la historia de amor con el maduro porteño, lo que sumado al tono realista, con su correspondiente toque costumbrista al uso, te hace pasar un rato entretenido mientras la estás viendo.

Historia previsible y una se queda enganchada hasta el final para ver como termina la cosa. El resultado, el esperado: chica sin suerte conoce a vecino veterano, lo demás deja poco espacio a la imaginación.
Si ésto se hubiera llevado a la pantalla hace cuarenta años atrás la hubieran estirado hasta lo inimaginable en un culebrón de esos a la argentina y emitido por TV.
La magia del cine lo ha resumido en poco más de noventa minutos, es que los tiempos cambian, gracias a Dios.