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El expreso de Andalucía

Cine negro. Drama. Thriller. Intriga Un antiguo deportista retirado, un estudiante de derecho y un delincuente de poca monta se unen para planear y perpetrar el robo de unas joyas transportadas en el furgón del correo expreso de Andalucía. (FILMAFFINITY)
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
4 de abril de 2014
40 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras una primera y notable incursión en el género negro y naturalista con "Hay un camino a la derecha", Rovira Beleta repetía fórmula en este filme, que adapta libremente un suceso real, acaecido en 1924, situándolo en el presente (en los 50, claro está), y modificando bastantes aspectos para conseguir así una mayor eficacia narrativa.

El argumento gira en torno al robo de unos paquetes con joyas durante el transporte de las mismas en el expreso de Andalucía; en vez de plantear la historia desde la perspectiva del "cómo se hizo" (muy habitual en el género, especialmente en el cine británico), el guión opta por la descripción detallada de ambientes y personajes, apuesta que ya había realizado Rovira Beleta en la película anteriormente mencionada. Ello no quiere decir que no exista acción, pues el filme contiene varias secuencias ejemplares en tal sentido, y que por lo explícito de las mismas podrían haber sido objeto de censura, cosa que afortunadamente no ocurrió. La estructura de la película dibuja tres partes, con un prólogo dramático y efectista, que desde el principio nos muestra el tren y nos introduce en el suceso, una segunda parte que nos presenta a los protagonistas en su ambiente y describe el robo, y una tercera que nos cuenta en paralelo el destino de los ladrones y la investigación policial, esta última muy en segundo plano.

Respecto a los personajes surgen ciertas dificultades, pues algunos fueron impuestos por el productor italiano, caso de Mara Berni (que interpreta a una mujer fatal que luego no resulta serlo tanto) o de Ignazio Bálsamo (que encarna al "Rubio", uno de los ladrones). No obstante, este último será bien encajado en la historia, representando el arquetipo del pobre hombre cobarde que se ve empujado al crimen por voluntades más fuertes que la suya. Comparte ambiente -el de las corralas del Lavapiés madrileño- con el verdadero líder de la operación, Andrade (excelente Mistral), un antiguo deportista de éxito caído en desgracia, y que se muestra siempre decidido, ambicioso y cruel, aunque también es capaz de hacer el bien. De ambiente distinto es Miguel, estudiante de derecho, y miembro de una familia estructurada, que vive con cierto desahogo, pero que seducido por la aventura y por las malas compañías (la del "Rubio") acaba tomando parte en el robo. Los contrastes entre estos tres personajes permiten aportar muchos matices dramáticos a la historia, recurso que Rovira Beleta repetirá en su posterior "Los atracadores". Entre los secundarios, aparte de la mencionada Berni, destaca Salinas (Casaravilla), quien parece encarnar un puente entre el mundo humilde de Andrade y el Rubio, y otro muy distinto, caracterizado por el lujo rápidamente ganado, fruto de negocios dudosos.

Lo que aporta mayor interés si cabe a estos personajes es lo bien que Beleta los sitúa en su ambiente, cualidad esta que ya había descollado en "Hay un camino a la derecha"; si en aquella el retrato de El Raval barcelonés era excelente, aquí también lo es el que se hace de Lavapiés, con las populares y populosas corralas, el bullicio del Rastro, y cómo contrastan estos con los barrios en expansión (donde vive Miguel). Igualmente, los interiores abundan en estas diferencias, que se subrayan inteligentemente.

Formalmente es una película muy sólida, en la que la narración visual goza de una excelente continuidad, a destacar en secuencias como la de apertura o en las de las persecuciones policiales tras "El Rubio" o Andrade. Asimismo hay planos verdaderamente bellos, como el último en el que vemos a Miguel, encaminándose hacia un destino que nos es velado por la niebla y el humo de un tren, pero cuyo desenlace conocemos de antemano.

Una correcta música, además de adecuados decorados y una más que buena fotografía (a destacar en la persecución final), redondean esta meritoria película, que al igual que tantas otras del género negro español, debe y merece ser reivindicada.
Quatermain80
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26 de septiembre de 2012
34 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraordinaria y poco conocida obra del director barcelonés Rovira Beleta. Película de serie negra apoyada en una espléndida planificación y una dirección artística estupenda que nos transporta al Madrid de primera mitad del XX. Es en este Madrid de corralas, de calles en ebullición, de diferencias sociales, de Rastro y de trenes que parten y llegan donde Rovira Beleta, con la cadencia de una locomotora que acelera su marcha hasta alcanzar un ritmo enfurecido, nos deleita en apenas ochenta minutos con la historia de un atraco destinado a la tragedia. Así lo indican las palomas alzando el vuelo en una de las primeras secuencias del filme, algo recurrente en el lenguaje cinematográfico del director de los Tarantos. Las palomas de Rovira Beleta son al cine lo que los caballos lorquianos a la poesía. Es cierto que el guión presenta algunas deficiencias importantes, pero no lo es menos que estamos probablemente ante una de las películas de atracos más estimable y, a la vez, más olvidada de la historia del cine europeo.
MrMemory
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5 de octubre de 2016
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rovira Beleta y su guionista Vicente Coello huyen deliberadamente de relatar un crimen truculento y salvaje de la España negra, como haría el Productor Pedro Costa y el director vasco Imanol Uribe para su serie de T.V. “La huella del crimen”, el film se inclina aquí por el relato de film “noir”, de thriller fatalista donde unos tipos desesperados por el fracaso personal y seducidos por la codicia, planean el atraco al vagón del tren correo para hacerse con unas joyas muy valiosas. A diferencia de los hechos reales ocurridos en 1924, donde el móvil era la nómina (25.000 pesetas) de los soldados de las colonias africanas. La poca profesionalidad de sus delincuentes propicia un tono de realismo social que se palpa en la fisicidad de los exteriores de sucesos y persecuciones en la orografía de una gran urbe. El Madrid de los años 50, el ambiente marginal de las clases humildes, sus patios de vecinos con sus mercadillos, su rastro, sus charlatanes, sus iconos monumentales, su Puerta del Sol con el emblemático edificio de la Dirección General de Seguridad, ahora sede de la Comunidad.

Esta coproducción hispano italiana respira cine negro por todos sus poros, con toda su tipología habitual: el villano y financiador del robo (Carlos Casaravilla), un libidinoso anticuario y protector de la exuberante amante, vedette y mujer fatal, Silvia (Mara Berni, impuesta por el productor italiano, ya que era su amante), seducidos por el lujo, el amor, el egoísmo y la traición de unos personajes abocados a un destino previsible. El film comienza espléndidamente con las consecuencias del atraco para pasar tras los títulos de crédito a un largo “flash back” qe nos sitúa en el inicio del envite, la idea de dar un golpe entre: “El rubio” (Ignazio Balsamo), un delincuente de poca monta, Miguel (Vicente Parra), hijo de ferroviario, estudiante frustrado de Derecho y Andrade (Jorge Mistral), un expelotari retirado por lesión, rudo y mujeriego, que lleva escrito en su rostro la palabra perdedor.

El film tiene un ritmo trepidante, no concede un momento de respiro, carece de tiempos muertos, una cámara atenta y ágiles “travellings” de seguimiento a los personajes consiguen una sensación de dinamismo harto estimable, dentro de una fuerte estructura narrativa clásica. El film se articula en un claro discurso moral, el delito se purga y el crimen se paga, pero los individuos que llevan el peso de la acción, son delincuentes y son ellos a quien la cámara sigue y escruta porque interesa más que a los que les persiguen, sus antagonistas, una policía sin entidad ni nombre, como el inspector encarnado por Antonio Casas. Se trata pues, de un policíaco más de ladrones que de policías, más de personajes poco recomendables como la actriz de variedades amante del villano que tiene mucho más peso dramático que la noble y tierna Lola (Marisa de Leza), la chica buena y enamorada en silencio de Andrade, pero los encantos y maneras de la pérfida Silvia son muy poderosos. Continúa en spoiler para no destripar la peli.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Antonio Morales
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1 de mayo de 2016
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película española de genuino género negro y/o policíaco, que narra un hecho similar acontecido unos treinta años antes de la época en la que se desarrollan los hechos (años cincuenta):
Está muy bien dirigida por Rovira-Beleta, excelentemente interpretada y la ambientación y el clímax in-crescendo está muy bien conseguido.
Co-producida entre España e Italia, se nota que ha habido medios en cuanto que se rueda en las verdaderas calles del bario de Lavapiés, con imágenes verdadera del Rastro, que le dan una pátina de máxima credibilidad y realismo.
Emocionante, con momentos de buen suspense y un ritmo ágil constante además de buenos diálogos (la historia en la que se basa es de Vicente Coello), la cinta se degusta como un pequeño manjar que deja un muy buen sabor de boca.
Una cinta hoy en día algo olvidada, pero de gran calidad e interés que merece la pena.

http://filmsencajatonta.blogspot.com.es
Constancio
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8 de octubre de 2016
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
No creo exagerar si afirmo que El expreso de Andalucía es una de las películas del género negro más importantes que se han rodado en este país. No se trata ya de su meritoria caligrafía cinematográfica, con esa pulcra fotografía en B/N que saca un excelente partido de sus localizaciones en exteriores, como el Rastro madrileño y esas calles de barrios lumpen donde transcurre la acción. Se trata de un verdadero esfuerzo de Rovira Beleta para acercarse al noir estadounidense y zafarse de la presión de la censura, a pesar de que tuvo que insertar un comentario en off al principio del film. El realizador procura ser en todo momento neutral, casi un documentalista. Tres desgraciados se juntan para cometer un atraco en el tren del título: un ex jugador de frontón, a quien una lesión apartó para siempre de la práctica de dicho deporte, en el que había descollado, lo cual le permitió una vida desahogada (Jorge Mistral, chulesco y desabrido); un estudiante de derecho, apocado y cobarde (Vicente Parra, muy adecuado); y un delincuente de poca monta (Ignazio Bálsamo). En el camino de Andrade (Mistral) se cruzará Silvia, la femme fatal indispensable (Mara Berni, italiana; las putas no podían ser españolas), mediocre bailarina de cabaret amancebada con el corrupto Salinas (Carlos Casaravilla, un "malo" clásico de nuestro cine), la cual inclinará la balanza de la historia. Una vez perpetrado el robo, con el resultado de dos guardias muertos, y obtenido el botín, la suerte empieza a declinar...
El director se esfuerza por limar el tono moralizante que casi siempre impregnaba las muestras de cine policiaco nacional, toda vez que la policía española era la mejor y más eficaz del mundo, cómo no, y a pesar de que el final es el esperado, en ningún momento se impone el tono discursivo de púlpito eclesiástico, sino la plasmación de unos hechos que generan determinadas consecuencias. La interpretación es más que correcta tanto en actores principales como secundarios, lo cual acentúa el verismo de la historia, auténtico retrato de una época y unas gentes. Indispensable.
Eduardo
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