El caserón de las sombras

Cuando viajaban por una desierta carretera en medio de la campiña de Gales en una noche infernal en plena tormenta y debido a quedar la carretera bloqueada por desprendimientos de tierra, el matrimonio Philip y Margaret Waverton (Raymond Massey y Gloria Stuart), junto a su amigo Roger Penderel (Melvyn Douglas), se ven obligados a pedir auxilio en un viejo caserón con el que se encuentran.
Tras llamar a la puerta asoma un inquietante y malencarado sujeto, el cual les abre la puerta y les hace pasar a presencia de dos excéntricos hermanos, Horace y Rebecca Femm (Ernest Thesiger y Eva Moore), el uno un estirado y larguirucho tipo que habla con un fuerte acento y la otra una mujer desagradable e inhóspita medio sorda, los cuales presentan al malencarado que les abrió la puerta como el mayordomo Morgan (Boris Karloff).
A partir de aquí y con la entrada en escena de dos nuevos viajeros perdidos que llaman a la puerta, Sir William Porterhouse y Gladys DuCane (Charles Laughton y Lilian Bond) y de los otros dos inquilinos de la casa a los cuales vamos conociendo a medida que avanza la trama, una anciana de 102 años con abundante vello facial que les previene del peligro que supone el mayordomo Morgan cuando va bebido (al parecer es un borracho de tomo y lomo) y de la existencia de un tercer hermano, el peligroso psicópata asesino Saul Femm, al cual mantienen a raya en una de las habitaciones gracias al forzudo mayordomo, tenemos una divertida y entretenida película, preñada de un excelente humor inglés (prácticamente todas las líneas de dialogo de Ernest Thesiger y Melvyn Douglas) y un desarrollo de la trama (adaptación de “Perdidos en la noche”, una novela de J.B. Priestley ), que a pesar de lo añejo y modesto de la producción (rodada en su totalidad en los Universal Studios de California), está bastante por encima de tropecientas producciones de hoy en día y cuyo sentido del humor, diálogos, atmosfera gótica (esa perpetua tormenta) y brillantez del casting (casi nada lo del ojo, aunque el verdadero hallazgo es Ernest Thesiger), la convierten en toda una joyita, siendo además, a mi juicio, una de las mejores obras de James Whale (la cual podemos disfrutar gracias a Curtis Harrington que la salvo de la destrucción, liderando su restauración por parte de American Film Institute y la casa Eastman a mediados de los 80).
William Castle realizo un remake en 1963 titulado “La vieja casa oscura” (no la he visto pero dado que esta el cachondo de Castle de por medio, la buscare por tierra, mar y aire).
Absolutamente recomendable.

Un comienzo fantástico. A unos viajeros en automóvil les pilla una tormenta de mil demonios por un camino alejado de la mano de Dios. Y van a parar a un misterioso caserón donde les dan cobijo una familia para echarse a temblar.

Más adelante llega nada menos que Charles Laughton interpretando a un frívolo Sir inglés. Y cuando uno ya está frotándose las manos para disfrutar lo que les espera... brum, se derrumba toda la película de un plumazo. ¿Escribieron sólo medio guión?

En fin, parece que James Whale quisiese sobreexplotar el filón de su Frankenstein, porque incluso al principio de la peli sale un cartelito diciendo que el actor Boris Karloff es el mismo que interpretaba al monstruo en la anterior.

Un film interesante y olvidado de sugerente factura al que puede no habérsele hecho justicia, sobre todo si tenemos en cuenta que han pasado por él casi ochenta años y ya nadie lo recuerda. Los parámetros del terror han cambiado, pero a pesar de ello no resulta ridículo, risible o absurdo, como otros de sus coetáneos. Es verdad que alguna de las situaciones aparecen un tanto forzadas, pero son idiosincrasias más que perdonables.

"El caserón de las sombras" es una broma, una broma pesada. Pero no en el sentido de divertida, bufonesca o graciosa, sino más bien en el sentido decepcionante del término. Porque, vamos a ver, una obra de terror de la Universal, de los años 30, dirigida por el genial James Whale y que transcurre en una fantasmagórica, opresiva, gótica y lúgubre casa podría dar para una de las mejores Obras Maestras del género.

Añadamos un elenco de actores excepcionales: un Boris Karloff en su mejor momento, un Charles Laughton bordando el personaje de inglés refinado y sarcástico, un joven y estupendo Raymond Massey (supongo que al igual que a mí, a todos los que han visto la memorable "Arsénico por compasión" les hará una gracia impresionante ver a Raymond Massey compartir escena con Karloff), un divertido Melvyn Douglas y una correcta Gloria Stuart (que raro que esta actriz no llegase a ser nunca una estrella, porque lo cierto es que intervino en más de un clásico de la época).

Pues bien, con semejantes ingredientes, ¿no daba para un terrorífico, embriagor, sobrecogedor y asfixiante film? Pues no, lamento decir que no. Empieza muy bien, combina muy bien la comedia distendida con el terror más opresivo y claustrofóbico. La ambientación es perfecta y el clímax no puede ser mejor. Nos esperamos expectantes una deliciosa joya de tan alta calidad como "La novia de Frankenstein" y, cuando empieza por fin a desarrollarse la trama, va… y se acaba la película.

Pero ¿qué clase de broma macabra y absurda tomadura de pelo es esta? ¿Es qué no tenían presupuesto para más? Es desconcertante (y, ¿por qué no decirlo?, cabreante) que te preparen para luego nada. ¡Qué desperdicio de talento del director y de los actores, qué desperdicio de historia, qué desperdicio de clímax y qué desperdicio de nuestro tiempo! ¿Fue esto solo un entretenimiento de Whale para pasar el rato y simplemente jugar un poco con los cánones del terror? Quizás el problema sea mío que no soy capaz de entender esa combinación de escenas de comedia desenfadada e irónica con escenas de terror. ¿Acaso lo que se pretende es realizar una divertida parodia de las películas de dicho género? Quién sabe. Sea como sea, acaba resultando una frustración para el cinéfilo. Una pena, sin duda.

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Si tuviese un guión más cuidado y sin tantas desprolijidades estaríamos en presencia de un clásico notable del cine de terror. Aún así, y a pesar de tener un argumento que por momentos hace agua, es una interesantísima cinta de horror.

Lo mejor de la película es su ambientación, gran parte del metraje ocurre dentro de una oscura y siniestra casona repleta de secretos y recovecos misteriosos ubicada en el medio de la nada. Y lo que es mejor aún, los personajes no tienen posibilidad de escapar debido a que afuera hay una tormenta que está inundando todo. De esta manera el filme es sugerente y genera climas de opresión y tensión psicológica, los cuales vienen de la mano de los lóbregos escenarios y de la constante sensación de amenaza que se percibe en el ambiente.

Es un filme que no recurre demasiado a la sangre ni a la violencia gratuita, sino que el horror es más bien psicológico. En la casona confluyen muchos personajes de los cuales poco y nada se sabe, lo cual hace que la intranquilidad y la desconfianza impere en la trama.

Las actuaciones están lo suficientemente logradas como para transmitir esa sensación de nerviosismo que se pretende generar en el espectador. Boris Karloff impone miedo y respeto con su sólo presencia física en pantalla y sin sola una línea de diálogos. Luego si tenemos interpretaciones con registros más dramáticos que también están conseguidas y logran la convicción necesaria para hacer creíble el relato (hay curiosamente un gran reparto con mucho renombre como Melvyn Douglas, Charles Laughton y Gloria Stuart entre otros).

En fin, es una pena que el guión esté tan desaprovechado, porque por momentos la cinta se pone verdaderamente intensa y estimulante y en otros pasajes se pincha y hasta se torna romántica y tontona. De haberse pensado mejor el argumento, como dije anteriormente, estaríamos en presencia de una gran obra maestra del terror sobre casona aislada con misteriosos habitantes y amenazantes secretos.