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Madame Bovary

Drama. Romance Basada en la novela del francés Gustave Flaubert, el filme es una crítica de los falsos valores de la burguesía rural francesa del siglo XIX. Minnelli introdujo un prólogo y un epílogo en el que el propio escritor, interpretado por James Mason, se convertía en el narrador de la historia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
2 de noviembre de 2009
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los grandes dramas de Vincente Minnelli (1910-86). El guión, de Robert Ardrey (“Los tres mosqueteros”, Sidney, 1948), adapta la novela “Madame Bovary” (1856), de Gustave Flaubert, considerada por muchos como su obra maestra. Se rueda en los platós de MGM Studios (Culver City, CA), con un presupuesto de superproducción en B/N propio de los primeros años de posguerra. Producido por Pandro S. Berman para la MGM, se estrena el 25-VIII-1949 (NYC).

La acción dramática tiene lugar en las localidades de Tostes (hoy Tôtes), Yonville y Rouen (Normandía), a lo largo de unos 6 años, entre finales de 1840 y agosto de 1846, con un prólogo y un epílogo situados en enero de 1857. Emma Roualt (Jones), hija de un modesto granjero de Tostes, recibe una esmerada educación en un colegio de monjas de Rouen. Aficionada a la lectura de novelas románticas, desarrolla una activa y fantasiosa imaginación y una tendencia a sobrevalorar la lujuria y el romance. A los 20 años contrae matrimonio con el médico rural Charles Bovary (Heflin), con el que se traslada a Yonville, donde nace la hija de ambos, Berta. Emma es soñadora, fantasiosa y ambiciosa. Anhela vivir rodeada de comodidades, atenciones, relacione sociales y prestigio. Charles, viudo, casado en segundas nupcias con Emma, carece de ambición y de habilidades, es ahorrador y tacaño, se siente a gusto en la rutina de su vida monótona y acepta de buen grado el escasísimo prestigio social que se otorga al ejercicio de la profesión de médico rural.

El film suma drama, romance y crítica social. Resume y adapta la novela original con una fidelidad superior a la habitual en otras obras de Minnelli. Dentro del conjunto de novelas protagonizadas por una mujer, sobresale de modo destacado y compite con “Anna Karenina” por las posiciones de cabecera en nivel de recuerdo, conocimiento y valoración. Es la primera novela que publica Flaubert y la que, según historiadores de la literatura, inicia el movimiento de la llamada novela realista, preocupada por construir personajes y plasmar situaciones conformes a las pautas de la realidad. El film se beneficia de esta circunstancia y, además, la aprovecha para construir un relato que refleja la realidad con sinceridad y convicción. En este sentido sobresale la detallada descripción que se hace de la burguesía rural francesa de mediados del XIX y de la aristocracia de los tiempos del reinado (1830-48) de Luis Felipe y del II Imperio (1852-63) o reinado de Napoleón III. La visión de Flaubert de ambos grupos es crítica y despectiva. Retrata a los aristócratas como holgazanes, incompetentes y egoístas. De los burgueses denuncia la estrechez de miras, envidias, hipocresía, codicia y egoísmo. Añade que son tan mezquinos que se alegran de la desgracia de los demás.

La narración corre a cargo del propio Flaubert, que no adopta un punto de vista distante y neutral, sino que hace suyo el de la protagonista, con cuyos ideales románticos y excesos de fantasía se identifica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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27 de diciembre de 2020
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La novela de Gustave Flaubert “Madame Bovary” (1856), tuvo la osadía de retratar a una mujer profundamente insatisfecha.
Charles Bovary, un médico rural, carecía de grandes ambiciones. Confesaba que era feliz con las pequeñas cosas, y que le agradaba el mundo que le rodeaba. Pero su bella esposa, Emma, pasaba de un afán a otro. Se ahogaba en el pequeño pueblo de Yonville. Una pequeña rutina la aburría y tras sustituir un sueño por otro, descubría finalmente que la vida en sí misma suponía para ella una decepción.
Entre los impulsos de la protagonista se contaba la infidelidad, así que Gustave Flaubert acabó en el banquillo, por “incitar a la inmoralidad”. Hoy día nos indigna que un escritor sea acusado en un juicio por escribir sobre la verdad que le rodea, por relatar las miserias humanas, por describir problemas psicológicos.
La adaptación de Vincente Minnelli recoge toda la tristeza y la profundidad de la novela, haciendo uso de un ritmo excelente y un metraje perfectamente ajustado. Sus decorados y su vestuario, de lujo.
Además, sus dos protagonistas estuvieron inmejorables. A Jennifer Jones se le daban bien las protagonistas turbias (no hay más que recordar “Duelo al sol”), y Van Heflin hacía un soberbio trabajo, como el marido sobrepasado por las circunstancias e incapaz de reconducir su matrimonio.
Al final el absurdo proceso contra Flaubert acabó con la lógica absolución, además, naturalmente, de impulsar el éxito de la novela.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Feng Lanzhí
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4 de marzo de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada más impuro que comparar una obra cinematográfica con la literaria en la que se basa, en este caso una obra maestra del realismo francés. ¿Es una traición a la novela de Flaubert el introducir al propio autor como acusado-narrador en un extraño juicio que abre y cierra el film? Ese demiurgo omnipresente (bajo los rasgos de James Mason) se convierte en la voz que off que acompaña a la cámara tras los pasos, emociones y sentimientos de Emma Bovary-Jennifer Jones, que cuando la interpretó ya contaba con un oscar conseguido en 1943 por la canción de Bernadette de King Vidor.
Minnelli con este drama romántico abandona los musicales que lo habían encumbrado en Hollywood, tras El pirata de 1948, para realizar este film y las dos entregas de El padre de la novia y El padre es abuelo.
Diferencias con la novela hay muchísimas, empezando por hacer aparecer a Charles como soltero, cuando en la novela es un viudo que se casó con una viuda adinerada en un casamiento montado por la madre de Charles, seguida por el retraso con que aparece la fiesta en casa del marqués en la versión cinematográfica. El casting de actores está muy cuidado y se nota la mano del productor David O. Selznick, que ese mismo año se casó con su protagonista; Van Heflin borda su papel (que también había conseguido el oscar en 1942 por Senda prohibida de Mervyn LeRoy), quizás desentone la sobreactuación de Jourdan, pero sigue siendo una gran película con un blanco y negro impecable y una sutil banda sonora de Miklós Rósza. La protagonista inicialmente prevista fue Lana Turner, pero su embarazo hizo que recayera el protagonismo en Jones. Una de las grandes películas de Minnelli, que fue rodada íntegramente en los estudios de Estados Unidos. Destacaría como secundario el personaje de prestamista en Yonville, que se va haciendo cada vez más odioso mientras se desarrolla la acción. Al final, no resulta extraño que alguna lágrima caiga por la mejilla de los espectadores.
shakespeareforever
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10 de enero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leyó tantas novelas sobre cenicientas que encuentran a sus príncipes; sobre mujeres que nadaron en la abundancia; y sobre bondades existenciales y lugares maravillosos a los que, con solo tener belleza, consigues acceder, que, Emma Roualt, terminó por creer que todo ésto también era posible para ella, pues, “¿qué hay de malo en intentar que lo que te rodee sea bello?”

A sus 20 años y con su belleza intacta, Emma es pretendida por el médico del pueblo donde habita… y casarse con él será un primer paso para el logro de sus ambiciones. Pero, Charles Bovary, es un hombre conforme que no aspira más que a servir a la gente de su comunidad, aún consciente de las muchas limitaciones que ofrece como médico, y ésto deja insatisfecha a Emma, cuyos sueños siguen intactos, y sigue bien dispuesta a aprovechar la primera oportunidad que se le presente en la vida.

Historia de una mujer, cuya vida al ser proyectada en novela, significó censuras y persecuciones para su autor, Gustave Flaubert; y es el mismo escritor (representado por James Mason) quien, en el filme <<MADAME BOVARY>>, vuelve a ponerla a nuestro alcance para que, con conocimiento de causa, juzguemos si se trata de una mujer mala o es una víctima de su entorno social.

Para, Gustav Flaubert (1821-1880), su primera novela -publicada por entregas en la Revue de Paris, en 1856, y en formato de novela al año siguiente-, le sirvió como ocasión para dejar bien recreada la subestimación y el maltrato a la mujer en una sociedad de aristócratas falsos e incompetentes, y una burguesía frívola y oportunista, sin más compromiso que el que pretende alcanzar en beneficio de sí misma. Se enmarcaba entonces en el realismo literario y se mostraba decididamente progresista en un entorno conservadurista y machista por donde se mirase.

Pero, Flaubert tampoco es demasiado benévolo con su personaje, y muestra a, Madame Bovary, incapaz de asumir su rol de madre; ambiciosa hasta el punto de poner al borde de la ruina a su marido; y decidida a tener los amantes que puedan colocarla en el sitial que tanto ha anhelado.

El director, Vincente Minnelli, se ajusta a esta imagen en su versión cinematográfica, logrando un personaje por el que se consigue sentir más consideración que verdadera simpatía. Un eficiente uso de espejos reflejará la visión que cada vez tiene de sí misma Emma Bovary, representada con plena eficacia por la actriz, Jennifer Jones… y ese primer baile, emparejada con Rodolphe Boulanger (Louis Jourdan), es un afortunado juego de cámaras que deja ver la poderosa sensación de embriagamiento emocional por el que pasa la esperanzada mujer.

Al final, con este acertado reflejo femenino, quizás comprendamos que, algunas aspiraciones que a veces nos obsesionan, no son más que vanas y necias ilusiones. Por eso, en ciertos momentos me gusta orar de esta manera: “Señor, estoy deseando fervientemente tal o cual cosa, pero si Tú consideras que no es bueno para mí, concédeme aquello que realmente necesite”.

Título para Latinoamérica: LA SEDUCTORA
Luis Guillermo Cardona
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28 de diciembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imposible trasladar a la pantalla la magia de G. Flaubert cuya enorme habilidad para la fina descripción psicológica y el planteamiento de situaciones complejas resulta proverbial.
Pero le cabe a V. Minnelli el mérito de haber filmado una película con imágenes de impacto, con un ritmo excelente y con un notable sentido de la oportunidad en la que realiza una gran labor de aproximación a esta obra cumbre de la literatura universal
Y también es valiosa su capacidad para despertar en el espectador la firme voluntad de revisar las estanterías hasta encontrar en ellas aquel viejo ejemplar, en edición de libro de bolsillo, encuadernado en rojo.
ABSENTA
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