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La isla roja

Drama Comienzos años 70. El pequeño Thomas vive bajo el colonialismo francés en Madagascar en una de las bases aéreas del ejército francés, donde las familias de los militares viven los últimos coletazos del colonialismo. Es un niño de 10 años que está muy influenciado por la lectura de los relatos de la intrépida heroína “Fantomette”, y observa con fascinación todo cuanto le rodea mientras el mundo se abre gradualmente a otra realidad. (FILMAFFINITY)  [+]
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
3 de octubre de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El reconocido guionista Robin Campillo vuelve a dirigir una película, 6 años después de la excelente "120 pulsaciones por minuto", pero eso no quiere decir que haya estado parado, ya el director de "La isla roja" por llevar más de 20 años escribiendo unos buenos guiones para otros cineastas franceses, en especial su amigo Laurent Cantet.

La película tuvo su presentación en la pasada edición del festival de cine de Toronto, y posteriormente se pudo ver en San Sebastián, ya que formó parte de la sección oficial a concurso del Zinemaldia 2023.
La cinta es una historia sencilla, que se desarrolla en la década de los 70 del siglo pasado en Madagascar, cuando el país ya no era una colonia francesa, pese a lo que el ejército francés aún conservaba alguna base militar. Es precisamente en esa instalación en donde vive la familia López, que es la protagonista de la historia, pero también otras como la Guedj, que llevan un largo periodo de tiempo en ese país africano, a la espera de su regreso a su tierra natal.

Tiene algo de tono autobiográfico, con la visión de lo que vivió el director cuando era un niño en ese mismo lugar, ya que su padre era suboficial del Ejército del Aire francés, por lo que Campillo nació en Marruecos, y también vivieron en Argelia y Madagascar. El personaje de Thomas, es un reflejo de lo que vivió el cineasta cuando tenía esa edad.

La película no tiene como eje central la crítica a los colonialismos, aunque el tema está ahí en algunas conversaciones, ya que la historia está contada desde la mirada de un niño muy especial, un joven llamado Thomas, que vive en un mundo de fantasía paralelo a la realidad, recreando lo que lee en uno de los libros de "Fantômette". La cinta traslada al espectador, mediante elipsis paralelas, esas aventuras que el pequeño hijo de Colette y Robert va leyendo en ese libro infantil ilustrado, lo que me parece un acierto, ya que añade un toque simpático a esa historia familiar no tan amable.

La dirección de Campillo, que también es uno de los responsables del montaje, es de gran nivel ya que sabe mover la cámara con sutileza y naturalidad, sin necesidad de ser tan compleja como la de su anterior película. Una parte fundamental del éxito de la película es que no es la típica cinta con historia sencilla y unas buenas interpretaciones, como es tan habitual en el cine francés, sino que es una maravilla a nivel técnico y artístico.

Me gustaría destacar el gran trabajo en la dirección de fotografía de Jeanne Lapoirie, y sobre todo el de los dos técnicos y una técnica de sonido responsables de esos sonidos de la naturaleza, con el viento, el canto de los pájaros, de modo que parece que estamos en esa isla, cuando en realidad la película se grabó en unos estudios de París. Unido a este comentario anterior va mi felicitación para Emmanuelle Duplay, el responsable de los decorados y la dirección artística.

La banda sonora compuesta por Arnaud Rebotin está bien, pero me parece un aspecto técnico que en esta película no destaca tanto, en relación a los otros citados anteriormente.
El guion desarrolla bastante bien la trama central, la de la familia protagonista y la de los más pequeños, con una mezcla de géneros que funciona bastante bien entre el drama familiar, la comedia, los elementos de fantasía (el universo paralelo de Thomas mientras lee "Fantômette") y mucho romance. Los responsables del guion son el propio Campillo, en colaboración con Jean-Luc Raharimanana, y Gilles Marchand, con el que había coescrito hace 24 años la ópera prima de Cantet, "Recursos humanos".

Dejo para el final las interpretaciones, con una gran actuación del español Quim Gutiérrez, hablando en un perfecto francés, que saca adelante un personaje nada fácil como el de Robert, el padre de la familia protagonista, cuyo objetivo es que todos estén contentos, pese a que algunos tienen lazos de unión con ese país como es Madagascar, en los momentos previos a dejar la isla y regresar a Francia.

El actor español, al que siempre he criticado porque no me parecía un gran actor, ha mejorado mucho en los últimos años, y el resultado son actuaciones de nivel como las de "Un año, una noche" de Isaki Lacuesta, la serie "El cuerpo en llamas" y "La isla roja".
Nadia Tereszkiewicz está también muy bien como Colette, la madre de la familia López, en un trabajo nada sencillo, pero que la actriz francesa saca adelante con una gran naturalidad.
El alma de la película es Charlie Vauselle, en el papel de ese niño tan entrañable como es Thomas, que es el que actúa como verdadero protagonista.

Los otros personajes secundarios, pero de gran importancia en la trama, en especial en la segunda mitad, son los de Miangaly y Bernard, esos dos amantes que se tienen que ver a escondidas, y que están interpretados por Amely Rakotoarimalala y Hugues Delamarlière. En el caso de la actriz lo hace bastante bien, y tiene un par de escenas con una gran carga de emotividad que la actriz saca adelante con nota. Por contra, no me convence tanto la actuación del joven actor que interpreta a Bernard.

LO MEJOR: La fotografía y el sonido. La dirección.
LO PEOR: El final es un poco precipitado.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en http://www.filmdreams.net
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
WILLY74
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21 de octubre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Del yo y el fuera de campo

Ante el éxito de la autoficción literaria y teatral, el cine se asoma también a este nuevo subgénero para contar, en el mejor de los casos, no la vida de uno, sino una situación que trasciende la anécdota. Robin Campillo lo logra en su nuevo largometraje, La isla roja. Al espectador poco le importa si esto es una historia real, basada en hechos reales o en la experiencia misma de su director. Esta es su primera victoria.

La isla roja, que transcurre en un Madagascar ya independizado, pero todavía bajo influencia francesa, se centra en una familia que vive en una base militar gala que hay en la isla. Pero la vemos desde los ojos del pequeño Thomas, hijo de Colette y Robert. La mirada del chiquillo expresa la incredulidad, las dudas ante pequeños detalles que ve en su entorno: la violencia de su padre, el malestar de su madre, pero también la situación de las personas de color, las autóctonas.

La propuesta parece interesante. Los inicios prometen un fuera de campo que parece que van a coger peso. Un fuera de campo que es la historia que no se cuenta, la de la situación de los habitantes de Madagascar que, incluso independizados, tenían que convivir con algunos franceses que mantenían sus privilegios en la isla. Otro factor a destacar de La isla roja.

*Matrimonio y colonia

Pero lo que se intuye como una segunda victoria de Robin Campillo se queda en nada. En una trampa. No se va a contar la historia desde el otro lado. Una vez más es la historia de los colonos y sus remordimientos por hacer nada ante una situación que todos veían, pero parecían ignorar. Que intuían pero callaban. Una manera de flagelarse, pero sin dar voz a los que nunca se les permitió tenerla.

Mientras avanza La isla roja, Thomas ve otras cosas que se desmoronan. Otro ejemplo es la relación de sus padres. A medida que se acerca la fecha para regresar a Francia, Colette parece sentirse más incómodo con su marido. Se lo hace notar en más de una ocasión y él sigue sin entender la situación y cargándose de una violencia que se percibe en tensión, gracias a la notable interpretación de Quim Gutiérrez. La madre intenta que el pequeño Thomas no se de cuenta. Y el problema es que el realizador tampoco permite ir más allá. Como pasa con la historia de los colonizados, se queda a media, perfilada. Sin profundidad.

El realizador salta de historia en historia, con un montaje que pretende dar ritmo a unas vidas que suceden relajadas, como paradas en el tiempo. A la espera de que llegue el momento de irse. A la espera de que suceda algo. Aparecen momentos de tensión, como cuando Colette cuenta que las nativas son las encargadas de coser los paracaídas de los militares franceses en prácticas. Las caras de las trabajadoras, lo expresan todo. El espectador lo entiende, pero la tensión no estalla.

*Caminos sin terminar

Robin Campillo no alza el vuelo, todo se queda a medias. Como le sucede también a la subtrama de otro militar joven francés que se encuentra fuera de lugar con las supuestas normas absurdas de sus superiores. O como la relación entre Thomas y su amiga de escuela.

Estos dos niños comparten una afición en común que Campillo también trata de explicar, la de la superheroína del cómic que leen. Ella es Fantomette, una chica más o menos de su edad que por las mañanas va a la escuela como ellos, pero por la noche sale a combatir todo aquello que no se cuenta en el colegio sobre la vida: la delincuencia.

El paralelismo funciona. Además, queda subrayado cuando los pequeños se escapan fuera de la base militar y pasean con sus bicis por las calles y ven aquellos que sus padres no les cuentan, no les muestran. Pero una vez más, este oasis metafórico queda como una anécdota, un buen recurso. Una buena idea, solucionada de manera desprolija.

*Conclusión

La isla roja no es una mala película. Es una película necesaria, sin duda, ejercida con mucho oficio. Campillo tiene muy claro qué quiere contar y cómo. El problema es que, con la voluntad de querer abarcar, se pierde en el cruce de historias y todo se queda un poco difuso. Como cuando Thomas (o él) miraba por el cristal opaco de su habitación y podía intuir formas, personas y situaciones, sin llegar a descifrar nada del todo.

Escrito por Joan Colás Colom
Cinemagavia
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23 de octubre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robin Campillo aúna en su nueva película una serie de elementos que, conjugados debidamente, prometían un interesante enfoque y su consecuente reflexión. No obstante, 'La isla roja' se pierde en sí misma, con un guion y un montaje vacilante, sin saber qué quiere contar y, por ende, a dónde se dirige.

La historia alterna entre el drama intrafamiliar y la disgregación de un matrimonio; la fantasiosa mirada de uno de los hijos, Thomas; el romance interracial de uno de los soldados, que levanta recelos y prejuicios; y una superficial contemplación al clima sociopolítico del final del colonialismo francés en la isla. En este confuso avance, el espectador busca deseoso una intención que no llega, una razón de ser que acaba deviniendo inexistente.

Entre todo esto, el film pierde el control del ritmo, desde un inicio al que le cuesta arrancar hasta el encontronazo con constantes flashbacks explicativos que no aportan nada nuevo, ni de interés para el relato, ni para la configuración del metraje. Todo ello se suma a la lista de desaciertos a la que ni la excelente ambientación, ni la correcta fotografía, ni las solventes interpretaciones consiguen hacer frente.

Así pues, uno sale desconcertado de la sala y, aunque permite descubrir un contexto histórico particular del que muchos no conocerán especificidades, el largometraje se va hundiendo en el tedio pese a su espíritu bienintencionado. Y cuando entra en el desenlace e intenta poner sobre la mesa su posición crítica y reivindicativa en torno al tema del colonialismo –esa “estrecha amistad” entre países a la que aluden algunos militares– llega tarde y se recibe como forzada e impostada, un grito ahogado que cae en saco roto.

www.contraste.info
Revista Contraste
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24 de octubre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos sumerge en la historia de Thomas, un niño de 10 años que vive bajo el colonialismo francés en Madagascar en las décadas de 1970. La película nos presenta una oportunidad única para explorar las complejidades de esta época, pero lamentablemente, no logra aprovechar todo su potencial.

El guion tiene en sus manos una historia que podría haber sido conmovedora e impactante, pero la falta de dirección clara le hace un flaco favor. La película no parece decidirse por qué camino seguir, lo que da como resultado una narrativa confusa que no se centra en ningún aspecto en particular. Esto afecta la profundidad de los personajes, ya que no tienen la oportunidad de desarrollarse plenamente. Sus motivaciones y conexiones quedan en la superficie, lo que disminuye el peso de sus actuaciones.

La cinematografía y la partitura no destacan, lo que es una pena considerando el potencial visual y emocional de la historia. La película se ambienta en un entorno exótico, pero la dirección no logra aprovechar al máximo la belleza de Madagascar ni crear una conexión significativa entre los paisajes y los personajes.

Es una película que lamentablemente no cumple con su potencial y se queda en la mediocridad.
Pablo Veiga
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13 de octubre de 2023
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Film en un principio interesante, al desarrollarse los hechos en una época histórica de gran importancia: el principio del fin del colonialismo francés en Madagascar.

Por ello el fondo es estimable y podría haber dado lugar a una película subyugante e interesante, sin embargo poco a poco, minuto a minuto, se van malogrando sus posibilidades por la dispersión de diversas situaciones familiares, en medio de la época convulsa en la que viven.

Los intérpretes se esfuerzan pero, salvo el niño protagonista y el personaje de su madre, el resto no logra calar en el espectador.

Por todo ello, desgraciadamente, la cinta finalmente no convence, decepcionando en gran medida.

Con todo, tiene buenas escenas, sobre todo las ensoñaciones del niño con su heroína de papel Fantomette.

Técnicamente, aspectos como la fotografía de Jeanne Lapoire y la banda sonora de Arnaud Rebotini, son de recibo.

https://filmsencajatonta.blogspot.com/
Baraka1958
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