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No amarás

Drama Tomek es un joven de 19 años que vive obsesionado con Magda, una mujer treintañera a la que espía cada tarde con unos prismáticos. Ella es una mujer liberal y sin prejuicios que invita a su casa a muchos hombres. Tomek, celoso, decide trabajar como repartidor de leche para interrumpir sus citas amorosas... Esta película pertenece a la serie "Decálogo". (FILMAFFINITY)
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Críticas 54
Críticas ordenadas por utilidad
8 de octubre de 2006
110 de 125 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film independiente, coescrito y dirigido por Krzysztof Kieslowski. Es la versión extendida, con modificaciones, de "Decálogo 6", de la serie de 10 capítulos de 60 minutos realizados por el autor para la TV polaca. Se rodó en exteriores de Varsovia (Polonia). Obtuvo 4 premios del Festival Polaco de Cine (actriz, fotografía, actriz secundaria y película) y el FIPRESCI de S. Sebastián. El productor fue Ryszard Chutkowski.

La acción tiene lugar en Varsovia en 1997/98, a lo largo de varios meses. Narra la historia de Tomek (Olaf Lubaszenko), joven solitario, de 19 años, criado en un orfanato, inexperto en el amor, acogido en la casa de la abuela de Martin, su único amigo, ausente por cumplir una misión militar de la ONU en Siria. Trabaja en Correos y como repartidor de leche. Con la ayuda de un teleobjetivo que le dejó Martin mira obsesivamente los movimientos de Magda (Grazyna Szaplowska), vecina, de más de 30 años, liberal, sin prejuicios y promiscua. Tomek trata de entrar en contacto con ella para declararle su amor.

La película construye una atmósfera intimista, gratificante y absorbente, no exenta de lirismo. La imagen predomina claramente sobre la palabra, concisa y breve, demostrando que en cine casi todo puede decirse a través de la vista. El relato explica una historia sencilla, pulcra y equilibrada, que evita estridencias (colas del racionamiento, pulso entre Solidaridad y el Gobierno, manifestaciones callejeras, represión oficial). La tensión dramática se eleva gradualmente desde la desoladora soledad de Tomek y su pasión por observar a Magda, sus torpes intentos de verla de cerca para hablar con ella, entablar amistad y declararle su amor, hasta su huida desesperada. Tomek y Magda pertenencen a dos mundos opuestos: él no ha conocido a ninguna chica y ella ha tratado a muchos hombres, él busca el amor y ella sólo puede ofrecer sexo, él es ingenuo e inexperto y ella tiene muchos amigos. Ambos comparten dos cosas: la afición al voyeurismo y los escrúpulos religiosos. Los protagonistas son personas comunes, extraídas de la vida diaria, ajenas a la grandilocuencia de los héroes y privilegiados. Sus problemas se perciben como próximos, casi propios. La obra, rica en sutilezas y sugerencias, deja el ánimo del espectador profundamente conmovido.

La música ofrece solos de cello, violín, piano y guitarra, junto a fragmentos orquestales clasicistas, que giran en torno a un tema central. La fotografía usa una paleta suave de tonos crema y pastel, con ayuda de los que construye composiciones de gran belleza. En ocasiones la imagen, en claroscuro, adquiere fugaces formas minimalistas. El guión aporta diálogos breves y hace posible que la obra tenga un ritmo regular. La interpretación de los tres protagonistas es adecuada y convincente. La dirección aporta emoción estética.

La película constituye una sugerente reflexión sobre el deseo, el sexo, la intimidad, los excrúpulos, la libertad sexual y el amor.
Miquel
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25 de octubre de 2007
87 de 94 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¿Qué quieres de mí?", le pregunta la mujer al chico al que ha descubierto espiándola por la ventana. Él responde, enigmático: "Nada".
Una historia mínima, una lentitud hipnotizante, una mujer desnudándose frente a una ventana, una mirada eterna, misteriosa, expectante. Kieslowski no necesita más y efectivamente, podríamos quedarnos toda la vida mirando a través de la ventana o dejándonos mirar por la intuición de unos ojos invisibles. A veces el cine no es más que eso: la mirada. ¿O era el amor?.
Y no queremos nada. Sólo seguir mirando para siempre.
Neathara
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8 de octubre de 2007
41 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guión parco en palabras, una partitura exquisita, una fotografía espléndida y una historia perturbadora. Sí, es el cine de Krzysztof Kieslowski. “No amarás” se inmiscuye en el pecado más perturbador del hombre: En amar sin ser amado. A través de la mirada de un enamorado sin amor Kieslowski construye una historia sencilla pero llena de sentimientos. Nos vuelca en Olaf Lubaszenko todas las dudas que se generan cuando nos encontramos en su situación, cuando el amor, no nos es devuelto con el furor que nosotros emitimos.

A todo ello contribuye un excelente guión resulto sólo con los gestos, miradas de sus personajes. La técnica de Kieslowski siempre majestuosa nos envuelve mientras la banda sonora nos acaricia los oídos.

Es una ventana indiscreta diferente, no tan jugosa ni juguetona como la del otro maestro inglés Alfred Hitchcock. El voyeurismo de Kieslowski no se nos muestra sucio ni enfermizo. Nos lo presenta salvaje, innato y cálido.
Chagolate con churros
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9 de enero de 2009
46 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupenda (a medias) peli de Kieslowski en la que se disecciona el amor entretejiendo dos enfoques distintos, achuchándolos para que tropiecen y se digan cuatro cosas desde posturas contradictorias.

El protagonista idealiza el amor, y el personaje en consecuencia está diseñado desde una inocencia impagable, un candor bobalicón adolescente que supone en mi opinión una de las cumbres del director polaco a la hora de dotar de humanidad a un personaje.

Ella, por su parte, está conformada a partir de un fuerte cinismo completamente opuesto al personaje de Tomek; una mujer cansada, decepcionada, en el otro extremo del sentimiento amoroso: el sexo como transacción de soledades.

Ambas opciones se enfrentan y se ven sometidas a los altibajos de sucesivos encuentros y desencuentros. Es ahí, una vez presentados los personajes y sus presupuestos, cuando Kieslowski patina un poco, bajándole yo un puntito la nota en consecuencia, a la hora de mostrar el cambio del personaje de ella, Magda. El director insiste en un subrayado precipitado y excesivo, propio del autor que ejerce conscientemente de autor. Aparece así un énfasis pasado de rosca en la materialización de ese cambio que a mí, en contra de alguna opinión por aquí formulada, sí me parece moralizante, aunque probablemente no sea algo voluntario, al no estar planteado con la necesaria naturalidad. Más preocupado parece el polaco en una cierta reconvención (quizás no moral, lo concedo, pero sí por lo menos vital) hacia el personaje de Magda, que de mostrarnos a ese personaje a la gresca con sus inseguridades y decepciones y que de ahí salga lo que tenga que salir. Fallo que no comete al configurar al otro protagonista, el adolescente cazador de ideales de los que enamorarse.

Mención aparte merece la cuestión técnica. Efectivamente, esta cinta es más simple en la planificación de escenas que otras de Kieslowski. Pero no importa, el personaje protagonista, más allá de su interpretación, tiene la suficiente fuerza como para cargar con el peso de nuestra atención. Esos trucos de maestrillo acostumbrados en Krzysztof en los que un plano representa algo más que lo simplemente mostrado dan paso a una ejecución plana en cierta medida, pero también creo que especialmente íntima y lacerante, de anubarrada intensidad.
Bloomsday
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9 de marzo de 2010
39 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es única. No creo que se haya abordado antes el tema del amor de un modo tan lúcido y a la vez tan simple. No creo que se haya hecho antes con tanta autenticidad, ni con tanta austeridad. Es un momento de inspiración, lo debió ser cuando fue parida, y lo es para el espectador que conecta con ella. Demuestra que no hace falta más que una cámara para contar algo y proyectar una emoción. Puede que sea precisamente en la simplicidad, en la obligada austeridad con la que el autor tuvo que trabajar para hacerla, donde reside su magia. James Cameron debería ver esta película y comerse con patatas sus millones de Titanic y Avatar, que no le llegan, literalmente, ni a la suela del zapato.
Como en toda buena película, los personajes son fundamentales, y aquí, con un gran trabajo actoral detrás, se nos presentan dos almas de una autenticidad que emociona desde los primeros planos. La empatía con ambos es inmediata. Son tan normales como nosotros, tienen un corazón más o menos bueno, tienen ambos sus pecadillos, sus rincones privados, y están dramáticamente solos. Son tan transparentes que nos llegan al alma. Es un gesto de brillantez por parte del autor el modo en que nos los define. Todos sus actos (por los cuales los conocemos) son intimos y cotidianos, no tienen nada de espectacular. ¿Es que se puede hacer películas con hechos tan cotidianos?, pensaran muchos. Quizás nunca antes se había hecho. Quizás nadie se atreva a hacerlo otra vez. Kieslowki hace la prueba. Quizás solo él tiene el talento para que funcione. La cuestión es que funciona, ¡y como!. Puede que esta sea la gran lección de esta película, lo autentico está, en definitiva, en lo cotidiano, en lo verdaderamente humano, cosas como prepararse un te con prisas, para llegar a tiempo al inicio del mejor momento de un día gris, cosas como dar importancia a la gala de Miss Polonia que ponen en televisión, o los sacrificios del muchacho por estar cerca de su amada: pequeñas cosas, sin batallas, sin enfrentarse a grandes enemigos, sin embargo cosas que se nos antojan gigantescas, y nos muestran la fuerza de sus sentimientos. Y cada uno de esos pequeños gestos cotidianos nos aportan cosas. Los hilos que mueven a los personajes son tan cercanos, que la pelicula se vive como una aventura propia, como si estuvieramos en esas calles polacas, de suburbios soviéticos, donde la belleza parece imposible, como parece imposible en una película tan austera, pero donde brilla quizás mas que nunca. Ese es uno de los mensajes: la belleza no entiende de estética, por paradójico que parezca, está presente en lo más rancio, en lo más rónico, en lo pasado de moda y en lo monótono. Aparece en cualquier parte, y cualquiera, los seres más vulgares, pueden ser protagonistas de la historia más bella jamás contada. Una frase lo resume: "Dices que me amas, entonces, ¿qué es lo que quieres hacer?", dice ella. "No lo se", dice él. No hay filosofía, solo verdad, y por tanto, belleza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Uma
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