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Red Angel

Drama. Bélico. Romance Sakura Nishi es una joven enfermera enviada en 1939 a un hospital de campaña en China durante la guerra chino-japonesa. Impactada por la inhumana violencia de la guerra en su tarea sanitaria, trata de entender, ayudar y, en la medida de sus posibilidades, humanizar a quienes se hallan inmersos en esa guerra, incluido el doctor Okabe, cirujano del que depende. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
14 de febrero de 2009
34 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si miramos el cine americano de las últimas décadas, es fácil sacar como poco unos 10-15 nombres de directores importantes en cada una de ellas. En cambio, seguramente cualquier cinéfilo anclado en el cine occidental sólo podría mencionar, como mucho, media docena de "grandes maestros" del cine asiático en toda su historia. Y es una lástima, por que más allá de la majestuosidad de Kurosawa, la potente narración de Mizoguchi o el costumbrismo de Ozu hay mucha, mucha vida. Yasuzo Masumura es un ejemplo de director que, con un estilo propio, sirvió además para que el cine japonés saliese adelante, algo así como lo que hizo Nieves Conde en España con su fantástica "Surcos". Precursor de tipos como Takashi Miike, Masumura firma con Red Angel un alegato antibelicista que no se ciñe únicamente a un conflicto bélico sino que lo utiliza como excusa para desarrollar la historia de una enfermera en ese marco de dolor.

¿Y qué creíais, que esto iba a ser un drama? Pues no. O al menos, no uno tradicional. La historia comienza cuando una enfermera japonesa (interpretada por la preciosa Ayako Wakao) llega a un hospital militar de heridos de guerra. Allí, es violada en una escena bastante peculiar y, para colmo, es enviada al frente un día más tarde, lugar en el que no encontrará nada más que amputaciones precarias y olor a sangre. Una ambientación malsana que desde luego no parece ser lo más apropiado, pero que es lo que le toca vivir día a día a causa del cada vez más creciente número de las víctimas de la guerra. Masumura es inteligente al enfocar todo esto desde un lado humano, pero sin prescindir en ningún momento de la crudeza ni echarle azucar a las situaciones. Así, con un toque puramente buñuelesco, asistimos a escenas que más vale descubrir por uno mismo a que las cuenten -por tanto, me morderé la lengua- pero que, efectivamente, son sencillamente espectaculares desde el punto de vista más retorcido posible. Contribuyen a ello, eso sí, unas interpretaciones magistrales, así como una delicia de blanco y negro que aporta mucha sordidez a las imágenes.

Red Angel es un ejemplo de buen cine trasgresor, no sólo en el contenido sino también en las formas, que sirve como muestra del talento de Masumura, un pequeño adelanto de lo que se le pasaba por la cabeza y que consiguió plasmar en pantalla tres años más tarde con la excepcional Blind Beast. Si queréis ver un drama diferente, una cinta bélica atípica o sencillamente una de las obras japonesas más lúcidas de los 60, adelante. Eso sí, no esperéis largos planos de abuelos tomando té ni una historia anclada en los convencionalismos, por que no van por ahí los tiros.
Caith_Sith
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10 de noviembre de 2011
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fascinante película sobre causas perdidas, deseos, muerte, oportunidades y callejones sin salida. El objetivo capta, y no escatima en detalles, el horror en primera persona. El blanco de los delantales se mezcla con la mugre y la sangre transportadas por centenares de cuerpos buscando redención, de una u otra forma, pues es la forma la que otorgará al condenado una última sonrisa que hará fruncir el ceño a la muerte.

Que los ojos más sensibles se abstengan de no dar cuerda a esta película. También los oídos olvidarán por un momento sus cuitas. Se lanzan frases y palabras incluso más punzantes y más dañinas que las armas, sin ningún pudor, situándose entre el bien y el mal. Auténticas verdades como puños que, aún hoy, son capaces de colorearte el mentón.

Pero, sin duda, lo que más me seduce es el hedor intimista que restalla en mi salón, como la penumbra del blanco y negro sagrado inyectado en mis pupilas. Creo estar formando parte de un secreto, de un intervalo eterno al que sólo a mí se le permite la entrada. Se me exige. Consciente de una necesidad natural impuesta, consciente de un amor que va más allá de manos y piernas.
h e r m a n ô n e g r ö
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13 de febrero de 2012
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el minuto uno, la película que nos ocupa, perdón, el trozo de vida al blanco y negro más exquisito, exuda autenticidad, maestría, cine con mayúsculas, vamos. La película se hace líquida, fluye ante nosotros, se contonea perfectamente acompasada, a un ritmo delicioso, hipnótico, que se dice. El bueno de Caith habla de Buñuel y no es por nada, es que la atmósfera -quimérica- de esta cinta japonesa es impresionante, tanto que enamora. Como enamora, nada más verla, la enfermera protagonista, la femme fatale sin un solo propósito malévolo, el ángel de la muerte, la que habrá de llevarnos de la mano hasta el centro mismo del horror, mientras nos sumergimos en sus rasgos faciales primorosos. Delicadeza de ella enfrentada al lado más amargo y más bestial de la guerra y sus consecuencias devastadoras, las cuales nos conocemos al dedillo pero no viene mal recordar de vez en cuando, que hay quien dice por ahí que el ser humano es cabezota. En este sentido, cabe hacer tres incisiones:

-La guerra como tal, ya mencionada, nunca la noté más cerca. Se respira la sangre, se palpan las vísceras, se transmiten el espanto y la aversión como una inyección en vena. Saboréalos, porque andamos escasos de existencias y las reglas son bien claras: sólo para los oficiales. El pase de honor, la butaca hasta el abismo, a dos pasos. Magnetismo puro. Y como dice hermanonegro, ¡escupiendo verdades como puños!

-Relacionado con lo anterior, igualmente fidedigno y convincente es el dibujo que se arroja de la locura, de la progresiva degradación de la mente humana ante situaciones límite. Y sin signos de exclamación ni cosas raras, todo narrado desde la calma y el saber estar de los nipones, que parecen ofrecer la sonrisa desquiciada como la mejor de las sonrisas. Y yo la compro, porque el influjo a ratos perturbador, a ratos narcolépsico pervierte. Vaya si lo hace.

-Por si queda alguna duda, yo también pienso en qué hermoso sería morir marcado a beso por los labios de tus sueños. Cualquier indicio de cursilería que pueda sugerir el comentario queda eclipsado al asistir a la puesta en escena: irresistiblemente bella... Como toda la cinta en realidad. El infierno rodado por los dioses. Y es que por momentos abruma tanta perfección para tanto sufrimiento.

En cualquier caso, no me malinterpreten, esta mierda es buena. Más que buena, es la hostia. Prueben prueben, a mí me ha dejado con más ganas. Habrá que volver a verla.
José (FullPush)
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30 de diciembre de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una enfermera militar no presta sus servicios en la gran urbe protectora, a partir de hoy sé que una enfermera militar ha de trabajar en unas condiciones durísimas durante turnos inacabables, rodeada de gritos, muerte y suciedad. Si hay algo que me ha sorprendido de "Red Angel" y quiero que quede claro ya es que no es la típica película que se hace dura desde su inicio e intenta acaparar todo el salvajismo de una guerra. Eso no está mal tampoco cuando se hace bien. Si esta película destaca es porque además de eso, de mostrarnos la crudeza de un conflicto bélico, nos enseña la vida de una enfermera que lucha por desmarcarse de lo que le rodea, ella no quiere ser una más alineada y con todas sus fuerzas intenta escapar a base de humanidad. No nos ha de extrañar que se enamore, que tenga la capacidad de sentir amor en un contexto tan poco propicio para el amor.

Si ella se llama 'cerezo en flor' es por algo. A su alrededor cualquier desastre que uno pueda imaginar dentro de la guerra va a suceder, nada que no hayamos visto ya antes, nada que no sepamos y ella, pobre alma avasallada, es capaz de ofrecer humanidad. Cualquier enfermo, futuro lisiado, futuro cadáver, quisiera encontrarse con ella al volver del frente.

Más allá de la película es necesario mencionar el nombre de Yasuzo Masumura, ¿he dicho bien?; sí, efectivamente, no es Mizoguchi, no es Ozu ni Kurosawa, incluso más allá de Kobayashi, otro que en el marco de la IIªGM quiso poner humanidad a una guerra unos años antes de este "Red Angel" con su espectacular trilogía, quien firma la película es alguien que no es que no sea tan famoso, es casi un desconocido en occidente. Doble placer entonces, ahí queda la observación.
Luisito
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12 de diciembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pólvora, barro, metralla, ruinas y cuerpos en descomposición devorados por los cuervos. Así es el panorama de la guerra, ni más ni menos, el escenario que sintetiza y ofrece la definición perfecta de miseria, caos y horror.
Nada brotará ya de este suelo cubierto de trozos de carne supurantes de sangre y fluidos...excepto una flor de cerezo de bellos pétalos y fuerte tallo que lo iluminará todo con su presencia.

Había pasado casi una década desde su primer trabajo conjunto como director y actriz (una encantadora y optimista "Aozora Musume"), y desde entonces, y aunque Hitomi Nozoe también trabajó con él en varios títulos, la hipnótica Ayako Wakao iría ligada a la filmografía de Yasuzo Masumura, traducido en una serie de obras transgresoras y abrasivas donde lo que primaba era alcanzar la perfección formal y estética por medio de la introspección psicológica y sexual del ser humano, sobre todo de la figura de la mujer. El cenit de esta colaboración llegó a mediados de los '60 con esa trilogía que conformaron "La Mujer de Seisaku", "Tatuaje" y "Red Angel".
Ayako había dejado de ser la sensación juvenil de la Daiei para convertirse en una actriz erótica y arrolladora, así como Masumura ya era considerado una de las voces más poderosas de la Nueva Ola del cine japonés; todo ello lo lograron juntos. La trilogía fue rematada con la adaptación de otro relato de Yoriyoshi Arima, quien ya había visto su "Hoodlum Soldier" llevado al cine poco antes por el director, enfocada en un escenario similar: los momentos más crudos de la 2.ª Guerra Sino-Japonesa, que desembocarían en la 2.ª Guerra Mundial a no mucho tardar con la entrada de EE.UU..

De hecho "Red Angel" empieza exactamente igual que la hazaña de los soldados Arita y Kisaburo (además de estar narrada en primera persona): con el conflicto bélico mostrado de cerca, detallando a través de grotescas imágenes en blanco y negro todo el horror, degradación y miseria de la guerra, que el propio Masumura tuvo la desgracia de contemplar con sus propios ojos al igual que muchos colegas de profesión. La narración proviene de Sakura Nishi, protagonista de la historia, una joven enfermera de Tokyo trasladada en 1.939 al frente en la China ocupada por las fuerzas niponas.
No es extraño que tal escenario no genere ninguna esperanza, pues ese es un concepto que no tiene cabida en la guerra. Masumura, ayudado de una puesta en escena áspera y oscura realzada por la fotografía de Setsuo Kobayashi, desea que apreciemos hasta el olor llegado del campo de batalla, un olor pestilente de muerte que emerge de los órganos de los soldados mutilados para introducirse directamente en nuestras fosas nasales. En este infierno en la tierra poblado de cuerpos agonizantes es lanzada Sakura, quien en su primera misión ya sufre las inclemencias que cabría esperar de los soldados (en una secuencia de violación extraña y del todo angustiante).

No es la primera película bélica tratada desde el punto de vista de una enfermera ("Cry Havoc", de Richard Thorpe; "La Enfermera Edith Cavell, de Herbert Wilcox; o "War Nurse", de Edgar Selwyn), pero debe de ser la más dura por derecho propio, con la protagonista transformada sin desearlo en una "femme fatale" que termina con la vida de sus pacientes, quienes se debaten entre volver a participar en la matanza del conflicto o el estar a un paso del umbral de la muerte, pues el anhelo de regresar al hogar es aplastado por la forzada lealtad a la patria, que proclaman los oficiales en contra de los deseos íntimos de los soldados.
No hay propaganda alguna, el discurso del realizador y de Ryozo Kasahara no deja títere con cabeza (en este caso las de los pobres combatientes) mientras Sakura se revela, tras aplacar su ira en sordina, como la fuerza esperanzadora que aporta luz al caos reinante; así se ofrece en cuerpo y espíritu a calmar el dolor de sus enfermos, sin rechazar su condición de víctima a todos los niveles, incluso por su naturaleza sensual, que le impide resistirse a los hombres. Ante todo la cámara de Masumura, que araña como la superficie desnudando la realidad y mostrándola en toda su plenitud, muestra a un ser cuyo único deseo es ofrecer y preservar la vida, sirviéndose de cualquier método a su alcance.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

No hay obras tan sumamente líricas que arañen las tripas con tanta rabia como "Red Angel", pero Masumura es un genio y lo consigue.
A partir de aquí su carrera sólo podría ir en una línea descendente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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