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Voto de Chris Jiménez:
9
Drama. Bélico. Romance Sakura Nishi es una joven enfermera enviada en 1939 a un hospital de campaña en China durante la guerra chino-japonesa. Impactada por la inhumana violencia de la guerra en su tarea sanitaria, trata de entender, ayudar y, en la medida de sus posibilidades, humanizar a quienes se hallan inmersos en esa guerra, incluido el doctor Okabe, cirujano del que depende. (FILMAFFINITY)
12 de diciembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pólvora, barro, metralla, ruinas y cuerpos en descomposición devorados por los cuervos. Así es el panorama de la guerra, ni más ni menos, el escenario que sintetiza y ofrece la definición perfecta de miseria, caos y horror.
Nada brotará ya de este suelo cubierto de trozos de carne supurantes de sangre y fluidos...excepto una flor de cerezo de bellos pétalos y fuerte tallo que lo iluminará todo con su presencia.

Había pasado casi una década desde su primer trabajo conjunto como director y actriz (una encantadora y optimista "Aozora Musume"), y desde entonces, y aunque Hitomi Nozoe también trabajó con él en varios títulos, la hipnótica Ayako Wakao iría ligada a la filmografía de Yasuzo Masumura, traducido en una serie de obras transgresoras y abrasivas donde lo que primaba era alcanzar la perfección formal y estética por medio de la introspección psicológica y sexual del ser humano, sobre todo de la figura de la mujer. El cenit de esta colaboración llegó a mediados de los '60 con esa trilogía que conformaron "La Mujer de Seisaku", "Tatuaje" y "Red Angel".
Ayako había dejado de ser la sensación juvenil de la Daiei para convertirse en una actriz erótica y arrolladora, así como Masumura ya era considerado una de las voces más poderosas de la Nueva Ola del cine japonés; todo ello lo lograron juntos. La trilogía fue rematada con la adaptación de otro relato de Yoriyoshi Arima, quien ya había visto su "Hoodlum Soldier" llevado al cine poco antes por el director, enfocada en un escenario similar: los momentos más crudos de la 2.ª Guerra Sino-Japonesa, que desembocarían en la 2.ª Guerra Mundial a no mucho tardar con la entrada de EE.UU..

De hecho "Red Angel" empieza exactamente igual que la hazaña de los soldados Arita y Kisaburo (además de estar narrada en primera persona): con el conflicto bélico mostrado de cerca, detallando a través de grotescas imágenes en blanco y negro todo el horror, degradación y miseria de la guerra, que el propio Masumura tuvo la desgracia de contemplar con sus propios ojos al igual que muchos colegas de profesión. La narración proviene de Sakura Nishi, protagonista de la historia, una joven enfermera de Tokyo trasladada en 1.939 al frente en la China ocupada por las fuerzas niponas.
No es extraño que tal escenario no genere ninguna esperanza, pues ese es un concepto que no tiene cabida en la guerra. Masumura, ayudado de una puesta en escena áspera y oscura realzada por la fotografía de Setsuo Kobayashi, desea que apreciemos hasta el olor llegado del campo de batalla, un olor pestilente de muerte que emerge de los órganos de los soldados mutilados para introducirse directamente en nuestras fosas nasales. En este infierno en la tierra poblado de cuerpos agonizantes es lanzada Sakura, quien en su primera misión ya sufre las inclemencias que cabría esperar de los soldados (en una secuencia de violación extraña y del todo angustiante).

No es la primera película bélica tratada desde el punto de vista de una enfermera ("Cry Havoc", de Richard Thorpe; "La Enfermera Edith Cavell, de Herbert Wilcox; o "War Nurse", de Edgar Selwyn), pero debe de ser la más dura por derecho propio, con la protagonista transformada sin desearlo en una "femme fatale" que termina con la vida de sus pacientes, quienes se debaten entre volver a participar en la matanza del conflicto o el estar a un paso del umbral de la muerte, pues el anhelo de regresar al hogar es aplastado por la forzada lealtad a la patria, que proclaman los oficiales en contra de los deseos íntimos de los soldados.
No hay propaganda alguna, el discurso del realizador y de Ryozo Kasahara no deja títere con cabeza (en este caso las de los pobres combatientes) mientras Sakura se revela, tras aplacar su ira en sordina, como la fuerza esperanzadora que aporta luz al caos reinante; así se ofrece en cuerpo y espíritu a calmar el dolor de sus enfermos, sin rechazar su condición de víctima a todos los niveles, incluso por su naturaleza sensual, que le impide resistirse a los hombres. Ante todo la cámara de Masumura, que araña como la superficie desnudando la realidad y mostrándola en toda su plenitud, muestra a un ser cuyo único deseo es ofrecer y preservar la vida, sirviéndose de cualquier método a su alcance.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

No hay obras tan sumamente líricas que arañen las tripas con tanta rabia como "Red Angel", pero Masumura es un genio y lo consigue.
A partir de aquí su carrera sólo podría ir en una línea descendente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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