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El techo

Comedia. Drama Luisa y Natale, dos jóvenes sin recursos económicos, contraen matrimonio pero no tienen casa propia. Deciden, entonces, acogerse a una ley italiana de la época, en virtud de la cual, una vez construido el techo de una casa, los ocupantes no podían ser desahuciados. (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
27 de julio de 2008
31 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decimotercer largometraje de Vittorio De Sica. Escrito por Cesare Zavattini ("Ladrón de bicicletas", 1950), se inspira en hechos reales. Se rueda en exteriores y escenarios naturales de Roma y alrededores. Gana el premio OCIC de Cannes (De Sica), el Nardo d'Argento ("Silver Ribbon") al mejor guión y es nominado a la Palma de oro. Producido por De Sica y Marcello Girosi, se estrena el 6-X-1956 (Italia).

La acción tiene lugar en Roma en los primeros meses de 1956. Un peón de la construcción, Natale (Listuzzi), cuya aspiración es ser albañil, se casa con Luisa (Pallotta), sirvienta doméstica, pese a no disponer de un techo bajo el que dormir. El hecho sirve al realizador para componer un fresco realista de la Italia de la Posguerra, en especial de la ciudad de Roma, que explica en tono documentalista, con estilo sobrio, austero y sincero, exento de artificiosidad y con insobornable veracidad. Habla de la familia, la pobreza general del país, la carestía de la vivienda, el precio de los alquileres y de los subarriendos de habitaciones, la falta de servicios sociales, el paro, la subocupación generalizada. Muestra la desesperanza asociada a los difíciles años de la Posguerra, su prolongación en el tiempo, las ilusiones rotas por la IIGM y la dificultad de superarlas. Aproxima al espectador a una realidad trágica, en la que anidan la desesperación y la desesperanza, ocultas bajo capas de silencio y falsas apariencias de conformismo.

Los planos generales muestran un paisaje ruinoso, húmedo, sucio, descuidado y abandonado, en el que campan a sus anchas roedores, insectos y parásitos. El paisaje deviene espejo del alma de los personajes, abocados a luchar por la supervivencia en condiciones lamentables. "Umberto D" se ocupa de la triste situación de los jubilados, "El limpiabotas" presta atención a los niños menesterosos, "Milagro en Milán" habla de los marginados. "El techo" se ocupa de los jóvenes en edad de casarse enfrentados a la necesidad de una vivienda. El film cierra la etapa neorrealista del realizador con la mirada puesta en una realidad trágica, similar a las de sus películas del período 1946/55. El público le dispensó una acogida fría, pese a su interés.

La música, de Alessandro Cicognini, se basa en una partitura sencilla, de tono popular, sabor italiano y de potente impacto emotivo. La interpretación corre a cargo de pequeños grupos sinfónicos y de instrumentos inusuales, que subrayan los desequilibrios sociales que denuncia el relato. La fotografía crea composiciones de cuidada factura y excelente dibujo. La realización se complace en la creación de ambientes patéticos, como en films anteriores.
Miquel
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5 de septiembre de 2009
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás injustamente olvidada, “El Techo” supone la continuación de una manera de hacer cine que hizo de la pareja De Sica-Zavattini la más importante en la historia del cine italiano. Soy consciente que hacer afirmaciones de este tipo es siempre arriesgado y a veces subjetivo. Pero ante hechos tan claros y poco discutibles es de justicia colocar a estos dos genios en el sitio que les corresponde. Y los hechos anteriores a esta cinta son claros: “El Limpiabotas”, “Ladrón de Bicicletas”, “Milagro en Milán” y “Umberto D”. Antecedentes que colocan, como ya hemos dicho, en un lugar menos preferente a este trabajo. Cuestión de tiempo, háganme caso. Creo que si se hubiera grabado diez años antes “El Techo” sería tan o más conocida que las anteriormente mencionadas.

El film es otra historia humana más, tratada y creada como tal. Esta vez en Roma. Allí, y en los años duros de la posguerra, Luisa y Natale son una joven pareja que se han casado pero que no disponen de medios para comprar o alquilar una vivienda donde poder formar una familia. Hartos de la situación vejatoria que supone el vivir con la familia de Natale, deambulan por Roma con la intención de buscar un trozo de terreno donde edificar su casa. Casa por llamarla de alguna manera, pero que supone su única oportunidad de no dormir en la calle. Para ello cuentan con la ayuda de los compañeros de trabajo de Natale (albañil) y con la condescendencia de las autoridades que una vez construido el tugurio poco o nada quieren saber del asunto. Evidentemente los actores son no profesionales y guiados por la mano excepcional de De Sica, con mucha experiencia en este tipo de trabajos, firman unas actuaciones soberbias, llenas de conexión y veracidad. Mejor ella que él pero ambos a la altura, sin duda.

Por otra parte se vuelven a apreciar los rasgos más importantes del mejor neorrealismo: esa vitalidad y energía de la cámara del cineasta se entremezcla perfectamente con ese romanticismo desgarrador que se nos presenta en el guión de Zavattini. Así el resultado vuelve a ser otra vez el mismo: una crónica veraz y fiel de las miserias humanas, pero contada de una manera cercana, cálida y que por momentos se acerca a lo emocionante. Este era el cine que triunfó una década antes y así es el cine que nos vuelven a mostrar en este trabajo. De ahí mi queja por el olvido al que se ha sometido a esta cinta. Con un neorrealismo más elaborado, el film pone en juego algo más: la solución a esa nauseabunda realidad que es capaz de dejar sin vivienda o sin comida a las personas. Además, se hace especial hincapié en la solidaridad que deben tener las gentes humildes entre ellas y se apuesta por un regusto no tan amargo al que estábamos acostumbrados anteriormente.

(Sigue sin “spoilers”)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alfie
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13 de agosto de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos supieron mostrar en el cine como De Sica, el rostro de la humildad y de los humildes sin añadidos ideológicos ni moralejas socializantes. De Sica muestra un pedazo de la agotadora carrera de una pareja de recién casados por encontrar un techo sobre el que vivir en la difícil Italia de los primeros 50, cuyas ciudades no podían acoger a tanta población emigrada, fundamentalmente del sur, y donde las dificultades para encontrar casa eran, entre la población más pobre, una propuesta inaccesible. Durante toda la película vamos de la mano de la pareja en busca de su sueño a través de unas imágenes llenas de sencilla poesía y de honda dignidad, pese a mostrarnos las enormes dificultades, las apreturas, y las condiciones infrahumanas en las que viven sus familiares.
Extraordinario trabajo de la pareja protagonista, en especial Gabriella Pallotta, con su mirada cálida pero preocupada y de un conjunto de secundarios esculpidos en mármol y entereza. Bravo De Sica.
Gould
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25 de mayo de 2023
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Riqueza en perspectiva. Estrés de opresión social. Honras y dignidades. Derechos exiliados en el inhumano sistema establecido. Sueño a contrarreloj, futuro a contracorriente.

Maravilloso ejercicio de conciencias y humanismo. El campo de visión es inmenso a la hora de analizar el contexto social. Cada personaje, por insignificante que parezca, está construido con riqueza y vinculación. El contraste de espacios accesibles con las intencionadas panorámicas abiertas e inalcanzables del director, potencian la angustia opresiva del relato. Delicioso trabajo de casting.

Una joya atemporal. Otra dosis de neorrealismo ejemplar.
La puerta de Tannhäuser
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26 de julio de 2010
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
194/08(14/07/10) Gran drama social italiano que con el tiempo no ha perdido vigencia, realizado por el glorioso tándem Vittorio de Sica y Cesare Zavattini, uno en la dirección y el otro con el guión crearon obras tan memorables como ‘El limpiabotas’, que nos removía los sentimientos con un duro fresco sobre los niños desamparados, ‘Ladrón de bicicletas’, abordando el problema del trabajo mezclándolo con una relación paterno-filial enternecedora, ‘Milagro en Milán’, en el que tocaba el tema de los más pobres en un barrio de chabolas mezclándolo con un mundo mágico-onírico y ‘Umberto D’, en el que la trama tocaba las dificultades de un pobre anciano para salir adelante y como este derrochaba cariño con un perrito en unas estremecedoras escenas, digo todo esto para poner en antecedentes del tipo de cine que hacían estos dos, esta ‘El techo’ sacude las conciencias tocando los enormes problemas de una joven pareja (Luisa/ Gabriella Pallotta y Natale/Giorgio Listuzzi) por encontrar vivienda en los años 50 en Roma, una problemática universal y atemporal. La cinta es un conmovedor retrato humanista de una sociedad de posguerra italiana que por momentos recuerda al cine de Capra en el sentido de que si todos nos ayudamos un poquito podremos superar las dificultades de la vida, en esto es distinta a las primeros films neorrealistas en los que no había halo de esperanza, destilaban pesimismo, en esta en cambio ahonda en que se puede salir adelante apoyándonos unos en otros. Posee una delicadeza desgarradora, donde los personajes son descritos de un modo maravilloso, los secundarios poseen la fuerza necesaria para engrandecer a los protagonistas, las escenas emanan dulzura y patetismo provocando emociones y gran empatía, el relato es un increscendo sentimental de angustia y de ilusión, llegando al clímax final donde no se sabe si es un final feliz o todo lo contrario, o solo hay que vivir al día. La película se encuadra en el neorrealismo italiano que denunciaba las complicaciones de una sociedad de posguerra, argumentos centrados en los más desfavorecidos, rodando bastante en exteriores, ya que los Estudios Cinecittà estaban ocupados por personas desalojadas a causa de las miserias de la Guerra, esto lejos de ser una dificultad se convirtió en una poderosa virtud pues se reflejaba mejor las ruinas de la contienda creando un clima sórdido y agobiante donde privaba la supervivencia donde la frustración, pobreza y desmoralización campan a sus anchas. Otro rasgo era la utilización de actores no profesionales para imprimir más sensación de realismo ya que esto era lo primordial ser lo más fiel a la realidad de lo que acontecía en esos duros años. Los máximos exponentes fueron Rosselini, que se considera el iniciador con ‘Roma, Ciudad Abierta’, De Sica y Visconti. Recomendable film a los que gusten de buen cine y sobre todo a los seguidores del neorrealismo ítalo. Fuerrza y honor!!!
TOM REGAN
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