Síndrome postdivorcio

Ahórratela, no la alquiles que ya la has visto. Los mismos gags, idénticas situaciones de comedieta barata para hacer reir y cuatro bobaditas.
La churrería americana nos ofrece lo de siempre, pero con fecha actual.

Una generación de hijos e hijas de los divorcios (que en EEUU es muy alta la tasa) que alcanzan la madurez y como les ha afectado, es la excusa de entrada para esta película. Primero se agradece que el personaje no sea un ser totalmente destruido por el divorcio de los padres, esta premisa de padres divorciados cuya progenie acaba fatal por el trauma infantil, ha sido desarrollada en el cine estadounidense sobre todo de manera de estereotipos de gente destruida, asocial y mil cosas negativas. En ese sentido está bien.
El personaje principal está bastante bien construido, creíble y la interpretación de Adam Scott me ha parecido en general buena, con algún altibajo debido creo al guión. Hay un poco de sobreactuación en el resto, pero pasable.

El guión en mi opinión es muy irregular, empieza con bastante interés, y va dando tumbos un buen rato para decaer al final, que te deja bastante frío, de ahí quizás los votos tan negativos.
No me ha parecido mala en general, a pesar de que su interés fluctua mucho a pesar de su corta duración. Hay otro pero, y es que en una obra de este tipo que intenta profundizar sobre relaciones, crisis vitales etc no acabas de extraer conclusiones o debates claros de la misma.

A pesar de todo, la exposición de crisis del hombre protagonista me parece bien realizada y con unos puntos de vistas abiertos que le dan cierta originalidad, dentro de cierto caos argumental y de guión. No está mal para un rato, sin esperar grandes pretensiones del mismo. Se deja ver por su corta duración, por el enfoque de crisis personal y el cierto buen hacer del actor protagonista. No tiene mucho de comedia, no esperéis ni muchas risas ni carcajadas, apenas dos o tres situaciones algo divertidas.

“Síndrome Postdivorcio” es una comedia ligera que sin pretender reinventar nada funciona razonablemente bien si uno consigue entrar su tono relajado y obviar cierta parte de estupido subtexto psicológico. Es de esas comedias que se asientan en las conversaciones y no en las situaciones. No es alta comedia pero resulta entretenida y es mucho mejor que otras tonterías que no consiguen arrancarte ni media sonrisa. Los actores están correctos y el ritmo es el adecuado. A pesar de algunas virtudes, con toda seguridad decepcionará a la mayoría de espectadores que buscan un humor mas reconocible o menos elaborado. “Síndrome Postdivorcio” es como la serie B de las comedias de Judd Apatow. Algo así como un cruce entre cine independiente y cine comercial, que a veces funciona y otras no. A mi personalmente me ha gustado. No es una película que recordaré, es mas, me cuesta recordarla ahora al escribir esta crítica (y hace menos de una hora que la he visto). Pero me ha entretenido y he sonreído con ella, y eso es mas de lo que consiguen muchas comedias de hoy en día.

Cuando una comida no te deja ninguna impresión, ni buena ni mala; simplemente te sientas, te la comes, haces bien su digestión y a otra cosa "mariposa", a seguir con tu vida. Producciones americanas como ésta hay cientos al año, incluso más; lo cual, no es ni positivo ni negativo pues cumple bien su cometido de entretenimiento ligero sin consecuencias visibles; nada que destacar, nada que malograr. Sobre la base del divorcio de los padres y su consecuencia sobre los hijos se monta esta fresca comedia que mantiene un buen nivel, aceptable diversión, pasatiempo agradable sin perspectivas esperadas ni por esperar. Bien realizada, sin grandes miras pero con un planteamiento decente que te permite divertirte sobre base segura -su desarrollo es previsible-y pasar un buen rato fácil de olvidar. Nada que reprochar, nada que recordar; nada que esperar, lo recibido es suficiente, satisface y reconforta. La fórmula es sencilla; la ves, te entretienes y a otra cosa "mariposa", a seguir con tu vida.

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Intrascendente película acerca de los traumas que puede ocasionar el divorcio de los padres en un hombre maduro que no los ha superado del todo. No ayuda para nada la cara de palo inexpresiva de Adam Scott cuyo registro se reduce al mismo una y otra vez. La comedia escasea, por no decir que no aparece en ningún momento, aunque la idea no sea del todo mala; pero la forma de abordarla hace aguas. Me quedo con la interpretación de Richard Jenkins, tal vez el único que se cree la película como comedia e intenta levanta el vuelo de la misma.

Lo cierto es que no entretiene y se hace larga y pesada a pesar de dura menos de hora y media. Resalto que Adam Scott es un actor con un único registro y que su cara avinagrada no ayuda en nada a que sea más llevadera. Como ésta cada año hay cientos de películas de igual o peor calidad, así que por verla no se pierde nada pero sí que se puede acabar aburrido o pasando de ella.

El final es bastante extraño.