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Sé a dónde voy

Drama. Romance Joan siempre supo lo que quería desde que era una niña. Ahora está a punto de casarse con un millonario, pero las fuerzas de la naturaleza parecerán conspirar para que cambie de idea. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
7 de octubre de 2005
29 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película escrita, producida y dirigida por Michael Powell y Emeric Pressburger. Fue rodada en los Highlands de Escocia y en los estudios Denhom (Inglatera).

La acción viene dada por las incidencias del viaje de la protagonista desde Manchester hasta Port Erraig, pasando por Preston, Glasgow, Oban y Lochinvar, camino de Kirolan (Islas Hébridas/Escocia), en 1943. Narra la historia de Joan Webster (Wendy Killer), una muchacha independiente, de 25 años, hija de un banquero, práctica y pragmática, que trabaja desde los 18 y que por correspondencia coviene matrimonio con sir Roger Belinger, propietario de "Industrias Químicas Consolidadas" y otras empresas muy lucrativas, que vive en Kirolan, alejado de la guerra. A lo largo del viaje se entera que es un hombre de unos 55 años, caprichoso (se hace llevar el salmón desde Londres), usa gafas y tiene una voz gastada por la edad (cuando habla parece que está resfridado). Torquil MacNeil (Roger Livesey), de 33 años, movilizado por la guerra y destinado a la marina, regresa a su casa de la isla de Kirolan para disfrutar de unos días de permiso. Ambos se ven detenidos en Port Erraig a causa de una galerna que demora su llegada al destino final. De la mano de Torquil, Jean conoce las costumbres de los naturales del lugar, su lengua propia (el gaélico), los mitos y leyendas de su cultura, su música y bailes, su afición a la caza, etc. El encuentro de Joan con el mundo mágico y mítico del lugar, sus costumbres exóticas, su historia y sus leyendas, su desapego del dinero ("No tienen dinero, pero no son pobres"), la autenticidad de su vida sencilla y rústica, produce en ella un fuerte impacto, que la conmueve, la hace reflexionar y cambiar. Michael Powell se deleita con lo que más le gusta: el agua en movimiento, el mar embravecido, la furia de las tormentas, los bosques, ríos y colinas. La historia es un cuento moral simple, sencillo, tierno e infantil, muy similar a los de las leyendas milenarias.

La música combina, con excelencia, canciones populares tradicionales escocesas, interpretaciones a cargo del "Glasgow Orpheus Choir" y composicones de Allan Gray. La fotografía ofrece un recital de claroscuros, contraluces, proyecciones de sombras, reflejos en espejos, movimientos de cámara ingeniosos, enfoques directos del artesonado, zooms de aproximación, paisajes magníficos de Escocia, etc. Los efectos especiales se ponen a prueba en la secuencia de la tormenta en el mar con un resultado lleno de vigor y suspense. El guión muestra con calidez el complejo mundo de una comunidad aferrada a la tierra y a una cultura que alimenta su fantasía con mitos, leyendas, fábulas y cuentos, que hablan de amor, maldiciones y heroismos. La dirección aúna los esfuerzos de producción y hace una excelente puesta en escena.

Película deliciosa, que se ha de mirar con la ingenuidad de los ojos de un niño. Exalta la sinceridad, la autenticidad y los grandes ideales, contra el pragmatismo y el afán de enriquecimiento.
Miquel
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25 de marzo de 2010
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joan Webster (Wendy Hiller) ha sido siempre una joven independiente con las ideas muy claras que sabía perfectamente donde quería ir. Cumplidos los 25 años decide contraer matrimonio con un millonario entrado en años. Para llevar a cabo el plan debe viajar a las Islas Hébridas, donde le espera su amado para contraer dicho enlace. Pero el destino tiene otros planes y una serie de desdichadas contrariedades y unos cuantos Escoceses parece que van a echar por tierra los iniciales planes de la elegante Joan Webster.
Así comienza este drama costumbrista de ejemplar ambientación en los idílicos y brumosos paisajes de las Islas Británicas, que a pesar de ser una cinta poco conocida para el gran publico atesora virtudes dignas del mejor cine Anglosajón.
Destacable sin duda la fotografía bucólica incidiendo en los paisajes costeros, la banda sonora también merece ser elogiada, así como las leyendas Celtas con sus castillos y sus lugareños.
La película empieza de manera sugerente y atractiva decae un poco entre medias y remonta con un final estupendo lleno de belleza, intriga y emoción.
Antes de poner el punto final, añadir que es un filme a tener en cuenta, y para los que tengan oportunidad de verla seguro que se llevan una muy grata sorpresa.
Walter Neff
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12 de febrero de 2012
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El comienzo de la película es muy interesante: en pocas pinceladas bastante cómicas nos presentan a una joven que tiene muy claro ya desde pequeña que "sabe a donde va" y que no es donde va la mayoría de las chicas con las que se codea, que esperan suspirando la llegada del príncipe azul sin hacer nada más; ella apunta más alto, no se queda quieta precisamente, y logra pescar a un gran potentado propietario de una industria química (en realidad ella es consciente de que a quien ha intentado atrapar es a la propia empresa y que su prometido le importa un bledo. El sueño de la boda es graciosísimo).
Viaja a Escocia para casarse con él, pero se ve detenida en un pueblo costero, a la espera de que amaine el temporal y poder acceder a Kiloran, la propiedad alquilada que disfruta su prometido, donde tienen intención de casarse... Pero pasan los días y el tiempo no mejora; la joven no tiene más remedio que codearse con los paisanos del lugar, poco sofisticados y bastante peculiares, para su modo de ver urbanita. Allí conoce al propietario de Kiloran, lo demás, ya se lo imaginan.
Lamentablemente, a partir de aquí la película pasa sin transición de comedia ligera con ciertos tintes satíricos e irónicos a un drama romántico complaciente bastante previsible, en el cual la mujer tendrá que apreciar que hay otros valores y otras formas de pensar muy superiores a la suya y la de su prometido, que otras personas valen mucho más que ellos porque trabajan calladamente por el bienestar de todos (estamos en la segunda guerra mundial) y no piensan en pedir más ni se dan importancia... En fin, supuestamente lo mejor de los valores ingleses aderezado con un poco de patriotismo por ser el momento que es, gran cantidad de costumbrismo y una loa sin fisuras a las "buenas gentes del campo" y su sencilla forma de mirar el mundo.
La película se deja ver, pero al final ya sabes lo que va pasar punto por punto. Recomendable para ver buen cine costumbrista inglés justo al final de la Segunda Guerra Mundial donde sorprendentemente esta contienda no es el personaje principal... aunque su presencia presione para que el final sea demasiado maniqueo, previsible y manido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Klara
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28 de agosto de 2008
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
206/12(26/08/08) Buena comedia romántica. El argumento gira en torno a una señorita inglesa, Joan Webster (Wendy Hiller), que viaja a las islas Hébridas en Escocia, para casarse con un millonario con edad para ser su padre. Pero sus planes se ven truncados, primero por el mal tiempo, que le hace permanecer en un pueblo en espera que la climatología le permita embarcar a la isla, el otro motivo es un lugareño, héroe de guerra por el que se siente atraida (Roger Livesey). Otro de los grandes protagonistas son los habitantes del pueblo, esto recuerda bastante a "Whisky Galore". El film mezcla en esta historia de amor con las leyendas celtas, teniendo su culmen en la fantástica escena de la tormenta mientras intentan llegar a la isla, realmente maravillosa. Esta es una cinta que te deja un poso de optimismo, un ánimo de salir contento a la calle, en definitiva muy recomendable a todos los que gusten de cine del bueno. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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26 de agosto de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarta aportación del genial dúo formado por el director británico Michael Powell y el guionista austro-húngaro, nacionalizado británico, Emeric Pressburger conocidos como “The archers” (Los arqueros)

La película parte de un original inicio con los títulos de crédito que acompañan y sirven de resumen y prólogo a la vida y carácter de la decidida protagonista, desde bebé hasta los 25 años en que se inicia la película. Su empeño es casarse con Robert Bellinger, un magnate de la industria química que vive en Kiloran, una de las islas de las Hébridas en Escocia. En su camino hacia la isla, debe detenerse en el pequeño pueblo de Tobermory debido al mal tiempo que le impide tomar un bote hacia la isla. Allí conocerá a una curiosa galería de personajes, McNeill señor de Kiloran (Torquil), Catriona o el rudo marinero Ruairidh Mhór y la estrecha relación con su tierra lo que le hará sentirse progresivamente atraída y fascinada por el entorno.

Esta “cruzada contra el materialismo”, en palabras de Pressburger, situada tangencialmente en el contexto de la segunda guerra mundial, guarda ciertas similitudes argumentales con “A Canterbury tale” (1944). También aquí Powell y Pressburger saben mezclar con inteligente sensibilidad pasado y presente, realidad y leyenda, el peso de la tradición con la urgencia ineludible de la guerra, apoyados en la excelente labor del director de fotografía Erwin Hiller del que se cuenta que la rodó sin fotómetro -son espléndidas las escenas que muestran la rudeza del mar, el respeto que se le debe tener-.

La pareja protagonista es el corazón de la película con una maravillosa Wendy Hiller –que lamentablemente tan poco se prodigó en el cine, centrada como estuvo en su labor teatral – y un irónico Robert Livesey, otro colaborador habitual de la pareja de los arqueros.

Con unos maravillosos diálogos y una admirable naturalidad, la película serpentea los caminos del romanticismo sin dejar de lado, en ningún momento, el fino humor, la ironia y hasta cierta retranca. Con sus excentricidades y originalidades habituales –y algún que otro expresivo gag visual, como esa chistera que se convierte en la chimenea de una locomotora- y con esa prodigiosa capacidad para crear personajes secundarios, tal sólo equiparable a la de Dickens en sus novelas –como el Coronel que practica la cetrería con un águila, o la familia de británicos a los que el gobierno ha cedido un castillo donde, por cierto, aparece una jovencísima Petula Clark de 10 años – es una propuesta ligeramente menos ambiciosa que el resto de sus grandes obras pero igualmente atractiva del irrepetible dúo de cineastas.
Gould
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