Cromwell, el rey de los bárbaros

Nacida al albor de "Conan, el bárbaro", esta película, sin embargo, bebe de los clásicos de espadas de todos los tiempos, desde "Ivanhoe" a las películas de Harryhausen sobre "Sindbad".

Persecuciones como las de Fairbanks en el "Ladrón de Bagdad", duelos de espadas como en "Robin Hood" de Curtiz....Es una buena película, limitada por presupuesto, aunque de la mejor de las que salieron en aquella época. Ese regusto clásico se apoya en una escenografía sugerente, en una música a imitación de Miklos Roszá y en una definición de villanos clásica: hay dos malos un brujo y un usurpador, magníficamente encarnados por Maharis y un gran Richard Lynch, de lo mejorcito de la función. Y el bueno, cumple con creces...con esa socarronería que espera uno de este tipo de héroes...

Es barata, pero su diseño de producción es magnífico, ocultado las deficiencias de exteriores, batallas y extras con una acertada voz en off que relata los acontecimientos, saltos en las escenas y un equilibrado montaje, apoyado en una buena historia.

Pyun prometía. Ha sido un director capaz de sacar adelante películas con cuatro duros y resultar efectivas. ¡que haría este señor con un gran presupuesto! Obviamente la película tiene carencias, pero para los aficcionados a los filmes de espada y brujería le aguarda una positiva sorpresa... la escena inicial es magnífica, con la resurrección del brujo...

Pero no olviden que data del año 1982 y que es de bajo presupuesto.

En pleno boom del cine de espada y Brujería auspiciado por el gran éxito de la colosal Conan El Bárbaro del británico John Millius, no tardaron en salir decenas y decenas de films que imitaban su estilo visual y narrativo, la mayoría como es sabido, sin éxito.

Uno de los quizás mas salvables sea esta que nos ocupa, Cromwell, el rey de los Bárbaros de Albert Pyunn.

El film dista mucho de ser perfecto. Puynn era entonces un joven principiante bastante verde en lo que a dirigir y montar coherentemente un film, con planos extraños y aveces mal ubicados con una narrativa titubeante que provoca algo de desconcierto al espectador.

Sin embargo la película tuvo un éxito sorprendente recaudando ese mismo año, 1982, la misma cantidad que Conan el Bárbaro en las taquillas, alrededor de 38 millones de dólares. Un mérito añadido teniendo en cuenta que Cromwell no se basa en ningún personaje de cómic.

A diferencia del otro film, su ambientación es mas de corte medieval en vez de primitiva y bárbara, aunque ambos coinciden en el tema de la venganza, en este caso de un malvado rey que en su deseo de conquistar un poderoso reino resucitará a un temible brujo cuyos conocimientos y gran poder le harán ganar todas sus batallas y conquistar su ansiado reino asesinando a su legítimo rey, pero una vez conseguido su objetivo traiciona al brujo y también intenta asesinarlo.

Años mas tarde con el descendiente del rey asesinado convertido en un hombre, un guerreo tipo Conan, mercenario, salteador y algo canalla, pero con honor al fin y al cabo, se enfrentará al malvado rey para recuperar su tierra y reino.

Recuerdo haberla visto en el cine, con dieciocho años... y pasármelo muy, pero que muy bien.
Está superada, muy superada, con efectos especiales hoy día casi de derribo, falta de presupuesto, pero... qué quieren que les diga, le tengo mucho cariño. Ese malvado rey, interpretado por Richard Lynch, ese mago todopoderoso, esa erotiprincesa (la escena de la serpiente y la princesa aún me da para sueños de alto voltaje), esos buenos muy buenos, los reyes agradecidos al mercenario, ese héroe socarrón, sus divertidos diálogos, las peleas a lo grande...
No es original, pero tiene algo. No será memorable, pero nunca la he olvidado.
He tenido la ocasión de volver a verla, y es tal como la recordaba. Yo me lo he pasado genial; en definitiva, es lo que importa. Durante hora y media, he vuelto a ser aquel adolescente en el cine.

Vista hoy, la verdad es que Cromwell es... como decirlo... ¿algo que da un poco de vergüenza ajena?
Sin embargo, hay que reconocer que tiene ese cierto encanto ochentero de la fantasía de antes, de criaturas de cartón piedra, héroes y heroínas ligeros de ropa, muchas cuevas con su correspondiente fotografía anaranjada y "sucia" y una trama poco o nada original. Con todo, como decimos, hay cosas muy mejorables y momentos y personajes que dan bastante risa, por no decir vergüenza, como decíamos.
Pasable, disfrutable para los más nostálgicos de una fantasía que ya no se hace, pero poco más.

Es de principios de los ochenta, con bajo presupuesto y con actores que no les conocían ni en su casa a la hora de comer. Esto no se puede debatir, pero hay cosas a salvar.

Por un lado da lo que promete. Sin nada a destacar en cuanto a la historia pero consigue llevarla hasta el final con cierto sentido, el ritmo por su parte es mejorable.
Su punto fuerte es los efectos prácticos que tiene, donde desde los primeros minutos de la obra muestra su nivel.

Es solvente, tiene cierto encanto y (teniendo en cuenta su presupuesto) no cae en el ridículo.

Un 5 raspado pero antes de ponerse con ella se debe tener claro lo que ofrecerá.