Se recupera una cinta de los 70 que se supone que mata a todo aquel que la ve, y a la mayor parte de su elenco técnico. Una serie de sesudos cinéfilos explican el cómo y el por qué de ese filme, desaparecido durante décadas, pero del que se ha hallado una copia, la cual ha sido restaurada y podrá volver a ser vista... bajo la responsabilidad de quien la contemple. Todo eso, explicado en forma de documental. Y a continuación, poniendo en riesgo mi vida, y a pesar de todas las advertencias que he recibido, en contra de mi sentido común, me dispongo a verla.
Y es cierto. Es una película mortal.
El aburrimiento es tan feroz, la sensación de que estoy haciendo el gilipollas y estoy perdiendo el tiempo es tan fuerte, que casi consigue liquidarme; de hecho, como la estaba viendo en casa, en un momento determinado en el que los protagonistas son capturados por una gente rara, con uno de ellos que va en calzoncillos y cara de paleto, me quedo dormido. Me ha liquidado.
Me despierto con los títulos de crédito finales, a los que no doy ni oportunidad. He puesto en peligro mi vida... no, lo que he puesto en peligro es mi salud mental. Y pienso que los que deberían temer por sus vidas son los directores y elenco de esta cosa nauseabunda, a los que les auguro la más corta y patética carrera de la historia del cine. Les castigaba a ver cinco veces seguidas su propia película, para que sepan lo que es sufrir.

A ver, no voy a explicar la trama más que en cuatro palabras: Chica tocada psicológicamente llega a una comunidad vecinal donde es obligada a olvidarse de su independencia para integrarse total y absolutamente en la vecindad. Y si no lo hace, se la elimina. Hasta aquí.

Particularmente, la he visto como una extrapolación de un cierto tipo de sociedad: el totalitarismo, el servicio a la comunidad, el pensamiento único, el exterminio de la individualidad y de la diferencia. Estos pensamientos extremados han provocado sangrientas guerras. Aquí, por supuesto, estamos en un microcosmos, pero no cuesta verlo como una metáfora.

Yo he visto un thriller correcto, que durante una hora y pico te mantiene, sin grandes sorpresas, pero con un ritmo creciente que te atrapa. Un buen entretenimiento que no se queda en lo superficial, sino que admite más lecturas. Y con eso me quedo.

En cuanto a las referencias... ¿Queda algo por inventar en el cine? Si quitamos las formas, las ambientaciones, los efectos especiales, encontramos que las historias tienden a repetirse. Todos hemos visto mucho cine, todos tenemos nuestros gustos, y seguro que, después de unos ciento veintipico años de Historia del Cine, todos podemos ver referencias de unas películas en otras. Y así podemos llegar hasta la época del cine mudo.
Yo ya asumo que la historia que me van a contar ya la habré visto en otro momento, sea en el western, la ciencia ficción, el thriller, el drama, incluso la comedia; cualquier género. E intento encontrar las diferencias, no buscar las similitudes, porque si busco las similitudes, ninguna película me va a gustar. Ya se habrá hecho antes, y seguramente de mejor forma, así que... ¿para qué estar buscando todas las referencias habidas y por haber? ¡Si es inevitable! Y es la gran diferencia con los "remakes". Ahí existe la plena voluntad de contar la misma historia, prácticamente de la misma manera. Esa es la gran referencia. Pero cuando te apartas de las referencias e intentas contar una historia introduciéndole variantes, las referencias están de más.
Menos buscar referencias y más disfrutar de lo que vemos. Para buscar referencias, ya tenemos la Wikipedia.

Un planteamiento muy bueno, unos sobresaltos bastante bien logrados, unas actuaciones bastante conseguidas, unos efectos especiales mejor desarrollados de lo que es habitual... sí, tenemos una buena historia entre manos... pero no sabemos terminarla.
Puedo perdonar que me expliquen historias parecidas unas a otras; a fin de cuentas, como aficionado al género, y sin ser demasiado exigente, es lo que busco: una historia inteligente, buenos efectos, buenas actuaciones... y una coherencia argumental de principio a final.
Ése es el gran problema de la película. Sin ser nada estrictamente original, está bien ambientada y dirigida, con momentos puntuales sobresalientes... pero cuando hemos de aplicar alguna lógica a lo que sucede, todo se va por las cañerías. Mala suerte. Aún así no aburre. No aburre, pero decepciona.
Creo yo que es el problema de este tipo de historias, que no saben cómo terminarlas. Cuando finaliza la película, te preguntas... "tanto fantasma, tanto tiempo... por qué y para qué?" Y ahí nos quedamos sin respuesta.
Particularmente le hubiera dado un 8... pero ¡ese final! ¡ese maldito final!

A ver, quiero partir de la base de que Tarantino no es, ni de lejos, mi director favorito. Me pueden gustar algunas de sus películas, pero no todas, ni mucho menos; y las que me gustan, lo hacen con matices. Por eso me acerqué al cine, porque tenía entendido que ésta era una peli de madurez cinéfila, que no técnica.
¡Y es verdad! Es una obra de madurez. También habría podido ser una obra de preadolescencia,. pues en ella Tarantino demuestra que no hay nada que le cause mayor placer que un masaje jabonoso proporcionado por sí mismo. Vamos, masturbación con "final feliz".
Yo sí tengo la edad de reconocer muchas de las películas y series de televisión a las que homenajea, pero eso no quiere decir que valga la pena rendirles homenaje y pleitesía. Ni Tate era el "summum" actoral, ni muchos de esos personajes a los que QT adora soportan un mínimo paso del tiempo.
En fin, que esta película, larga hasta el bostezo, bien hecha, bien fotografiada, pero aburrida y absurda, deslavazada, que empieza temas y no los termina, con secundarios de opereta y un final totalmente inverosímil (y gilipollas, todos hay que decirlo), sólo puede gustarle a Tarantino, a Tarantino, a Tarantino y a esa pléyade de directores frustrados que se dedican a hacer críticas cinematográficas sobre técnica, encuadres, utilización del color, el preciosismo... sólo para no admitir que es un filme hueco, sin sustancia y más aburrido que sentarse delante de una lechuga a verla crecer.

Recuerdo haberla visto en el cine, con dieciocho años... y pasármelo muy, pero que muy bien.
Está superada, muy superada, con efectos especiales hoy día casi de derribo, falta de presupuesto, pero... qué quieren que les diga, le tengo mucho cariño. Ese malvado rey, interpretado por Richard Lynch, ese mago todopoderoso, esa erotiprincesa (la escena de la serpiente y la princesa aún me da para sueños de alto voltaje), esos buenos muy buenos, los reyes agradecidos al mercenario, ese héroe socarrón, sus divertidos diálogos, las peleas a lo grande...
No es original, pero tiene algo. No será memorable, pero nunca la he olvidado.
He tenido la ocasión de volver a verla, y es tal como la recordaba. Yo me lo he pasado genial; en definitiva, es lo que importa. Durante hora y media, he vuelto a ser aquel adolescente en el cine.