Los hermanos Rico

Una de las mejores películas de uno de los directores más injustamente olvidados de su tiempo, Phil Karlson. Maestro del cine más intenso y más barato que adapta en esta ocasión una novela de George Simenon (que desconozco). Un esplendido Richard Conte es un hombre de negocios, antiguo contable del Sindicato del Crimen lastrado por todo tipo de lazos afectivos con el jefe de la organización para la que aún trabajan sus hermanos. Cuando estos fallen en un trabajo, Eddie Rico será reclamado para buscarles. A partir de aquí comienza una carrera frenética hacia la nada, fatalismo americano y culpa de serie-b. Karlson afila un film moral, penetrante y vertiginoso sobre la manipulación, la traición, la maldad y la búsqueda de la redención. Sobre como el pasado se arrastra como una lápida encargada por anticipado.
Violenta (incluyendo un sorprendente disparo en el cráneo), demoledora y abrasiva. Tanto que casi se le puede perdonar su pactista final (imposible eludirlo en la época por otra parte), un reducto de esperanza instantánea, tanto para el espectador, saturado de tanta amargura, como para el propio protagonista, inductor de la muerte de todos aquellos a los que intentaba salvar.

La película arranca con un primer cuarto de hora de lo más dulzón, mostrándonos el idílico matrimonio de Eddie Rico, aparentemente un exitoso hombre de negocios; pero una extemporánea llamada quiebra las apariencias, devolviendo a Rico a su pasado, que es compartido por sus dos hermanos.

Karlson desarrolla un argumento hoy ya clásico; el del antiguo miembro de una organización criminal que, desligado de ella, intenta rehacer su vida, siendo implacablemente perseguido por su pasado. El destino parece siempre trágico e invariable para los personajes, aunque pronto intuimos que no tanto como aparenta; Eddie, en su intento por salvar a sus hermanos, es utilizado precisamente para lo contrario, y los acontecimientos tienen lugar casi en su presencia, lo que hace la experiencia aún más traumática.

Aunque en mi opinión no es esta la película más brillante de Karlson -sobre todo en los aspectos formales-, su estilo siempre resulta reconocible, dado el fatalismo que la preside, así como la constante amenaza y la inminencia de un desenlace violento. Está especialmente lograda esa sensación de inquietud que acosa al protagonista, que allí donde viaja encuentra a "antiguos conocidos", cada cual más desasosegante, subrayándose así la idea de que no hay escapatoria posible. Igualmente notable por su dureza es la secuencia del hotel, cuando Eddie toma conciencia de la tragedia que se avecina, revelada por los ejecutores de la misma con toda frialdad.

Un guión meramente correcto y unas interpretaciones francamente buenas, especialmente de Conte y de todos los secundarios que encarnan a los diversos mafiosos y rufianes (destacando Harry Bellaver como Lamotta), realzan el conjunto del filme, que resulta algo apresurado y previsible en su desenlace.

Dirigida por Phil Karlson y basada en un relato de George Simenon, el film se centra en la figura de Eddie Rico (Richard Conte), al cual vemos durante los primeros 10 minutos como un hombre enamorado de su mujer Alice (Diane Foster) y con una vida apacible como gerente de una empresa de limpieza en Florida. Sin embargo, dicha tranquilidad se verá rota debido a una llamada telefónica que iniciará una especie de descenso a los infiernos.

En realidad, de forma gradual, vamos sabiendo que Eddie estuvo metido en una organización mafiosa, regentaba Sid Kubik (Larry Gates), el cual tiene una deuda de gratitud con la familia Rico, debido a que la madre le salvó la vida. Pese a todo, Eddie recibirá advertencias de sus hermanos todavía metidos en la organización, primero de Gino, y posteriormente de Johnny a quien Kubik le encarga encontrar. Una misión que Eddie acatará pese a las múltiples voces disconformes con el exceso de confianza de Eddie. Esto acarreará trágicas consecuencias.

Por un lado, Karlson aplica una excelente exposición narrativa, que hace que el espectador vaya recomponiendo las piezas a medida que avanza el metraje. De esta forma, vemos como Eddie y su mujer Alice llevan una vida tranquila, alejados del pasado. Alice además conoce el pasado de Eddie, y supone el principal pilar sobre el que Eddie se agarra para salir de una vida en la que están todavía metidos sus hermanos menores. Con la voluntad de intentar ayudarles, se desplazará a New York y después a Los Ángeles. Sin embargo, las cosas no saldrán como le gustaría y se verá metido en un asunto con implicaciones peligrosas en su actual vida de persona honrada.

Karlson va al grano, con concreción, un ritmo alto y un estilo directo y contundente que prácticamente es su marca de fábrica. No pierde mucho tiempo ni en retratar a los personajes, ni en explicar sus motivaciones, y se sirve de breves secuencias para ponernos en situación, la inicial es el ejemplo más claro. Además maneja con efectividad las elípisis. Por lo demás, Karlson se adentra en el relato más puramente "negro y criminal", siguiendo los pasos de Eddie Rico y sin apenas saber gran cosa de las intenciones de Kubik, y quizás habría que achacarle al film una resolución especialmente rápida y demasiado facilona y poco creíble. Por encima de todo destaca la excelente presencia de un Richard Conte que sabe dar el tono adecuado a su personaje, transmitiendo credibilidad. Un buen film negro, aunque sea de serie B.

Muy buen guión donde se nota la influencia de Dalton Trumbo. Rodada con una eficacia y precisión notables. Muy bien interpretada por R. Conte y un ritmo perfecto de cine negro. Un serie B que no desmerece de sus mayores, incluso de una obra como "La jungla de Asfalto". El final no es imputable a Phil Karlson, se ofrece como un "parche" añadido, necesario en la época.

La experiencia suele traer consigo sensatez, y esto es lo que ha conseguido aplicar a su vida el italo-americano Eddie Rico, quien tras haber servido como contador de una organización mafiosa, ahora se encuentra retirado y viviendo, junto a su linda esposa Alice, en una modesta casa de Florida. Su único anhelo: Adoptar un hijo… y para eso, ya la pareja se encuentra haciendo trámites. Pero no suele el destino hacernos las cosas fáciles, y de pronto, Eddie va a enterarse de que sus hermanos menores, Gino y Johnny, se han metido en un lío que incluye el asesinato de un miembro de la mafia e irremediablemente va a tener que participar en la resolución del espinoso asunto.

Compromiso con la familia, implacables decisiones, manipulación, engaño, pérdidas… y sueños a punto de rodar por el piso, son algunas de las situaciones que se verán efectivamente recreadas en esta atractiva y emotiva historia, la cual está basada en la novela “Les frères Rico” (1952) del escritor belga, Georges Simenon (1903-1989), el recordado autor de la larguísima serie sobre el Inspector Maigret y uno de los literatos más vendidos en toda la historia (más de 550 millones de ejemplares). El guión, escrito por Lewis Meltzer y Dalton Trumbo (quien de nuevo tendría que servirse de Ben Perry como testaferro para eludir el asedio de los maccarthistas), está muy bien matizado, mostrando desde lo íntimo y también desde lo externo, la suerte de consecuencias a las que suelen verse abocados quienes trasiegan por esta suerte de negocios.

Dirigida por el prolífico e irregular Phil Karlson, “LOS HERMANOS RICO” es uno de sus más apreciables logros cinematográficos, cuyo principal mérito -además de su realista y edificante guión- son las actuaciones que se pusieron a cargo de Richard Conte, quien, como Eddie, representa a la suerte de hermano para quien la familia lo es todo. Larry Gates, el “tío” Sid Kuvik, es por su parte, la suerte de hombre al que, después de darle la mano, no deja de ser bueno darle una repasadita a los dedos. Argentina Brunetti es la madre que, tras haber criado a sus hijos sin el espejo de un padre, ahora padece el resultado de las carencias por las que estos pasaron. Y, entre otros, Lamont Johnson -quien tras este filme se convertiría en un prolífico director de televisión y cine- es aquí un efectivo Peter Malaks, el cuñado de Johnny, de cuyas decisiones dependerán muchas cosas trascendentales.

Quizás esta película llegue a servirle a alguien para que lo tenga bien claro: Cuando el hombre se dispone a hacer parte de negocios deshonestos, debe considerar que, no es solo él, sino también su familia entera, la que se verá involucrada en los riesgos que, desde entonces, se contraen. Y lo doloroso, no es que el hombre llegue a morir, porque al final se aviene con las consecuencias directas de sus actos, sino que llegue a perder a su inocente y amada familia como represalia por sus improcedencias.

El crimen sí paga ($$$), pero conlleva una honda amargura (&…&…&…)

P. D.: La escena con la que se cierra el filme, tuvo que haber sido otro reclamo iluso de los productores, porque en la lógica de la historia (y seguro así lo vieron sus atinados guionistas), no había lugar para ello.