Sierra

En las inmediaciones de la localidad de Sierravista, de donde procede el título de la cinta, viven ocultos desde hace años Ring Hassard (Murphy) junto a su padre Jeff (Jagger), acusado este último de un crimen que no ha cometido.
Llevan una vida solitaria dedicada a la captura y doma de caballos salvajes, cuando "aparece" como por encanto la joven Riley Martin (Hendrix) y Jeff sufre una grave caída del caballo que lo deja conmocionado y herido. Como de poco sirve el reposo y los paños calientes que le aplican, surge entonces la necesidad de conseguir un médico y devolver a la ciudad a Riley ante la oposición de los Hassard, "En la ciudad hay gente pero no amigos".
Nuevas complicaciones con la mordedura que una serpiente cascabel propina a la joven. Corte en la herida, aspiración de la sangre para que el veneno no se extienda por el torrente sanguíneo y torniquete. Al menos hasta que el Dr. Robins atienda a los dolientes. En algún momento se le planteará a este la cuestión del secreto profesional.
La cinta tiene un comienzo prometedor con una bella balada tradicional que entona el simpático Lonesome (Ives), los paisajes son preciosos donde se entremezclan los tonos rojos de las arcillas de los montes con el verde de los bosques donde pasta una magnífica manada de caballos.
Pero la cosa se tuerce pronto con un guion inverosímil con apariciones bruscas de personajes, como los Coulters, para dar un poco de sentido al relato y al desenlace.
Personajes bastante estereotipados donde destacan algunos como Lonesome, siempre con su guitarra, o Jeff Hassard. Interesante la presencia femenina de Riley, abogada formada en las universidades del Este, ridiculizada por su condición de mujer en el juicio, "Tienes que dejar esa tontería de la abogacía", donde se las tiene tiesas con un viejo juez.
La acción es continua en todo momento, aunque a veces con acciones que no tienen mucho sentido. La banda sonora es bastante agradable, lo mismo que la película en general.

Yo no sé ustedes pero yo lo tengo claro.
Desde los primeros minutos del film ya me siento totalmente identificado con el pequeño salvaje ( Audie Murphy) y comprendo perfectamente su reticencia a entrar en contacto con cualquier atisbo de civilización.
Que esa chica será guapísima y estará llena de buenas intenciones pero es una metete de tomo y lomo y bastante impertinente en mi opinión.
- ! huy, perdona!. ¿ Te he espantado la manada?. ! Yo no quería, oye!. ¿ Quién eres?. ¿ Qué haces?. ¿ Por qué vives aquí?. ¿ Os importa si os espío?. ¿ Por qué no contestáis a mis preguntas? ¿ Es que no tenéis modales?.
Murphy será muy lacónico pero demuestra una paciencia sin límites para con la pequeña husmeadora que, además, va a ser la causante de que él no tenga más remedio que acudir a la ciudad.

Se ha criado en las montañas con su padre ( Dean Jagger), un huido de la Justicia sentenciado por un crimen que no cometió y, por lo tanto, reniega de ella y de toda forma de vida social. Viven de la doma de caballos salvajes, que venden por medio de un intermediario ( Burl Ives), un vagabundo ermitaño, el único amigo con el que cuentan.
Jagger sufrirá un accidente domando un caballo y Murphy tendrá que acudir a la ciudad a por un médico, además de devolver a la muchacha que se encontraba perdida. Sus problemas no habrán hecho más que comenzar.

Los recelos de Murphy con respecto al funcionamiento de la ley resultarán de lo más acertados ya que, a pesar de que todos en la ciudad parecen observar un escrupuloso respeto ante ella y sus mecanismos, los espectadores no tardaremos en darnos cuenta de que es una auténtica pantomima, sobre todo en ese juicio vergonzoso al que someten al protagonista.
También resulta interesante el apunte de la Hendrix en su calidad de abogada que a todos en la ciudad les parece de lo más gracioso, incluso su tía le conmina a que se deje de tonterías de abogacías- Por cierto, es muy mala abogada, casi es ella la que le pone la soga al cuello, vamos a perdonarle porque es su primer caso.

Por lo demás, los amantes de la acción quizá se vean decepcionados ya que no tenemos muchas a destacar. Por contra, sí vamos a tener magníficas escenas con los caballos, sobre todo en su tramo final y una estupenda fotografía.
Burl Ives hace un papel simpático, humorístico, como vagabundo cantor, pero yo hubiera preferido que tuviera más peso en la trama que el que se le otorga.
Murphy está convincente en su papel de muchacho golpeado por las injusticias y tiene mucho feeling con la Hendrix que trabaja muy bien.
Al final, tenemos un western, más bien familiar, blanco, pero que discurre con buen ritmo y bastante moral ( spoiler). Divertido y entretenido.

Entretenido western menor, dirigido con oficio por ese estimable realizador que fue Alfred E. Green, autor de la inolvidable "Cuatro caras del oeste".

En esta ocasión logra un producto ameno, que se sigue sin problemas y constituye un pasatiempo seguro.

No obstante hay hacia la mitad de la cinta algún momento que lastra el ritmo aunque no el interés por saber cómo finalizará la historia, una historia con misterio incluido, que no se resuelve hasta el final, un final quizás algo facilón y no demasiado satisfactorio.

Pero la peli está bien, sobre todo por su preciosa fotografía en technicolor, que resalta los bellos paisajes de Angel Canyon Road, en Kanab (Utah, USA).

Además, los caballos y yeguas que aparecen trotando son bellísimos, dando un aire de libertad encomiable.
Grata presencia de actores que más tarde serían estrellas, bien del cine, bien de la televisión, como un jovencísimo Tony Curtis (aquí todavía Anthony Curtis), el gran Burl Ives, que sale cantando con su bellísima voz y James Arness, que triunfaría años más tarde con su incombustible "Gunsmoke".

Una cinta menor pero agradable, que se puede olvidar con cierta facilidad.

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La película es básicamente una sucesión de idas y venidas, adelante y atrás, de un joven que vive con su padre buscado por la justicia.
En este film en el que no aparecen indios, tenemos pocos tiros y algún personaje con poco cerebro. Todo ello sacado de un torpe y mediocre guión, fruto de una época en que todo era licito y el espectador se tragaba las secuencias más ilógicas y peregrinas con la boca abierta de admiración, más el paso del tiempo ha convertido este western en un muy agradable fósil.
El film se va desarrollando de manera cansina y con una cierta intriga. También tiene elementos positivos, unos bellos exteriores, unos personajes humanos y sobre todo una gigantesca manada de caballos.
Conclusión: Western menor, un 6 por el encanto de las películas de los años dorados de este género.