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Bajo las estrellas de París

Drama Christine (Catherine Frot) es una sintecho que vive en París. Una noche de invierno encuentra a Suli (Mahamadou Yaffa), un niño eritreo de 8 años, sollozando frente a su refugio y que no habla francés. Unidos por sus condición de marginales, ambos se embarcarán en un viaje emocional para intentar encontrar en París a la madre del niño. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
1 de octubre de 2021
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Historias del otro París

París, tanto en películas autóctonas como en producciones foráneas, ha sido un punto neurálgico a la hora de situar las acciones de un sinnúmero de films. La imagen, en la mayoría de los casos, siempre ha llevado aparejada una cierta aureola de romanticismo aderezado con la belleza innata de la ciudad. Desde Ninotchka (1939) a Midnight in Paris (2011) se nos ha mostrado a menudo idealizada. El enfoque de Bajo las estrellas de París es distinto. Fundamentalmente porque los temas que aborda no son propios de adornarse con placeres estéticos.

¿De qué nos habla Bajo las estrellas de París? En lo esencial, de dos temas. La desamparada vida de los sintecho, y la no menos dura vida de los inmigrantes ilegales que llegan a Europa en busca de oportunidades. En consecuencia, la película no es proclive a las postales turísticas. Christine (Catherine Frot) es una clochard (una vagabunda, una sintecho) que malvive en un cubil al lado del Sena. Vemos, en unos pocos trazos, el gris día a día de la mujer. De carácter más bien hosco y solitario, sobrevive en la calle como buenamente puede.

El refugio en el que vive Christine está cerca del Sena y también bordea un respiradero de una línea de metro. A su “vivienda” llega Suli (Mahamadou Yaffa). un niño desorientado y en demanda de ayuda. Se trata de un pequeño inmigrante de origen africano, luego sabremos que de Burkina Faso, del que solamente conocemos que está buscando a su madre. Christine acoge al niño con idea de se marche por la mañana, pero su relación va a ser más duradera.

*La unión de los desamparados

Bajo las estrellas de París (Sous les etoiles de Paris) mezcla dos tonos distintos. Por una parte hay un afán de verismo, de reflejar la vida parisina desde sus lugares menos vistosos, y desde la visión de sus habitantes menos afortunados. Esta sería la vertiente, por así decirlo, neorrealista. Al unísono no deja de ser una historia cálida, a pesar del paisaje invernal, con la ternura de un cuento que no se deja llevar por la desesperación. Hay una cierta apuesta por encontrar un sentido poético en el mundo de los desheredados. Detalle que resta crudeza a la historia y acciona los mecanismos precisos del espectador para buscar la mayor complicidad posible.

Bajo las estrellas de París, es también una mezcla de búsqueda y amistad. El propósito de Christine es encontrar a la madre de Suli con todo el denuedo y el ingenio del que es capaz. Durante el camino, como bien se puede prever, se va forjando un lazo cada vez más estrecho entre Christine y Suli. Una amistad de dos supervivientes. En primera instancia la historia no tiene demasiada unidad. Se trata más de un deambular de un lado a otro, que lo mismo sirve para mostrar otras injusticias colaterales que para ir conociendo mejor a los personajes.

A trompicones se va intercalando cierto sentido del humor, o al menos situaciones de ternura desenfadada, como si el director dejase claro que no va a cargar tintas, o a subrayar la faceta miserable de la historia. Hay algo de Dickens adaptado a las coordenadas socioeconómicas del París del siglo XXI. Un enfoque que evita la cargante pornografía de la pobreza de otras producciones, pero que a cambio es más condescendiente con el espectador.

*Elenco y otros detalles

Bajo las estrellas de París, encuentra un ritmo más continuo y fluido en el último tercio de película, cuando las pesquisas sobre la madre de Suli parecen arrojar alguna luz. Entretanto Claus Drexel aprovecha para hacer cierto análisis de lo que va rodeando a la vagabunda y al niño. Hay personajes secundarios, casi fugaces, que muestran un talante distinto ante los protagonistas. Hay desde ejemplos de mezquindad que sostienen que están sufriendo una invasión de inmigrantes, como el basurero que inicialmente ayuda a Christine, a personas más receptivas al dilema de Christine y Suli. Como si el director, mostrase la ambigüedad, casi la contradicción, dentro de la sociedad francesa.

En cualquier caso no es una película trágica, y los subsiguientes episodios van componiendo un realismo áspero, pero amable en el fondo. En su primera mitad, esta persistencia gusta inicialmente, pero se vuelve reiterativa al cabo de un rato. A veces deja la sensación de ser una historia que podría haberse explotado más, y haber incidido con más profundidad en el análisis que propone. Desde el punto de vista actoral, la gran valedora es sin duda Catherine Frot, que ofrece una actuación doliente pero sin pasarse. Es la encarnación de la bonhomía a la espera de una causa para mostrarse. Con Suli encuentra una motivación y un paliativo para soledad.

La química entre ambos está lograda, y la espontaneidad de Mahamadou Jaffa encantadora. En el fondo la película adopta a veces un tono demasiado, precisamente, encantador. Claus Drexel apuesta por hacer un trabajo de empatía total hacia sus protagonistas, olvidando algunas aristas. No obstante, en otras ocasiones se nota su mano documentalista y apenas sin palabras logra trasmitir una veracidad visual bastante lograda.

*Conclusiones

Bajo las estrellas de París (Sous les etoiles de Paris) mezcla el naturalismo realista como testimonio de la exclusión social con un toque de cuento dickensiano, que si bien hace más digerible el trago, resta un poco de énfasis en la denuncia. Se trata de una película agradable de ver, donde empatizaremos sin ninguna dificultad con los protagonistas, pero que parece quedarse en el medio de alguna parte. La película apunta buenas maneras y está correctamente dirigida pero la historia merecía un enfoque más potente. En cualquier caso, es un hermoso aldabonazo de conciencia.

Escrito por Mariano González
Cinemagavia
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26 de abril de 2021
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es como un cuento mágico. Basta con ver la figura de hada-bruja que consigue la estupenda actriz protagonista. O la falta de realismo. Por ejemplo. si una mendiga -o clochard- aparece en un consultorio médico con un niño negro enfermo. estoy seguro que en seguida saltaría una alarma a los servicios sociales. Pero el que sea una fábula inverosímil no le resta valor a la crítica social que se refleja en este cuento-película. Un París y nos puentes sobre el Sena preciosos pero al mismo tiempo llenos de sin techo que malviven como pueden en tiendas de campaña. Y sobre todo una explicación muy didáctica de como tratamos a los inmigrantes ilegales en nuestra "civilizada" Europa. En algunos momentos puede recordar a la película española "Adu" pero creo que esta le gana por la mano. Y si, el encantador y entrañable niño no es mas ni menos que un MENA (Menor Extranjero No Acompañado) con los que algunos descerebrados están metiendo miedo a gente incauta. Muchos debían de ver esta película para ver si este pobre niño es capaz de asustar a alguien. Una xenofobia fascista que, por cierto, se representa en la película en el personaje del basurero compasivo con los mendigos siempre que sean de pura raza francesa.
cepa
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20 de abril de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seis años después del documental Au bord du monde" sobre las personas sin hogar que viven en París. Claus Drexel vuelve al tema en su nueva película en clave de fabula o cuento con muy pocas palabras narrándonos el encuentro entre una mujer vagabunda que vive en la calle y un niño de 8 años migrante, que ha perdido a su madre y que esta a punto de ser deportada.

Las intenciones son nobles, y el director nos consigue transmitir la dureza de la situación sin caer en un sentimentalismo barato. Pero peca de lentitud en el desarrollo de la historia, con secuencias demasiado largas deambulando por París. También la falta de comunicación entre los dos al no hablar francés el niño resta bastante complicidad entre ellos y momentos conmovedores.

Catherine Frot desaliñada y con una voz ronca interpreta muy bien a Christine la cual parece recuperar en cierto modo el instinto maternal, ya que parece que en el pasado perdido a su hijo. Mahamadou Yaffa es Suli el niño camerunés perdido, el cual sigue ciegamente a Christine consiguiendo ablandarle el corazón.

Un cuento de esperanza, solidaridad y humanidad, que en estos días de pandemia agradecemos ese bonito mensaje que nos da, contado con muy pocas palabras con claras referencias al cine mudo, y en particular me recuerdo a la obra maestra de Chaplin "The kid". 
Destino Arrakis.com
videorecord
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1 de mayo de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Claus Drexel es un director de origen alemán afincado en Francia, que en 2013 realizó el documental “En el borde del mundo” (“Au bord du monde”), donde personas sin refugio ocupan aceras, puentes y pasillos de metro, un documento sobre la pobreza, una aproximación a un país en el que viven personas a las que apenas se les reconoce la dignidad, los “sin techo”.

Esta película dramática franco-belga se inspira en uno de los personajes femeninos del documental referido y Drexel vuelve a la intemperie de la urbe francesa para hablar de la inmigración y de los desheredados, con unas imágenes invernales que hielan el cuerpo y el espíritu.

Tiene planos desoladores rodados en los campamentos de emigrantes que han ido proliferando como hongos bajo los puentes de la Ciudad de las Luces, lo cual contrasta con el glamur de la superficie.

Christine (Catherine Frot, veterana del cine y el teatro) hace de mujer indigente que malvive en un subterráneo de la Ile de France próximo al Sena; una señora sexagenaria destruida físicamente y psíquicamente, con un pasado traumático y que vive deambulando por la ciudad.

Siendo invierno y de noche se encuentra a Suli (Yaffa: extraordinaria fotogenia), un niño eritreo de 8 años solo y perdido, aterido y aterrorizado, con una carta de expulsión para su desaparecida madre y sin saber una palabra de francés. Dos seres unidos por su condición de marginales, tejida por una mujer amorosa que lo acoge finalmente para buscar a la madre del pequeño antes que sea deportada.

El film es interpretado con entrega y pasión por Catherine Frot cuyos ojos expresan la enorme angustia, desaliento y temor que se amontona después de malvivir en situación de desamparo. El pequeño maliense que da la réplica a la Frot en el personaje de Suli es Mahamadou Yaffa, un niño de enorme expresividad.

Tiene una trama humana y humanista basada en la tragedia de los simpapeles. Drexel dice haberse inspirado en la realidad de esos marginados que habitan las calles parisinas. Por fortuna Drexel sabe eludir el exceso de sentimentalismo o las tentaciones de hacer demagogia.

Tiene el film la gestualidad del cine mudo y recuerda al mítico un Charlot en “El chico” (1920), siempre mirando la figura de la madre accidental que también recuerda a una cinta de 1980 de John Cassavetes titulada “Gloria” que vi hace añares.

La película tiene un aire cándido, lo cual le impide voluntariamente o no al director, abordar la sangrante temática desde una perspectiva más vigorosa y afilada. O sea, la miseria y la indigencia se exponen de forma contenida, pero frente a ella la gente se da la vuelta para no verla, porque esa pobreza forastera incomoda y molesta.

Película que saca partido a esa ciudad cumbre que es París, sus puentes, calles, el río Sena o la catedral. La cámara fluye en una cinta sin muchos diálogos, casi muda, más bien centrada en las acciones y en las miradas de los personajes. Film interesante, apacible, aleccionador y de denuncia pero sin estridencia.
Kikivall
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14 de octubre de 2021
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Retrato del París más sombrío y del subsuelo siguiendo los pasos de una señora indigente que un día ve alteradas sus rutinas por la aparición de un chico de origen africano que no habla su idioma y parece perdido. El retrato es bastante emotivo y Catherine Frot encarna con mucha verdad a la señora y su evolución en los sentimientos hacia ese niño que al principio siente como un intruso y le trastorna su mundo particular. La relación entre los dos protagonistas copa el grueso de la trama y está llevada con mucho mimo y emoción, y, de fondo, la triste y grave problemática de la inmigración en Europa se retrata con la aspereza que requiere algo así.
Ozonero
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