Vías cruzadas

Nos encontramos con un film que es un canto y una apuesta por la vida en común de las personas incluso en nuestros aparentes aislamientos, por la necesidad que tenemos siempre unos de otros por el hecho justamente de ser personas, un alegato en favor de la diversidad de formas, de apariencias y de experiencias que es lo único que nos hace iguales y diferentes (es decir, humanos)...

Maravillosa película intimista, como dirían los críticos, de un hombre que se va a vivir a la caseta de un guarda agujas de las vías del tren, hoy día abandonada.
El hombre lleva por equipaje la pesada carga de ser diferente: es un enano. Lo que no sabe es que justo enfrente, en el descampado, tiene al del carrito de los helados, un cubano majete que rápido tratará de entablar amistad con el recién llegado y que, a la fuerza, y poco a poco, conseguirá sacarle de su caparazón.
Las secuencias son muy bonitas, siempre una foto de colores suaves con planos horizontales: el paisaje, las vías, el vagón de un tren… y, a continuación, se suman los personajes con armonía porque esta película tiene el don de la armonía. Está muy conseguida.
El trío se completa con una mujer separada. Con anterioridad perdió a su hijo en un accidente y eso la sume en altibajos emocionales que paga con el que esté a su lado.

Ver pasar un tren tiene ese fondo romántico de los viajes, de pensar en la gente desconocida que se va y que ignoramos todo de ellos. En este caso no vamos de viaje pero conocemos tres personas que avanzan a duras penas por la vida y vemos vagones en vías muertas.
La película no se hace pesada en ningún momento, al contrario.
Resalta la sencillez y la sinceridad de los personajes: la terrible historia con la que tienen que vivir el enano y la madre y las ganas de compañía del joven que no puede estar solo.
Los tres juntitos se sientan tranquilamente a ver pasar las nubes y van consiguiendo salir adelante.
A darle un ratito al pico con buen humor.

Una película delicada y sutil. La sencillez de su argumento impregna su desarrollo de un aire minimalista que la convierte en un objeto para degustar con tranquilidad. Los paladares más exquisitos descubrirán la riqueza de cada personaje, la cuidada fotografía, la música precisa... Y los silencios, siempre los silencios. Ese aparente vacío que llena tantos y tantos momentos cinematográficos inolvidables. Silencio.

Hermosa película que descubrí siguiendo la vía del ramal Peter Dinklage. Grandísimo pequeño actor que me sorprendió en "Find me guilty" de Lumet. Una historia que seguí con una sonrisa gran parte de su recorrido, porque uno se sube a este vagón y realmente disfruta todo el viaje con estos seres solos y necesitados, pero que misteriosamente nos regalan calidez, ternura y un humor sereno y sutil. Y se disfruta cada diálogo, cada silencio, cada gesto de esos tres actores que sacan lo máximo de sus personajes. Tiene sus momentos ásperos, pero nunca cae en el melodrama fácil o la escena previsible. Son tres almas que sufren: el dolor y la culpa por una pérdida (Olivia), la rabia de sentirse distinto y observado con burla o lástima (Fin), y la sensación del extranjero en una cultura distinta, sobrellevando además la enfermedad de un ser querido (Joe). Un cruce imperdible de tres vías. Para llenarse el alma con una gran historia. Saquen sus boletos sin dudarlo.

Comenzaré diciendo que ví la película por casualidad y con pocas expectativas, quizá este detalle ha hecho que el resultado final lo valorara más. No obstante ésta es una de esas películas sin pretensiones que destilan humanidad, verdad, sinceridad... en el fondo porque quizá cada uno de nosotros nos veamos reflejados en algún momento de la cinta en los dramas de los personajes y porque todos en algún momento hemos sentido la soledad y la incomprensión. Pese a todo, no es una película triste, muy al contrario, te deja un buen sabor de boca, te sientes bien contigo mismo. Y todo eso es gracias al papel de la amistad y el consuelo mutuo que nace en la historia de la mano de los tres protagonistas principales, cada uno con necesidades y miserias propias pero que encuentran en el prójimo su refugio y la ayuda para encarar la vida y seguir adelante. Sobre el argumento no hablaré, sólo cabe decir que es como algunas novelas de Chéjov, donde en realidad durante la historia no ocurre nada y ocurre todo, los minutos fluyen delicadamente.