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Alata

Romance. Drama Nimer es un estudiante palestino que sueña con una mejor vida en el extranjero. Una noche conoce a Roy un abogado Israelí del que se enamora profundamente. Mientras su relación se hace más y más profunda, Nimer se confronta a sí mismo con la realidad palestina que se rehúsa a aceptarlo por su identidad sexual, y a la sociedad israelí que lo rechaza por su nacionalidad palestina. (FILMAFFINITY)
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
4 de octubre de 2013
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si echamos un rápido vistazo al cine que llega a nuestras fronteras proveniente de Oriente Próximo, comprobamos que, pese a ser más escaso de lo que debería, se desprende de él un sentimiento compartido: aquel no tan preocupado por vender entradas y asegurarse de una positiva recepción crítica, y sí por convertirse en todo un ejemplo de testimonio, de denuncia, de grito a contracorriente que lucha por la libertad y el derrumbamiento de principios morales y leyes por siglos enterradas y que ya nadie debería exhumar.

Por delante, por detrás y por debajo de todo el exotismo cultural que en su corteza se puede prever, y que a la postre enriquece al occidental interesado en las costumbres y los estilos de vida más allá del sensacionalismo noticiario, existe en los valientes directores de esta franja geográfica (Irán, Palestina, Israel, Líbano) un deseo de reivindicación y vocerío sobre las injusticias que, en una sociedad civilizada, ya no deberían seguir dándose lugar.

Si focalizamos nuestra mirada crítica en Israel, son Amos Gitai y Eytan Fox los realizadores de mayor trayectoria y repercusión internacional a la hora de exportar el cine de su país. Ambos con tendencias y estilos muy diferentes: el primero, de tendencia partidista, apuesta por retratos donde el entendimiento entre las gentes, sus conflictos y sus anhelos se entroncan con un fuerte espíritu lírico, endulzando de forma poética la vida cotidiana (pese a que esta, en algunas de sus películas, se encuentre en zonas de guerra o lugares inhóspitos). El segundo, abiertamente homosexual, traza miradas unidireccionales hacia dicho colectivo con un afán liberador, expansivo e introspectivo para asegurarse de comunicar y ser escuchado.

La película que nos ocupa, Alata, constituye una nueva tendencia en la mirada israelí con respecto a estos dos relevantes cineastas. Si bien, este título también afronta el componente homosexual en el centro de su relato, y se recrea en él con ternura y madurez, pronto se deja a un lado el simple acercamiento intimista de dos jóvenes que se aman en secreto para elevarse hacia una descarnada y virulenta crítica hacia todo un sistema policial, educativo y social donde la inseguridad y la privación de libertad son una constante sin escapatoria.

Un mundo donde no existen los secretos y donde el miedo a la represión y la coacción están a la orden del día es magníficamente radiografiado por la dirección nerviosa de Michael Mayer, que construye un sólido, a la par que asfixiante, universo oscuro y tenebroso de una Tel Aviv catatónica y profundamente misógina. Su cámara, incesante y crispada, compone un drama de muy altos vuelos cuya pretensión es llegar más lejos y más alto de lo que el cine de sus compatriotas ha llegado jamás.

Alata es una de esas películas que se perciben como un todo, de una pieza, más que como la suma de sus partes. Esto se procura gracias a la sobriedad de su realización y a una puesta en escena eléctrica, deudora del cine de acción natural. Pese a un más que posible esquematismo de su planteamiento, y salvando momentos en los que descuida su narrativa en beneficio de la concisión, la cinta alcanza cotas de una inestimable gravedad y de una abrumadora sinceridad para reflejar la desesperación de la supervivencia de un joven forastero homosexual repudiado por su propia familia, condenado a ser perseguido en una ciudad reducida a la pesadilla.

Cine comprometido y muy reivindicativo, estremecedor como la mayoría de noticias que nos llegan con cuentagotas de los innumerables conflictos armados y disputas no tan diplomáticas. Al mismo tiempo atroz pero también bellísimo, poético, rico en matices tanto en su vertiente intimista como en su función de reivindicación y lucha social. A todas luces, un vehículo necesario para permanecer comprometidos con las duras y universales radiografías que solo cinematografías como la israelí pueden reflejar con semejante honestidad.
Weis
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3 de octubre de 2017
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta entretenida, mientras esperamos ver como se resuelve el conflicto. No es una gran película. Tal vez su mayor acierto haya sido incluir una relación homosexual, como elemento diferenciador, para mostrarnos la realidad PALESTINO-ISRAELÍ.

Acertadas interpretaciones, de actores que no parecen violentos ofreciendo escenas de amor entre hombres. Una trama preñada de estereotipos, con un final abierto, donde debemos creer que se cumplirá lo que se nos han contado.

Un 6
LEUGIM
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11 de marzo de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de un tema que debe producirse más frecuentemente de lo que estamos acostumbrados a ver en el cine, y con más dificultad y dolor. Las relaciones entre palestinos e israelíes no son nada fáciles, y no solo en el aspecto homosexual, sino en cualquier aspecto de la vida. Siempre habrá gente que luchará para normalizar esas relaciones pensando que su caso va a ser el último porque las condiciones van a cambiar y ellos van a colaborar en ese cambio. Es una lucha diaria. El personaje de Nimer está muy bien definido y con la magnífica interpretación que hace de él el actor que lo encarna, Nicholas Jacob, consigue mantener el interés y hasta la identificación o solidaridad con la causa. Es una pena que la fotografía no esté a la altura del guión, la música, el sonido, etc. aunque hay que entender que se trata de la clandestinidad por una razón homosexual o por una razón política, y la oscuridad es la compañera real de esas circunstancias: el mismo título habla de esa oscuridad. En cuanto al final: son varios los finales posibles y es el espectador, entendido cinematográfico, el que imaginará cual es el mejor, el más probable, o el que a él le gustaría que fuera.
Del Mar
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2 de septiembre de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una especie de Romeo y Julieta, versión gay y con el conflicto palestino de fondo, dicho así, puede sonar a bodrio pretencioso, pero no hay cosa más lejana que ésta película, en ese sentido, ya que además de profunda, es muy entretenida.
Un abogado burgués, y un estudiante palestino, se conocen en un bar gay, se gustan, y pocos días después, comienzan una relación.
Me gusta como se desarrolla todo, los diálogos, las situaciones, la forma en la que ambos se van enamorando, la frustración por el entorno en el que se ven sumergidos, los prejuicios, la política, la religión, la burocracia.
El tratar temas serios, intensos, lacerantes, sin golpes bajos, a lo que la historia se podría haber prestado a cada momento, pero por una sabia decisión, decidieron prescindir de los mismos, y a pesar de ser una tragedia, ésta fue tratada con buen gusto, y nos hacen reflexionar sobre el mundo en que vivimos, donde muchas cosas que creemos superadas, en realidad solo están disimuladas.
La fotografía poética que tiene, sumado a buenas interpretaciones, hacen de ésta una historia muy recomendable.
Manuel
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14 de mayo de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alata es una de esas películas que aunque parece seguir un arquetipo establecido por predecesoras en un género bastante manoseado, se muestra diferente, humana y totalmente testimonial. Es una muestra de las diferencias culturales que pueden llegar a ser muy rígidas y a la vez tan frágiles que no permiten que la vida fluya con la naturalidad con la que nos ha sido otorgada. Después de verla no queda mas que reflexionar acerca de nuestro modo de vida y lo lejos que estamos de entendernos como sociedad.

A veces este mundo parece ser un lugar demasiado grande y ajeno, que nos desconocemos dentro de nuestra propia especie y sucesos como los que se narran en este film adquieren un valor testimonial y que nadie parece ver o cuestionar, excepto los anónimos implicados. Se agradece la intención del director, quien pese a todas las carencias técnicas que esta película pueda tener, nos enrostra de la manera mas fidedigna posible una historia totalmente verosímil sobre las tácitas barreras impuestas por personas y costumbres, que hacen casi imposible poder dialogar hacia un entendimiento racional.

Mientras Nimer lucha por su libertad con ansías de superación en su Palestina natal, Roy lucha contra los prejuicios sociales en una sociedad mas madura pero no por ello mas tolerante. Nimer ve en Tel Aviv un medio donde poder ser mas auténtico y poder lograr sus objetivos lejos de ese ambiente represivo pero en Israel tropieza con la recelo hacia sus orígenes, donde se le pretende usar como herramienta política. Así, mientras Palestina se muestra opresiva, Israel se muestra agobiante y manipuladora.

En conclusión, Alata es un drama personal, social y político; en donde cada una uno de estos componentes enriquece una historia que por momentos está llena de esperanza y por otros es totalmente pesimista, donde la oscuridad se encuentra en los rincones urbanos mas luminosos de una ciudad con tintes cosmopolitas, en la represión de una nación entera y en el repudio de tu propia familia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Garabato
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